Siempre bromeo con lo poco parecido a mí que es Diego. Ni en el físico ni en el carácter. Pero a veces esto llega ya a tomar un cariz preocupante cuando se ve que es opuesto totalmente. Yo soy de carácter tranquilo (y de hobbies de poca acción) y él no puede parar un momento. Tiene prisa por saberlo todo, conocerlo todo, hacerlo todo.
Camino del colegio o de regreso, en el coche, como el trayecto es largo y atascado, además de la música, tenemos que jugar: a deletrear (el tío es un maestro) y a las palabras encadenadas; y no pierde, no os creáis...
A día de hoy tenemos pendiente, porque él lo ha pedido con la insistencia (pesadez) propia de la edad hasta que he claudicado: el llevarle a un campo de fútbol para ver un partido en vivo y en directo (odio el fútbol), que le enseñe a jugar al baloncesto (tengo que comprar una canasta), que le enseñe a jugar al ajedrez (ayer aprendimos el movimiento de las fichas, echamos una partida y se cabreó porque perdió), fabricar una cometa (no he volado una en mi vida), coger unos caracoles del jardín para su bote de mascotas (la tasa de mortandad de los caracoles en manos de mi hijo es similar a la que tendrían en manos de un cocinero catalán), subirle el manillar y el sillín de la bici, que no suelta para nada (el tío no hace nada más que crecer), enseñarle a patinar (como mucho le sujeto, porque yo jamás lo he conseguido), jugar al tenis un rato cada día (es que en el colegio no me lo cansan lo suficiente), ir a la piscina a diario en cuanto el tiempo acompañe (será para relajarse, espero), ir al Retiro a subir en las barcas (supongo que me querrá remar él, claro) Además de pedirte continuamente que juegues al parchís, a los gormiti, bakugan y demás bichos de la TV . Y yo soñaba con las vacaciones para tirarme a la bartola, leer tebeos y poco más. Este chaval me agota solo con la lista de peticiones. Creo que necesita tres o cuatro padres más para atender todo lo que quiere hacer...
En fin, para cubrir las vacaciones, ya que algo hay que hacer o en algún sitio hay que “aparcarle” dado que nuestras vacaciones solo suman dos meses y él tiene tres de parón veraniego, le inscribimos en un campamento, y en julio estará quince días haciendo todas las actividades que le propongan. El tío está encantado porque le han contado que va a hacer marcha, marchas nocturnas, escalada en pared, tirolina, cuerda floja, piragüismo, montar a caballo, piscina diaria y jugarán al fútbol, baloncesto, trabajar en la huerta, gymkanas… No sé si el campamento es de verano o de los “marines” y yo estoy cansado solo de pensarlo, pero él está encantado. Bueno, pues todo esto se lo contaron el viernes en una reunión de los padres con la organización del campamento para despejar dudas de última hora y coordinar salidas, etc. Durante una hora nos contaron diversos temas y al final abrieron el turno de preguntas. Estábamos en la sala unas 80 o 90 personas de las que el 90% éramos adultos. En mitad del turno de preguntas, veo que mi hijo levanta la mano sin consultar con nadie, le dan el turno de palabra y pregunta “¿puedo llevar el peluche que uso para dormir?”. Me quedo alucinado. Le contestan que sí, por supuesto y siguen respondiendo preguntas. Al rato vuelve a levantar la mano, le vuelven a otorgar la palabra, después de ya preguntarle como se llamaba y cuántos años tenía y pregunta “¿Me vais entonces a enseñar a escalar? Porque yo no sé todavía”. Le aclararon que por supuesto, que a eso se iba, a aprender y disfrutar y se quedó tranquilo. Joer, pero si a la gente, a los adultos, les da vergüenza hablar en público y muchas veces se quedan sin hacer preguntas solo por no tener que levantarse y hablar delante de todos…
Camino del colegio o de regreso, en el coche, como el trayecto es largo y atascado, además de la música, tenemos que jugar: a deletrear (el tío es un maestro) y a las palabras encadenadas; y no pierde, no os creáis...
