miércoles

No debería haber ido, pero...

Si es que no debería haber ido. Pero la corrección política, la necesidad de trabajo y el peloteo necesario para conservarlo, me hicieron acudir a una (a todas en realidad) de las varias comidas / cenas de trabajo que, bien a través de la empresa que me contrata, la que me subcontrata, o la que ha comprado a la que me contrata, tenía, tengo, para estas Navidades.

Lugar, restaurante de lujo a las afueras de Madrid, sobre el km. 12 de una autopista importante (no me pagan la publicidad, pues no la hago). Segunda planta. Es un cóctel, así que todos de pie y a joderse. Al menos, se puede fumar saltándonos todas las reglamentaciones. Hay ceniceros por todas partes y nadie protesta. Sólo alguno añora el próximo dos de enero. Que le den.

Hay que estar a la que salta para cazar algo de las bandejas. Y como las tapas son de diseño, preguntar al camarero portador "¿qué es eso?" no sea que nos vayamos a meter en la boca alguna guarrería. Y con las cosas de comer no se juega. Las bebidas, si tomas vino blanco o tinto, son abundantes. Si bebes cerveza, te puedes agarrar una buena, pero si quieres ejercer de inculto, y de no saber disfrutar de la mesa tomando coca-cola (esta publicidad es gratuíta y la pongo porque quiero) lo llevas crudo. Aparecen de vez en cuando y al sitio que he escogido no llegan.

Toreas las bandejas con pescados, mariscos y carnes crudas. Te refugias en los socorridos fritos y algunas lindezas de verduras a la no se qué con crujiente de no se cuantos. La velada es amenizada por un grupo de godspell que interpreta,o ejecuta, villancicos de siempre a un ritmo tal que hacen que si no fuera por la letra no los reconocería ni su autor. Nadie aplaude y todo el mundo sigue a su conversación y a su bandeja. Más villancicos. Luego los discursos de los jefazos todas las empresas presentes. Gratamente sorpendido compruebo que deben de tener hambre y que en cinco minutos han acabado todos. Perfecto.
Entonces comienza a sonar música que pone un tío situado al fondo a la izquierda con cascos y dos giradiscos delante de él.

¿Os he comentado que trabajo con pipiolos? El mayor de mis compañeros debe de tener 30 años. Eso supongo que debe de tener alguna ventaja, pero no la encuentro, y sí desventajas. Nuestros ejes de comunicación jamás coinciden aparte del tiempo meteorológico. Las referencias culturales son totalmente distintas. Y te hacen sentir viejo. Cuando tú piensas en el problema de la vivienda para tu hija mayor, ellos comentan los problemas que les acarrea vivir en casa de sus "viejos". Bueno, pues haciendo referencia al tipo que ponía la música, se me ocurre hacer un comentario sobre el "pinchadiscos". Caras de asombro entre mis compañeros y después de un breve silencio, carcajada general. Me corrigen y me indican que a ese tío se le llama D.J. (pronúnciese Diyéi). Vamos, como siempre, D.J.=Disk Jockey=traducido a pinchadiscos. Pero... debo de ser un inculto. En cualquier caso, debo de estar haciéndome viejo y desfasado. Al menos para su forma de ver...

Pongo, para finalizar, un texto de Mario Benedetti, titulado "Síndrome" que he copiado tal cual del blog de conxa, siempre magnífica fuente de inspiración y que creo que viene que ni pintado al caso:





Todavía tengo casi todos mis dientes

...casi todos mis cabellos y poquísimas canas

puedo hacer y deshacer el amor

trepar una escalera de dos en dos

y correr cuarenta metros detrás del ómnibus

o sea que no debería sentirme viejo

pero el grave problema es que antes

no me fijaba en estos detalles.

1 comentario: