En algún post anterior ya hablé de lo difícil que resulta mantener la dignidad en algunas circunstancias. No es que mantenerla sea muy importante per se, pero resulta cómodo para seguir conviviendo contigo mismo y que puedas mirarte al espejo a pesar de las ojeras, las canas y las arrugas. (¡Qué deterioro, dios mío!)
En una de esas me vi nuevamente el otro día. Acudía, por primera vez en mi vida, al urólogo: estaba pensando en hacerme una vasectomía. Tú, vas pensando casi en términos filosóficos. Para ti, la intervención es el fin de un ciclo, y conlleva unos cambios a nivel mental y emocional para los que creía estar preparado pero que quería comentar con el médico y además que me contara todos los procesos y secuelas. Hasta aquí bien, pero a partir de ese momento empieza a convertirse todo en algo más escatológico de lo que había pensado.
El doctor, aparentemente, me escuchó y pasó a hacerme las preguntas de rigor para abrir el historial: edad, antecedentes familiares, otras operaciones, etc. De repente llegamos a la pregunta crucial:
- ¿Ha acudido usted con anterioridad al urólogo?
- Pues, no -respondes muy seguro de ti mismo, ya que si no lo has necesitado, te parecía tonto visitarle para tomar unas cañas solamente-.
- ¿Y con casi cincuenta años y no ha ido nunca al urólogo?
Joer, pues no, ni a EuroDisney tampoco.
Y ahí vino la primera bronca.
- ¿Y fuma usted?
¡Ah! Aquí si estaba prevenido, pues ya se que el binomio médico-tabaco es incompatible.
- Bueeeeno, pueeees, si.
- Pues lo tiene que dejar, ¿no sabe que el tabaco y más a su edad, puede provocar impotencia?
¡Cómo que a mi edad! ¿Cómo que a mi edad? Pero si el tío este tiene, al menos, treinta años más que yo!! e ¿impotencia? si estoy hecho un toro y no se lo que es un gatillazo, salvo por los libros… (No vale preguntarle a mi mujer ¿eh?)
Así que uno, que iba en plan metafísico con ideas trascendentalistas (de dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos…) se encuentra hundido y desarmado hábilmente por el contrario y en la primera maniobra. En dos preguntas me ha echado la bronca por irresponsable, me ha hecho sentirme idiota por fumar (sin comentarios, que os oigo), me llama viejo y además, impotente. Si llego a ir con una sífilis, el tío me fustiga con el látigo, seguro. Pero lo bueno no había empezado todavía. Esto era solo para marcar las distancias.
- ¿Orina usted por la noche?
- No señor, no me meo en la cama desde los dos años.
- ¡Que si se levanta usted a orinar por las noches o aguanta toda de un tirón!
- Hombre, sólo me levanto si tengo ganas…
Ante su expresión le aclaré que suelo aguantar toda la noche, pero que duermo poco y las noches son cortitas. Así esperaba dejarle un poco más contento porque pensando en la vasectomía me la iba imaginando ya más como una castración…
- ¿Y como orina usted?
Este tío debe de ser tonto. ¿Qué le contesto? ¿Calentito y espumoso? ¿De pie? ¿Con la minga en la mano? ¿Cara a la pared? En fin, antes de meter la pata, cabrearle y que me cortara algo más de lo debido, preferí aclarar la pregunta.
- ¿A qué se refiere?
Después de mirarme fijamente, y con unos ojos de esos que en las novelas califican como gélidos, tiene la amabilidad de aclararme
- Que si el chorro es continuo y fuerte, o intermitente y que si duele al orinar.
Caray que morboso es el tío. Le respondo que si, que el chorro es impresionante y que no duele nada. Al contrario, cuando te estás meando que ya no puedes más, es uno de los mayores y más relajantes placeres de este mundo.
- ¿Y hay restos de sangre en su orina?
Pero bueno, este tío está convencido de que soy imbécil. Si me doliera o tuviese restos de algo, o algo funcionara mal, se lo habría dicho e incluso ¡habría ido al médico! Pero como siempre, pensando en mi integridad futura, le contesto muy dignamente que no, que puede variar el color, pero nada de restos ni de nada.
Al parecer, cansado ya de mis negaciones, me indica que pase a la salita adjunta y me baje los pantalones. Supongo que es normal, porque estábamos en el médico, de hecho él era el médico, pero sonó mal.