A día de hoy tenemos pendiente, porque él lo ha pedido con la insistencia (pesadez) propia de la edad hasta que he claudicado: el llevarle a un campo de fútbol para ver un partido en vivo y en directo (odio el fútbol), que le enseñe a jugar al baloncesto (tengo que comprar una canasta), que le enseñe a jugar al ajedrez (ayer aprendimos el movimiento de las fichas, echamos una partida y se cabreó porque perdió), fabricar una cometa (no he volado una en mi vida), coger unos caracoles del jardín para su bote de mascotas (la tasa de mortandad de los caracoles en manos de mi hijo es similar a la que tendrían en manos de un cocinero catalán), subirle el manillar y el sillín de la bici, que no suelta para nada (el tío no hace nada más que crecer), enseñarle a patinar (como mucho le sujeto, porque yo jamás lo he conseguido), jugar al tenis un rato cada día (es que en el colegio no me lo cansan lo suficiente), ir a la piscina a diario en cuanto el tiempo acompañe (será para relajarse, espero), ir al Retiro a subir en las barcas (supongo que me querrá remar él, claro) Además de pedirte continuamente que juegues al parchís, a los gormiti, bakugan y demás bichos de la TV . Y yo soñaba con las vacaciones para tirarme a la bartola, leer tebeos y poco más. Este chaval me agota solo con la lista de peticiones. Creo que necesita tres o cuatro padres más para atender todo lo que quiere hacer...
En fin, para cubrir las vacaciones, ya que algo hay que hacer o en algún sitio hay que “aparcarle” dado que nuestras vacaciones solo suman dos meses y él tiene tres de parón veraniego, le inscribimos en un campamento, y en julio estará quince días haciendo todas las actividades que le propongan. El tío está encantado porque le han contado que va a hacer marcha, marchas nocturnas, escalada en pared, tirolina, cuerda floja, piragüismo, montar a caballo, piscina diaria y jugarán al fútbol, baloncesto, trabajar en la huerta, gymkanas… No sé si el campamento es de verano o de los “marines” y yo estoy cansado solo de pensarlo, pero él está encantado. Bueno, pues todo esto se lo contaron el viernes en una reunión de los padres con la organización del campamento para despejar dudas de última hora y coordinar salidas, etc. Durante una hora nos contaron diversos temas y al final abrieron el turno de preguntas. Estábamos en la sala unas 80 o 90 personas de las que el 90% éramos adultos. En mitad del turno de preguntas, veo que mi hijo levanta la mano sin consultar con nadie, le dan el turno de palabra y pregunta “¿puedo llevar el peluche que uso para dormir?”. Me quedo alucinado. Le contestan que sí, por supuesto y siguen respondiendo preguntas. Al rato vuelve a levantar la mano, le vuelven a otorgar la palabra, después de ya preguntarle como se llamaba y cuántos años tenía y pregunta “¿Me vais entonces a enseñar a escalar? Porque yo no sé todavía”. Le aclararon que por supuesto, que a eso se iba, a aprender y disfrutar y se quedó tranquilo. Joer, pero si a la gente, a los adultos, les da vergüenza hablar en público y muchas veces se quedan sin hacer preguntas solo por no tener que levantarse y hablar delante de todos…
Finalmente nos presentaron a los monitores que los atenderían por grupos de edad. Cuando localizó al que le correspondía por sus 6 años, le empezó a hacer gestos con la mano cerrada y el pulgar hacia arriba y al terminar la reunión se acerca al monitor, se presenta, le pregunta si va a ser su monitos, que como se llamaba y que qué iban a hacer.
Y yo me preguntaba ¿para qué hemos venido nosotros la reunión? ¿de acompañantes? Porque con haberle mandado a él seguro que se enteraba mejor que nosotros de todo. ¡Pero si yo, con seis años, tenía simplemente que preguntar la hora por la calle y me moría de vergüenza y no lo hacia…!
Desde luego, este crío es clavadito a su padre… pero a mí no se me parece en nada.
Joer,niño, sólo con leer tanta actividad ya me he quedau agotaica pa toa la semana... ¿donde dices que esta la Bartola?
ResponderEliminarjajajajaja
ResponderEliminarjajajajaja
jajajaja.....
cómo me he reído....
(te echaba de menos)
besos
Y la baba de Aspective chorreaba de vuelta a casa de la reunión dejando un reguero por toda la carretera que durante muchos días tuvo a la ciudad en vilo por peligro de deslizamientos.... jejejeje
ResponderEliminarQué suerte tienes, condenao! Y qué suerte tiene Diego de tenerte como padre...
Un beso de los gordos.
jajajajajajajaja... me parto con tu post y con el comentario de Mariposa, jajajajajajajajaja...
ResponderEliminarPues sí que ha salido activo y espabilado Diego, je... Yo también me agoto solo con leer todo lo que quiere hacer :))
Besazos y buen fin de semana!!!
Bueno, pues yo también me he agotado solo de leer!!
ResponderEliminarmadre mía, que actividad!!!!
la ultima frase.....que brutico eres.