Mi hermana vivía en el barrio de El Pilar de Madrid y habíamos celebrado su cumpleaños. Yo no bebo alcohol, no por nada especial, es que no me gusta, pero me había inflado a beber coca-cola con todos sus ricos gases y me había puesto ciego a comer. Un buen cumpleaños familiar, vaya.
Al terminar el ágape cogimos el coche para irnos, mi mujer, hijos y yo, a casa situada a unos 35 Km. Era viernes noche, no había casi circulación, así que me acomodé tranquilamente en el asiento del conductor, y como estaba ahíto, me relajé dándome un par de puntitos en el cinturón y soltando el botón del pantalón. Así, ya agustito, emprendimos el camino comentando el cumpleaños y despellejando, como corresponde después de una reunión, a unos y otros.
Cuando llevábamos unos diez minutos de camino, vimos algo extraño en la carretera. Parecían unas luces que se movían y al principio pensamos en un accidente. Prudentemente, a fin de no molestar, me coloqué en el carril izquierdo según nos acercábamos.
Pero se trataba de un control de la Guardia Civil y en cuanto me vieron cambiar de carril a por mí que fueron. Me hicieron claras señales de que parara en el arcén y obedientemente así lo hice. Bajé la ventanilla y se acercaron haciendo el saludo militar, llevándose la mano a la gorra.
- Buenas noches
- Buenas noches -respondí-
- Se trata de un control rutinario de alcoholemia. ¿Está dispuesto a someterse a él?
En esa época no era obligatorio hacerlo pero si ellos querían podían obligarte a hacerte un análisis de sangre y como yo no había bebido…
- Si, si. No hay problema. ¿Qué tengo que hacer? –Se trataba de mi primer control de este tipo-
- Por favor, baje del coche y sitúese en el arcén. -Y así lo hice obedientemente.
- Por favor –la cortesía era impresionante- saque la boquilla de cartón de la funda de plástico y colóquela en la abertura de este alcoholímetro, dijo mientras me entregaba ambos artilugios.
- Ahora, coja todo el aire que pueda y sople con fuerza desde el principio hasta que vacíe los pulmones.
Tengo una capacidad pulmonar record. Y me dispuse a demostrarlo. Como me habían indicado, tomé todo el aire que pude y comencé a soplar como un energúmeno.
Sin embargo… se me habían olvidado los pantalones y el cinturón desabrochados. Mientras soplaba como un poseso, mis vaqueros se fueron a los tobillos a la velocidad del rayo dejándome en gayumbos en mitad de la carretera y frente a la pareja de la Guardia Civil. Mientras, obediente, yo seguía soplando, intentaba subirme los pantalones con una mano y no poner cara de gilipollas. Pero creo que no conseguí ninguna de las dos cosas.
Cuando, por fin, terminé de soplar, le entregué el aparatito de la porra al Guardia Civil y me subí los vaqueros.
Me enseñaron el resultado de la prueba: 0,0.
Pero pienso que no se lo creían del todo.
Mi mujer en el coche se despiporraba de risa. Mis hijos afortunadamente ya estaban dormidos. Y los Guardias campeones mundiales de póker. Imperturbables.
- Muchas gracias. Buenas noches. Ya puede usted continuar.
Subí al coche rápidamente. Mi mujer se seguía partiendo de risa y yo estaba pues… no sé. Muerto de vergüenza, quizá, pero me forcé a reír también para no agravar las cosas mientras evitaba mirar por el retrovisor porque, estoy seguro, los Guardias debían estar revolcándose por el suelo.
Desde luego esa noche en el cuartel iba a ser más animada que otras.
Al terminar el ágape cogimos el coche para irnos, mi mujer, hijos y yo, a casa situada a unos 35 Km. Era viernes noche, no había casi circulación, así que me acomodé tranquilamente en el asiento del conductor, y como estaba ahíto, me relajé dándome un par de puntitos en el cinturón y soltando el botón del pantalón. Así, ya agustito, emprendimos el camino comentando el cumpleaños y despellejando, como corresponde después de una reunión, a unos y otros.
Cuando llevábamos unos diez minutos de camino, vimos algo extraño en la carretera. Parecían unas luces que se movían y al principio pensamos en un accidente. Prudentemente, a fin de no molestar, me coloqué en el carril izquierdo según nos acercábamos.
Pero se trataba de un control de la Guardia Civil y en cuanto me vieron cambiar de carril a por mí que fueron. Me hicieron claras señales de que parara en el arcén y obedientemente así lo hice. Bajé la ventanilla y se acercaron haciendo el saludo militar, llevándose la mano a la gorra.
- Buenas noches
- Buenas noches -respondí-
- Se trata de un control rutinario de alcoholemia. ¿Está dispuesto a someterse a él?
En esa época no era obligatorio hacerlo pero si ellos querían podían obligarte a hacerte un análisis de sangre y como yo no había bebido…
- Si, si. No hay problema. ¿Qué tengo que hacer? –Se trataba de mi primer control de este tipo-
- Por favor, baje del coche y sitúese en el arcén. -Y así lo hice obedientemente.
