¡Que sorpresa!

Sí, me he llevado una gran sorpresa. Resulta que una de mis blogueras favoritas desde hace bastante tiempo ha escrito (y publicado) un libro... que no he leído aún. Pero se remediará...

Ya tenía su "radio", pero como consecuencia de la promoción del libro, supongo, o gracias a ella, podemos poner (todo junto) nombre, cara y voz a... ¡¡Molinos!!. Si a Moli, la de Cosas que (me) pasan. La que está casada con el Ingeniero (creo que con el ingeniero más famoso de España, por cierto), la madre de las Princezaz y que junto a Molimadre, Pobrehermano(s), Molihermana, Molicuñado, Minicuñado, Littlered y algunos amigos, más la "chusma" de Montes  y ciertos compañeros (la mayoría involuntarios) de la empresa de los Libros de Colores, conforman un elenco que nos hace, de alguna forma, participar de su vida y sobre todo, reír. Reír mucho.

Moli, divertida pero razonable,  que tiene opinión sobre todo y sobre cada cosa, que pisa todos los charcos con decisión, que con sus depellejes consigue hacer atractiva, siempre al día siguiente, la más coñazo de las galas y sus recomendaciones de libros, muy para gafapastas, pero bueno...

Moli, con su cuaderno y su pluma, anotándolo todo. Y todo bien dicho, escrito, con un vocabulario especial, propio, pero que asumes rápidamente porque es lógico, es coherente y divertido.

Ah, y Bruce... Su adoración por él es tal que incluso, a los que no nos gusta, nos hace escucharlo pensando que estamos, seguramente, equivocados, que lo hemos oído poco, porque algo tiene que tener el Boss para despertar esas pasiones. 

Me he reído, me ha hecho pensar, leer alguna vez algún libro recomendado, pero siempre esperaré, por encima de todo, una foto de una gota de sudor resbalando por el canalillo. La imaginación es libre ¿no?

Enhorabuena, Ana. Ya te falta menos para... ¿Presidenta del Gobierno? Porque el límite lo pones tú.

Conocedla, o disfrutad de ella, de Ana Ribera, Molinos: Ver entrevista


Google, una relación contradictoria

La relación que mantenemos con Google se ve sometida a fuerzas contrarias de distinta intensidad: nos maravillamos con su buscador, con Gmail, su correo, o con los vídeos de Youtube. No entendemos Google+, ni los hangouts y nos fastidia el control y conocimiento que tiene sobre cada uno de nosotros. Pero es que, además, tenemos Picassa, Maps, Drive, Calendar, Blogger, Traductor… y por supuesto Android. No me gusta que sepa tanto de mi… pero no puedo prescindir de ellos. Y, además, enamora.

Sí, cada vez que da un paso más, nos seduce. A continuación de las “Google glass“, que no sé si admiro o temo, ahora, dentro de Google Earth, nos entrega “Google Oceans“.

Después de “carto/fotografiar” toda la tierra internándose hasta los más recónditos rincones, y propiciando, de paso, incluso nuevos descubrimientos arqueológicos realizados desde el salón de casa (por no hablar de la inmensa cantidad de curiosidades que a partir de sus fotos podemos encontrar en internet) le ha llegado ahora el turno a los mares y océanos de todo el globo, con la realización de un nuevo mapa virtual de los océanos.

Desde este momento podremos perdernos, navegando con nuestro ordenador, en las profundidades de los océanos de todo el mundo, con imágenes, en 360 grados, de los arrecifes de coral y de las especies que viven en ellos. Una recopilación de imágenes y datos para poder contemplar los mares del mundo, y poder apreciar su increíble belleza a la vez que su delicado estado, concienciándonos de la necesidad de su protección inmediata.

Como la propia empresa de Mountain View indica, con Oceans, podremos bucear bajo la superficie y visitar el lugar más profundo del océano, la Fosa de las Marianas, la Gran Barrera de Coral de la Isla Herond en Australia, o el cráter Molokini en la Isla de Maui en Hawai y nos permitirá explorar el océano con los principales expertos, como los reporteros de National Geographic, aprender sobre las observaciones oceánicas, el cambio climático y las especies en peligro y descubrir nuevos lugares en los que hacer surf o bucear visitando los lugares más interesantes y los naufragios más conocidos.

El impresionante listado de “partners” participantes en este proyecto, nos indica la capacidad de enganche de la que goza la empresa Californiana. Entre las colaboradoras, destaca Seaview Catlin para poder utilizar la tecnología de reconocimiento facial y así catalogar y clasificar a los animales y a las formaciones de coral que se han capturado en imágenes.

Ahora que el verano va finalizando, no guardes el bañador y prepárate para darte un chapuzón en cualquiera de los “Siete Mares”.  Disfrútalo

viernes

Nomofobia

Estamos en verano, esa época del año que se asocia a calor, piscina, mosquitos, paella y tinto de verano en el chiringuito de la playa, viajes, alguna pérdida de maleta… Es decir, vacaciones. Las deseadas, ansiadas y esperadas vacaciones. Hace unos años, uno empleaba las vacaciones para descansar, estar con la familia, disfrutar de la compañía de la suegra bajo la misma sombrilla, viajar y ejercer de turista, divertirse, vivir la noche Ibicenca, o Marbellí o de Villacañas si se tercia, pero divertirse… hacer, en definitiva, lo que no se podía hacer el resto del año. Era una liberación de obligaciones, una ruptura con el día a día habitual y disfrutar por un tiempo limitado, y que siempre parece demasiado corto, de aquello que nos apeteciera hacer.

Sin embargo, actualmente, lo que está de moda no es nada de todo esto. Ahora hay que desconectar. “Voy a desconectar de todo”, “Intentaré desconectar” y otras variaciones similares, son los propósitos más habituales, los que con más frecuencia podemos oír. Quizá es lógico si tenemos en cuenta que la mayoría de las cosas con las que trabajamos y convivimos a diario están “conectadas”. Ordenadores, videoconsolas, televisores, cafeteras, relojes, , fotocopiadoras, reproductores de vídeo y bluray, portátiles, tablets, teléfonos…

¡Eh!, un momento. ¿Hemos dicho teléfonos? Cuidado, cuidado con lo que afirmamos gratuitamente. ¿De verdad estás dispuesto a “desconectar” y prescindir de tu smartphone? ¿Seguro? Piénsalo bien… ¿Puedes pasar sin llamadas, sin mensajes, sin consultar el tiempo o el tráfico, sin correo electrónico, sin fotos ni cámara, sin Pou ni Candy Crush, sin Apalabrados, sin Twitter ni Facebook, sin agenda ni calendario, sin reloj ni alarma, sin Shazam, sin calculadora ni gps, sin radio, música o linterna? y ….¡sin Whatsapp! ¿De verdad crees que puedes? En ese caso…¡¡enhorabuena!! Eres de la minoría que no padece “nomofobia” y eres capaz de vivir sin llevar encima tu teléfono móvil y no sufrir, claro (Pero realmente… ¿eso es vivir?)

Pero sí, hemos dicho “nomofobia”. La palabreja viene -qué extraño- del inglés, de la expresión ‘no-mobile-phone phobia’ y fue acuñada durante un estudio realizado por la Oficina de Correos del Reino Unido para estimar la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles. Los resultados revelaron que casi el 53% de estos tienden a sentir ansiedad cuando “olvidan o pierden su teléfono móvil, se les agota la batería o el crédito, o no tienen cobertura de red.” De acuerdo con el estudio, alrededor del 58% de los hombres y el 48% de las mujeres sufre la fobia, y un 9% adicional se siente estresado cuando sus móviles están apagados.

Pero no es un estrés de andar por casa. La investigación demostró que los niveles de estrés son equiparables con los nervios que se tienen el día antes de la propia boda o de una visita al dentista. Y ¿cómo saber si tengo nomofobia? Veamos… Si te quedas sin batería una tarde ¿logras evitar la impresión de estar perdido, ilocalizable? ¿Puedes detener la sensación de que te vas a perder la llamada más importante de tu vida en esas horas? ¿Cuánto tardas, según sales del cine o del teatro, en encender el teléfono para revisar tus mensajes o llamadas perdidas? Bien, no te preocupes, nos pasa a casi todos y va en aumento. En los últimos cuatro años esta adicción se ha incrementado en un 13%. Y aunque queda mucho siglo por delante, la llaman ya “La enfermedad del siglo XXI”