En fin, en la sala, me quedo con las vergüenzas al aire, esperando, y te observas (¿siempre ha sido tan pequeña…?) y piensas si, por fin, vamos a hablar de la vasectomía. Llega el doctor, se coloca unos guantes de examen (pues no, no vamos a hablar de nada, al parecer) te agarra de ahí mismo y empieza a ¿hacer qué? Supongo que estaría examinando médicamente algo importante, pero yo no me di mucha cuenta pues estaba interiormente rezando: “Que no se me levante, por favor, que no se me levante, que se esté quietecita, que además de tío –aunque eso parece que cada vez importa menos- es viejo, feo, antipático y ¡¡no me gusta nada!!”. Pero como todos sabemos que tiene vida propia y que jamás obedece, yo no las tenía todas conmigo. Al fin acabó el examen y yo, todo orgulloso, comprobé que la cosa seguía tan triste como antes. ¿Qué se había figurado este?
Pero la alegría dura poco en casa del pobre y de repente veo que se empieza a echar un gel en un dedo del guante. ¡Vaselina! Y en proporciones alarmantes ¿Qué quería hacer el tío este? Aunque me lo iba figurando…
- A ver, dóblese sobre la camilla y ponga el culo en pompa.
Pero si yo solo había ido a hablar de… En fin, daba igual; con los pantalones en las rodillas y los calzoncillos bajados, la posibilidad de una huida rápida estaba descartada y además la sala de espera estaba abarrotada. Siempre había pensado que algún día, si me metían en la cárcel… pero así, sin flores, ni cena, ni nada…sin siquiera decirme que me quería… que triste…
Totalmente resignado y vencido, me inclino sobre la camilla y el sádico, con el dedo embadurnado, se acerca y ¡zas! . Pero antes de darme cuenta ya estaba de nuevo libre. Y además, hube de reconocerme que no había sido desagradable. ¿Me estaré volviendo rarito?
- Ya se puede vestir, la próstata está bien.
Coño, a esa cosa, a la próstata, de la que tanto habías oído hablar y que siempre habías asociado al aparato urogenital masculino, resulta que se accede por atrás. Bueno, al menos estaba bien, algo es algo.
Volvemos al despacho, busca en su agenda y me dice:
- Bueno, le operamos el próximo día 8. Tome, firme esto y esto, llame al hospital por la mañana el mismo día para confirmar y preséntese en ayunas. Buenos días.
¿Buenos días? ¿y mis dudas? ¿y mis explicaciones? ¿y mi conversación metafísica?
Salgo de la consulta pensando que no me han aclarado nada, pero que el balance es raro. En diez minutos, me han llamado inconsciente, me han regañado y amenazado con quedarme impotente, me consideran viejo, me manosean las joyas de la corona y me meten un dedo por el….
¡Y eso que iba como enchufado de parte de un colega suyo, que si no…!
En fin, el día 8 pasó y yo no me presenté.
En una de esas me vi nuevamente el otro día. Acudía, por primera vez en mi vida, al urólogo: estaba pensando en hacerme una vasectomía. Tú, vas pensando casi en términos filosóficos. Para ti, la intervención es el fin de un ciclo, y conlleva unos cambios a nivel mental y emocional para los que creía estar preparado pero que quería comentar con el médico y además que me contara todos los procesos y secuelas. Hasta aquí bien, pero a partir de ese momento empieza a convertirse todo en algo más escatológico de lo que había pensado.
El doctor, aparentemente, me escuchó y pasó a hacerme las preguntas de rigor para abrir el historial: edad, antecedentes familiares, otras operaciones, etc. De repente llegamos a la pregunta crucial:
- ¿Ha acudido usted con anterioridad al urólogo?
- Pues, no -respondes muy seguro de ti mismo, ya que si no lo has necesitado, te parecía tonto visitarle para tomar unas cañas solamente-.
- ¿Y con casi cincuenta años y no ha ido nunca al urólogo?
Joer, pues no, ni a EuroDisney tampoco.
Y ahí vino la primera bronca.
- ¿Y fuma usted?
¡Ah! Aquí si estaba prevenido, pues ya se que el binomio médico-tabaco es incompatible.
- Bueeeeno, pueeees, si.
- Pues lo tiene que dejar, ¿no sabe que el tabaco y más a su edad, puede provocar impotencia?