- Por favor –la cortesía era impresionante- saque la boquilla de cartón de la funda de plástico y colóquela en la abertura de este alcoholímetro, dijo mientras me entregaba ambos artilugios.
- Ahora, coja todo el aire que pueda y sople con fuerza desde el principio hasta que vacíe los pulmones.
Tengo una capacidad pulmonar record. Y me dispuse a demostrarlo. Como me habían indicado, tomé todo el aire que pude y comencé a soplar como un energúmeno.
Sin embargo… se me habían olvidado los pantalones y el cinturón desabrochados. Mientras soplaba como un poseso, mis vaqueros se fueron a los tobillos a la velocidad del rayo dejándome en gayumbos en mitad de la carretera y frente a la pareja de la Guardia Civil. Mientras, obediente, yo seguía soplando, intentaba subirme los pantalones con una mano y no poner cara de gilipollas. Pero creo que no conseguí ninguna de las dos cosas.
Cuando, por fin, terminé de soplar, le entregué el aparatito de la porra al Guardia Civil y me subí los vaqueros.
Me enseñaron el resultado de la prueba: 0,0.
Pero pienso que no se lo creían del todo.
Mi mujer en el coche se despiporraba de risa. Mis hijos afortunadamente ya estaban dormidos. Y los Guardias campeones mundiales de póker. Imperturbables.
- Muchas gracias. Buenas noches. Ya puede usted continuar.
Subí al coche rápidamente. Mi mujer se seguía partiendo de risa y yo estaba pues… no sé. Muerto de vergüenza, quizá, pero me forcé a reír también para no agravar las cosas mientras evitaba mirar por el retrovisor porque, estoy seguro, los Guardias debían estar revolcándose por el suelo.
Desde luego esa noche en el cuartel iba a ser más animada que otras.
Y a ver, listos ¿quién de vosotros puede presumir de haberle hecho un streptease a la Benemérita?
Republicado, Aspective
jajajajajajaja...Perdona pero es q lo has descrito de una manera que no he podído evitar partirme de la risa Aspective...Tú pasarías un mal rato pero tu mujer se lo pasaría pipa..jajajajajaja
ResponderEliminarUn abrazo!
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ResponderEliminar¡Qué risa! me gusta tu manera de narrar, soy afecta a los textos autobiográficos o semiautobiográficos. Y anécdota me ha encantado.
ResponderEliminarJajajajaja!!! que buena la anécdota!!! aun me estoy riendo!!!
ResponderEliminaren fin... a mi nunca ,me ha pasado eso, aunque en un control de alcoholemia si que consegui que el Mosso D'esquadra se pegara unas risitas conmigo...
destaco ya de paso, que he hecho 2 controles de alcoholemia en mi vida, y las 2 veces he dado 0,0 xD
he de decurte que hace muy poco paseé un control de estos...el mio más rápido que el tuyo...
ResponderEliminarbuenas noches...
- buenas noches...
ha bebido usted?
- yo? no, por supuesto.
entonces continúe
-muy bien, adiós.
¿qué te parece?...no hay como mentir a la benemérita!!!!!!
un besote aspective...y ahora si, ya me marcho de vacaciones..besos.
hola Aspective , estuve temprano pero por cuestion de la chamba no pude terminar de leerlo pero ahora si jeje , oye en los demas vehiculos también las conductoras se han de haber echado un taquito de ojo ,a mi lo que me paso fue que estaba tan delgada que la ropa me quedaba grande y los pantalones pues los andaba sin cinturón traia las manos ocupadas con cajas y entre el subir el pantalon y las cajas a duras penas llegue al elevador y juacatela los pantalones al piso tuve que pararlo subirmelo y tomar de nuevo las cajas jajajajajajajajaja por suerte no venia acompañada jeje figurate como al bruce almighty cuando se le caen los pantalones de facil jeje saludos y buenas noches despe.
ResponderEliminarEl efecto Mariposa:
ResponderEliminarSí mi mujer, que ahora es mi ex, creo que todavía se debe de estar riendo. Y los Guarida Civiles también...
Carmen María Hernández:
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero verte a menudo por aquí entonces, ja ja
Un abrazo
SnakePlissken:
Lo del 0,0 es perfecto, porque nos tenemos que concienciar que alcohol y coche se llevan muy mal.
Grumpy:
En tu historia hay algo más, seguro. ¿Una caidita de ojos, un escote pronunciado, la raja de tu falda como diría Estopa? Porque si no, no lo entiendo...
despe
Pues me hubiese gustado estar allí... para ayudarte con las cajas, claro.
Jajajaja. Curiosa tu vida eh? Que de anecdotas, y cada cual mejor que la última jajajja. Yo, seguro que en tu lugar me hubiese partido de risa en ese momento y al carajo el control de alcolhemia jajaja. Un saludo
ResponderEliminarRuben:
ResponderEliminar¡Ufff! 50 años dan para muchas meteduras de pata.
A mi, te aseguro que gracia, no me hizo ninguna. La sensación de gilipollas que se te queda...