Un usuario medio consulta su teléfono 34 veces al día. Teniendo en cuenta que muchos de ellos siguen haciéndolo solo ocasionalmente, es fácil hacerse una idea de la dependencia del teléfono móvil que tenemos los demás. Y claro, ante un bien tan preciado, y como ocurre con cualquier tesoro que se convierte en obsesión, el miedo a perderlo puede llegar a ser aterrador. Según el estudio, el 70% de las mujeres reconoce tener pánico, lindando con el terror, a perder su teléfono móvil, y le sucede lo mismo al 61% de los hombres.
En España, la fobia tiene un gran caldo de cultivo; el 96% de los españoles tiene móvil, cifra que supera a la registrada en Estados Unidos, China o Francia. Y, aún más, el 26% de los usuarios tiene dos móviles, y el 2% hasta tres teléfonos. El 33% de los españoles navega en Internet a través de su teléfono. España es el país con más teléfonos móviles por habitante, y casi 10 millones de españoles utilizan Whatsapp para enviar mensajes o fotos… Las mujeres y los adolescentes suelen ser más propensos a padecerla: los jóvenes de entre 18 y 24 años son los más propensos.

La nomofobia, según indican los psicólogos, se manifiesta en síntomas como inestabilidad, agresividad y dificultades de concentración (síntomas típicos de los trastornos de ansiedad), malestar general, enfado o inquietud, negación, ocultación y/o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima. Para superar esta adicción la clave es aprender a controlarse, desprenderse del móvil de forma gradual, afrontar de forma aislada las sensaciones y pensamientos negativos derivados de este padecimiento como pueden ser las crisis de pánico. Los adultos ejercen una influencia importantísima en la vida de los niños a través de su comportamiento y el ejemplo es fundamental así que situaciones tales como no poder dejar de usarlo incluso en los momentos de reunión familiar como puede ser compartir una cena o reunión, se convierten en un problema. Para prevenirlo, se recomienda a los padres evitar que los hijos tengan conexión a la red desde su habitación y establecer unos horarios para un uso correcto de las tecnologías. Hay que separar momentos. La noche es para dormir y, por lo tanto, el móvil debe de estar apagado; del mismo modo que la cena es para comer y no para estar con el móvil. Es necesario aprender a utilizarlo de manera responsable.

Entonces ¿seguro que quieres desconectar? A ver, sean sinceros y que levante la mano quién sea capaz de dejarse el móvil en casa y no tener un deseo irrefrenable de volver a por él.

 Y si no lo conocéis, echadle un vistazo al vídeo. Es genial. Y tan real…


sábado

Grillos sin brisa

Es  noche de verano. Solo grillos cantando en una quietud iluminada por una luna en creciente. Sin brisa, sin ruidos, solo calor. Y nostalgia. O quizá no, porque no sé si es posible tener nostalgia de algo que nunca se tuvo.
Es viernes noche, estoy solo. Y hoy lo estoy por voluntad propia. He rechazado todos los planes que me han propuesto. No tengo el ánimo predispuesto a compartir nada y no hay nadie con quien me apetezca compartir algo.
En pleno acoso de esa pseudo nostalgia, he recordado mi martirio de cada verano. Los anuncios de Estrella Damm. Sin embargo, como este es ¡ya! el tercer verano consecutivo que paso sin televisión, he ido primeramente a las páginas antiguas de este blog a rememorar los que tenía insertados. Me siguen gustando, y me siguen haciendo añorar muchas cosas que no he vivido. Luego, en youtube, he buscado los de estos tres últimos veranos. Aunque la calidad va bajando año tras año, la idea se trilla demasiado, siguen despertándome los mismos ecos. La misma envidia. ¿Por qué la vida no se parecerá un poquito más a la publicidad?