¡Cómo que a mi edad! ¿Cómo que a mi edad? Pero si el tío este tiene, al menos, treinta años más que yo!! e ¿impotencia? si estoy hecho un toro y no se lo que es un gatillazo, salvo por los libros… (No vale preguntarle a mi mujer ¿eh?)
Así que uno, que iba en plan metafísico con ideas trascendentalistas (de dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos…) se encuentra hundido y desarmado hábilmente por el contrario y en la primera maniobra. En dos preguntas me ha echado la bronca por irresponsable, me ha hecho sentirme idiota por fumar (sin comentarios, que os oigo), me llama viejo y además, impotente. Si llego a ir con una sífilis, el tío me fustiga con el látigo, seguro. Pero lo bueno no había empezado todavía. Esto era solo para marcar las distancias.
- ¿Orina usted por la noche?
- No señor, no me meo en la cama desde los dos años.
- ¡Que si se levanta usted a orinar por las noches o aguanta toda de un tirón!
- Hombre, sólo me levanto si tengo ganas…
Ante su expresión le aclaré que suelo aguantar toda la noche, pero que duermo poco y las noches son cortitas. Así esperaba dejarle un poco más contento porque pensando en la vasectomía me la iba imaginando ya más como una castración…
- ¿Y como orina usted?
Este tío debe de ser tonto. ¿Qué le contesto? ¿Calentito y espumoso? ¿De pie? ¿Con la minga en la mano? ¿Cara a la pared? En fin, antes de meter la pata, cabrearle y que me cortara algo más de lo debido, preferí aclarar la pregunta.
- ¿A qué se refiere?
Después de mirarme fijamente, y con unos ojos de esos que en las novelas califican como gélidos, tiene la amabilidad de aclararme
- Que si el chorro es continuo y fuerte, o intermitente y que si duele al orinar.
Caray que morboso es el tío. Le respondo que si, que el chorro es impresionante y que no duele nada. Al contrario, cuando te estás meando que ya no puedes más, es uno de los mayores y más relajantes placeres de este mundo.
- ¿Y hay restos de sangre en su orina?
Pero bueno, este tío está convencido de que soy imbécil. Si me doliera o tuviese restos de algo, o algo funcionara mal, se lo habría dicho e incluso ¡habría ido al médico! Pero como siempre, pensando en mi integridad futura, le contesto muy dignamente que no, que puede variar el color, pero nada de restos ni de nada.
Al parecer, cansado ya de mis negaciones, me indica que pase a la salita adjunta y me baje los pantalones. Supongo que es normal, porque estábamos en el médico, de hecho él era el médico, pero sonó mal.
En fin, en la sala, me quedo con las vergüenzas al aire, esperando, y te observas (¿siempre ha sido tan pequeña…?) y piensas si, por fin, vamos a hablar de la vasectomía. Llega el doctor, se coloca unos guantes de examen (pues no, no vamos a hablar de nada, al parecer) te agarra de ahí mismo y empieza a ¿hacer qué? Supongo que estaría examinando médicamente algo importante, pero yo no me di mucha cuenta pues estaba interiormente rezando: “Que no se me levante, por favor, que no se me levante, que se esté quietecita, que además de tío –aunque eso parece que cada vez importa menos- es viejo, feo, antipático y ¡¡no me gusta nada!!”. Pero como todos sabemos que tiene vida propia y que jamás obedece, yo no las tenía todas conmigo. Al fin acabó el examen y yo, todo orgulloso, comprobé que la cosa seguía tan triste como antes. ¿Qué se había figurado este?
Pero la alegría dura poco en casa del pobre y de repente veo que se empieza a echar un gel en un dedo del guante. ¡Vaselina! Y en proporciones alarmantes ¿Qué quería hacer el tío este? Aunque me lo iba figurando…
- A ver, dóblese sobre la camilla y ponga el culo en pompa.
Pero si yo solo había ido a hablar de… En fin, daba igual; con los pantalones en las rodillas y los calzoncillos bajados, la posibilidad de una huida rápida estaba descartada y además la sala de espera estaba abarrotada. Siempre había pensado que algún día, si me metían en la cárcel… pero así, sin flores, ni cena, ni nada…sin siquiera decirme que me quería… que triste…
Totalmente resignado y vencido, me inclino sobre la camilla y el sádico, con el dedo embadurnado, se acerca y ¡zas! . Pero antes de darme cuenta ya estaba de nuevo libre. Y además, hube de reconocerme que no había sido desagradable. ¿Me estaré volviendo rarito?
- Ya se puede vestir, la próstata está bien.
Coño, a esa cosa, a la próstata, de la que tanto habías oído hablar y que siempre habías asociado al aparato urogenital masculino, resulta que se accede por atrás. Bueno, al menos estaba bien, algo es algo.
Volvemos al despacho, busca en su agenda y me dice:
- Bueno, le operamos el próximo día 8. Tome, firme esto y esto, llame al hospital por la mañana el mismo día para confirmar y preséntese en ayunas. Buenos días.
¿Buenos días? ¿y mis dudas? ¿y mis explicaciones? ¿y mi conversación metafísica?
Salgo de la consulta pensando que no me han aclarado nada, pero que el balance es raro. En diez minutos, me han llamado inconsciente, me han regañado y amenazado con quedarme impotente, me consideran viejo, me manosean las joyas de la corona y me meten un dedo por el….
¡Y eso que iba como enchufado de parte de un colega suyo, que si no…!
En fin, el día 8 pasó y yo no me presenté.
(Republicado: Aspective)
hola Aspective , me lo he leido de punta a punta en un ratito , no me culpes si me sonrei en algunas partes es la manera en que lo cuentas, bueno te digo que odio la llamada "profesional"de ciertos galenos oye si está tratando con gente que siente no con las piezas con que practican, obviamente el doc se quiere mucho no hagas caso , te dire que los hombres altos, con esas canitas y con gran sentido del humor le resultan grandiosos y atractivos a las chicas , por aqui me estan diciendo que a los 50 se empieza a vivir mejor todavia asi que órale buenas noches despe
ResponderEliminarpues a mi parecer ese medio es un autentico imbecil... yo voy a lmedico a que me aclaren dudas, y como yo no vea dudas aclaradas de meterme el dedo en el culo nada de nada.
ResponderEliminarFaltaria mas!
Bueno, yo es que me he partido de risa, porque lo cuentas de una manera... otra cosa sería vivirlo en piel propia, je.
ResponderEliminarAspec, me has fallao. Circunspecta me hallo ante tu actuación. Un hombre como tú y con estas trazas????
ResponderEliminarYa sólo me falta que me digan que Harrison Ford es gay y me quedo sin ídolos.
Esto no se hace corazón. Los ídolos tenéis una imagen que mantener y no podéis romperos en pedazos ante una triste viuda y anciana como yo. Amossssssss, jomío!!!!
Ainsssssssssss, y ahora se te ha pasado el ocho.
Besitossssssss
Postdata.- En Feisbuk me mandas unas cosas de besos de amigos pero cuando voy a mirarlos dice que "nueces de California" y que vuelva otro día. Yo entro por otro sitio y te mando pero no sé lo que me mandas tú. Te lo doy por agradecido pero..... ta chungo
Ains...jajajajaja....ains ains ....jajajaja....Pero qué te han hecho?....jajajaja
ResponderEliminarLo que me he reido...jajaja...Y ya cuando me he ido a meter a comentar estaba pensando...Y la bronca que le echaría la mujer al ver que no ha ido a la cita!!!! jajajajajajajaja..Pobrecillo joer...!!
Besossss!!!!!
Jjajajjajaa, perdón por la intromisión, pero me he partido de la risa. Y luego nos quejamos nosotras en el ginecólogo, ajjajajaja.
ResponderEliminarUn saludo.
Ya imaginaba yo que la urología debía dar mucho juego... pero jamás imagine que tanto, jajajaja... menuda jarta de rei
ResponderEliminarSi vale... que de la forma que lo cuentas me he reido pero... coño!!! que de aquí a poco yo tambien he de empezar a ir al urólogo... y la parte que más me ha impactado es eso... que ni flores, ni cenas románticas, ni besitos en las orejillas (eso no lo has dicho tu pero lo añado yo), ni cariños ni na de na... hombre... así no... Este relato es como una película de terror!!!
ResponderEliminarMenuda pandilla de exageraos... Tranqui, tío, te comprendo. Yo he pasado por ese trance unas 20 veces, y es que tengo propensión a los cálculos de riñón, y cada vez que tengo uno y sangro al orinar, el médico me hace un examen del retrovisor a ver cómo está la próstata. Ya me he acostumbrado, pero la primera fué chocante... en pelotas y subido a una escalerilla de mano. En fin....
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