Jajajajajajaaj ay dios mio que pechá de reir, es que solo de imaginarmelo no puedo ni teclear, jajajajjajajajaj, jajajjjajajjaja.
ResponderEliminarMoHiKaNa:
ResponderEliminarEspero que tu imaginación no sea muy vívida, pues ya me está dando hasta vergüenza. ¡¡No mires!!
Querido, en Madrid, viernes a la 1, yendo a recoger a uno de mis hijos. Baje en pijama al parking, que en casa se baja directamente en ascensor, y me fui tan pizpireta con otro de mis hijos. Y en una zona de copas, llenita de gente joven (mi hijo mediano no lo olvidará JAMÁS) su madre bajó en pijama, un pijama rojo 16 tallas más grandes que ella, subido estilo Julián Muñoz por debajo de las axilas, el pantalón. Con los calcetines montados por encima del pantalón. En zapatillas y con los pelos revueltos. Esa policía municipal que me ve y que después de medio paseíllo me dice que mejor que no, que no haga la prueba. Y yo, después de la exhibición dije que la quería hacer, y en ese momento, un grupo se pone a gritar: "Que sople" "Que sople". A esas alturas mi hijo ya estaba buscando como esconderse en el coche para que no se le viera.
ResponderEliminarMientras hacía la prueba, me saqué un poco la chaqueta, saqué las perneras del pantalón de los calcetines, por arreglar un poco la presencia y cuando terminé, hice el paseíllo de vuelta entre silbidos y aplausos del respetable.
Recogí a mi hijo mayor y me hicieron dar media vuelta a Madrid para no pasar por el mismo sitio, por si nos reconocían.
Pero todo esto venía a que los municipales decían que siempre les tocaba a ellos los numeritos graciosos o extravagantes, y de quedárseles gente en gayumbos, contaron que era habitual porque van haciendo "trabajillos" y les pillan en plena faena, así que lo mismo se pensaron que ibais entretenidillos, jejejeje.
Besitossssss
jejejeje...
ResponderEliminarVaya palo, quedarse en calzones delante de un guardia civil.
A mi una vez un guardia civil me dijo que no no era una monjita de la caridad, porque le rogué que no me pusiera una multa.
Estaban a la caza y a mi me cazaron.
Saludos.
jajajajajajaja, jajajajaja, jajajajaja... entre lo tuyo y lo de Montse no voy a parar de reir en una semana.
ResponderEliminarYo pasé el "controlito" en una ocasión. Era sábado noche (bueno, más bien domingo de madrugada) y la conversación con el guardia civil me tenía doble sentido por todas partes (es que mi mente, ya de por sí maliciosa, está en su máximo apogeo las noches de fin de semana):
-¿Ha bebido usted?
-Pues, es sábado noche... me parece que sí, que he bebido...-y me lo quedé mirando...
Cuando me pasó el aparatito en cuestión me pareció de lo más raro, levanté la mirada al guardia civil:
-Es mi primera vez... y no tengo ni idea de lo que tengo que hacer...
El chico (me tocó uno joven, alto y guapo) creo que se percató de la malicia de mi voz:
-Sácale la funda.
Yo retiré la funda...
-Ahora... mételo en tu boca
Lo miré porque aquello de repente parecía muy íntimo... metí el aparato en mi boca y, por una vez en mi vida... soplé...
Montse:
ResponderEliminarEs buenísimo. Creo que tus hijos estuvieron a punto de dimitir de madre: "¿Yo, a esa señora? No la he visto en mi vida.
ja ja ja
¿Y no tendrías una foto? porque yo estaba ridículo en gayumbos en mitad de la autopista pero a ti te imagino preciosa...
En el fondo los guardias deben de ver algunas cosas divertidas.
Y, fíjate si me falta costumbre, que hasta ahora, unos cuantos años después, ni se me había ocurrido que pudiesen pensar lo del "trabajito" (Y no te dijo a mi ex que ni siquiera debe de saber de que hablamos...)
Genial tu comentario, Montse. Siempre me parto contigo.
Gorio:
ResponderEliminarLamentablemente no ha sido la única vez que he hecho el ridículo así. En diciembre puse una entrada:
http://comeduradetarro.blogspot.com/2008/03/el-despertar-es-el-momento-del-da-que.html
que según mi mujer es la mejor, (porque ella fue la causa, creo yo) en donde me volví a quedar en gayumbos frente a la guardia civil. Y con los perros olisqueándome los... cataplines.
Sonvak:
Desde luego eres la leche. Hasta a un control de alcoholemia le puedes sacar punta. ¿Y que cara puso el guardia?
Y me encanta la frase final, ja ja ja.
JAAJAJAAJAA!!!!
ResponderEliminarNo le hiciste un streptease, mejor aún, LE HICISTE UN CALVO!!
Me encanta, me llevo este post a mi sidebar.
Mua.
Barbi-palometa (¿sabes que a la japuta en Madrid se le llama palometa?)
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero que el guardia no se enterase de lo que le hice... por si acaso
La anécdota de la Guardia Civil es para contar a tus nietos. Me he partido el culo cuando la he leído.
ResponderEliminarUn rampyabrazo