No puedo mirar hacia afuera. Tantos escándalos, tanta corrupción y podredumbre, tanta desfachatez, tanto robo... me deprimen hasta extremos increíbles. Nunca pensé que las circunstancias sociales nos fueran a arrastrar hasta el punto en el que nos están llevando. Y nunca pensé que eso me fuera a afectar tanto, a sentirlo tan personal, íntimamente. Jamás, ni en un millón de años, habría pensado que pudiera odiar a alguien tanto sin conocerlo. Y me refiero al equipo que nos ¿gobierna? como vasallos y que están arrasando con todo. Entre lo mal que lo hacen, lo que roban, lo que encubren, lo que venden que es nuestro y la cancha que están dando de nuevo a la iglesia, a esa iglesia que tiene que imponer sus criterios y creencias a machamartillo, porque este país es suyo, coño, que no nos enteramos, y todos debemos comulgar aunque sea con ruedas de molino.
Me enciendo. Me voy. Repito, como se ve, no puedo mirar afuera. Solo hacia dentro de mi. Y preguntarme, demasiado en estos días, "por qué?". Aún a riesgo de parecer Mouriño. Saltan esos "por qué" en mitad de cualquier cosa, en cualquier momento, lo que me hace sospechar que no estoy en mis horas más altas. Surgen cuando estoy trabajando en una pequeña habitación de un piso reconvertido en lo que eufemisticamente se llama centro de negocios, y yo estoy en lo que sería un dormitorio pequeño, con focos halógenos, una miniventana, y sin aire. Se pasa calor, mucho, nunca había trabajado en una oficina sin aire acondicionado. De hecho, es uno de los inventos del hombre blanco que siempre me han apasionado. Tuve un despacho con doble fancoil, lo que lograba bajar la temperatura a bajo cero, instalé aire acondicionado en mi primera casa, en la casa de mis suegros a la que íbamos a veranear, en mi segunda casa… Ahora vivo sin aire acondicionado ni en casa ni el trabajo. ¿Qué es una chorrada? Por supuesto. No es nada más que un signo de las tonterías que pienso, de las ironías de la vida, de las vueltas que va dando esto…
Bueno, me han interrumpido y he perdido el hilo y la idea. Ya seguiré en otro momento, porque… mañana será otro día.




Bueno, estos eran los tres que me faltaban por ver. Y por compartir.

martes

Aire

Hola. Me gustaría conocerte. Sí. Sé que estás por ahí, por algún sitio, pero no te encuentro...

Ni siquiera estás escondida. Tienes tu vida, una vida normal, llena de risas, con amigos y familia. Vas y vienes al trabajo, sales a cenar y divertirte, entras, sales... vives.

Te imagino, no sé porqué, aunque evidentemente es una imagen de alguna película, en un parque, hablando con alguien que está fuera de foco, dando un par de vueltas sobre ti misma, riendo, inflando levemente el aire, el giro,  tu falda (de un largo que no se lleva, más de la peli),  mientras ríes y con una mano sobre tu cabeza sujetas algo ¿Un sombrero?  No logro distinguir tus rasgos, ni oír tu voz. La imagen es como una antigua foto movida, difuminada ligeramente. Pero transmite unas hermosas sensaciones. Sí, logro imaginarte, a medias realmente, y sé que existes. Pero llevo tanto tiempo buscándote… Siempre pienso en ti.

Te busco a mi lado cuando, ya raramente, salgo a pasear. Bajo mi brazo no hay nadie, te estoy guardando el hueco porque siempre ha sido tuyo. Aunque no siento tu calor ni el movimiento acompasado al mío. En invierno, cuando enciendo la chimenea y me arrebujo en el sofá, me sobra demasiado sitio. Es el tuyo, que sigue vacío y el calor de los troncos únicamente a mí me calienta. En verano, al chapotear como un niño en la piscina imagino que, como cuando era pequeño, salpico desde dentro empapando a los que están en el borde, mojándote a ti, que pones mohín de enfado y te lanzas a buscarme al agua con una sonora carcajada. Cuando por las mañanas me asomo a la terraza y, como cada día, el paisaje, su majestuosidad, me deja sin habla, te necesito conmigo para compartir toda esa belleza porque es demasiada para mí, me desborda. En las noches de verano, cuando me tumbo de espaldas en la hierba mirando las estrellas y el infinito cielo, negro, negrísimo, me causa, con su profundidad, en su distancia, un vértigo que me hace marear, busco tu abrazo para no caerme, para continuar aferrado a ese universo que me envuelve. Y caigo porque no estás. En mitad de la noche, cuando confuso despierto y busco el consuelo de tu cálida piel para pegarme a ti milímetro a milímetro, vuelvo a dormirme para evitar la pesadilla de no encontrarte. Cuando tengo una nueva broma, un chiste malo, cuando la congoja, sin motivo, me invade, cuando la alegría se me escapa por los poros, cuando cocino algo rico, cuando estoy a gusto, cuando no lo estoy, siempre, quiero compartirlo contigo y me giro y no te veo y te llamo, y el vacío se ríe de mi llamada.

Te encontraré, lo sé. Pero estás tardando mucho en dejarte ver y yo poco a poco me hago viejo…

miércoles

Hambre y ganas de... sexo

Hola. 

Encantado de tener la oportunidad de comunicarme con vosotros a través de este blog. Espero que nos podamos encontrar por aquí con frecuencia (si me dejan...) Lo primero, una cosita, para que nos entendamos en el futuro, ya que espero que sigáis leyéndonos en ocasiones posteriores, tenemos que dejar clara una cosa. Desde hoy mismo, desde ya y así no habrá malentendidos:

El sexo. Cómo percibimos el sexo, su concepto y necesidad, la forma de afrontarlo por hombres y mujeres. No es lo mismo, ni parecido... Es radicalmente distinto. Y eso crea un montón de problemas, de malentendidos, de agravios y de incomprensiones.

Cómo leía hace unos días en twitter y evidentemente dirigido a los hombres,  "Si quieres conocer un poco más a las mujeres, cómo sienten,  imagina por un momento que puedes tener sexo sólo con decir <quiero tener sexo contigo>. Bien, si has podido hacerlo, ahora las puedes entender un poco mejor". ( ¿De verdad has podido imaginar como puede ser eso?...)

Psssshhhhh. Silencio. Esas que protestan, que esperen un momento que se lo voy a intentar explicar con un ejemplo.

 Veamos. La actitud de las mujeres con respecto al sexo es como las que tienen las europeas con respecto a la comida. Siempre hay algo en la nevera. Siempre saben que pueden comer. No hay, por tanto, ansiedad ni verdadero hambre, como mucho, apetito. Quizás lo que tengan en la despensa no sea lo que quieren comer, ni lo que más les gusta, ni lo que les apetece en ese momento. Incluso puede que no les guste. Pero no van a pasar hambre. Y lo saben. Entonces pasan a otro nivel. Una vez cubierta la necesidad básica, entramos en el campo de las diferentes dietas, de los gourmets, de los buenos vinos, de los restaurantes de moda y los chefs elitistas. Se escoge, se puede pasar hambre, por propia voluntad, para perder unos kilos, se elige cuidadosamente qué se va a comer...


Pero los hombres son mejor como los subsaharianos. Saben que han comido ayer. Pero no tienen idea de cuándo van a poder volver a comer. Tengan hambre o no, de unos días o de mucho tiempo, el comer no depende de ellos. Por eso, cuando tienen la oportunidad, comen. Cualquier cosa. Aunque no sea sabroso, aunque no les guste, incluso. El instinto te obliga a comer, lo que sea pero comer,  porque... ni idea de cuando será la siguiente comida.¿Dietas? ¿Vinos exquisitos? ¿Platos de gourmet? Por supuesto que les gustan, se supone, porque la mayoría no los han podido probar. Aunque por supuesto hay algunos hombres que por altos, guapos, ricos, famosos o poderosos, pueden comer lo que quieran y cuando quieran. Y además, luego, en otra categoría, Julio Iglesias.

Hombres, no critiquéis a las mujeres por ser selectivas. No pasan hambre, salvo por elección y porque desean escoger el plato a tomar. No hay ansiedad ni les acucia el dolor de estómago.

Mujeres, no critiquéis a los hombres por pensar siempre en comer. Cuando se tiene hambre, no se puede pensar en otra cosa. Dadles de comer, tenedlos bien alimentados y luego podéis hablar, si queréis, de todo tipo de refinamientos o del "sursum corda". 

Hasta ese momento cada vez que os vean se imaginarán, tipo dibujos animados, un pollo asado, humeante, en un plato con su salsita y patatas.



jueves

A ver si con otro más...

Como veis, la frecuencia de publicación en este blog es ridícula. El tiempo, a veces las ganas o los temas... no sé, pero no consigo publicar nada.
Tenía dos opciones. O cerrarlo y me da pena, o que alguien me echara una mano. Y he optado por esta última. Mi amigo Hammerman, otro bloguero, con blog "abandonado", se unirá a este sitio, a nosotros, a ver si lo podemos revitalizar un poquito.
Espero que os guste y le deis una calurosa bienvenida.

viernes

Rabia e indignación


No lo entiendo. De verdad que no lo entiendo. Somos unos críos llorones, a los que están robando el dinero, el bocata, el móvil, los libros mientras se ríen de nosotros. ¿Y qué hacemos? Nada. Amenazamos con algo tan terrible como “a que se lo digo a mi hermano” hermano que está tan acojonado como nosotros y tampoco hace nada.

Nos chotean, nos hablan de barbaridades, nos echan la culpa, nos hacen sentir responsables, nos callan la boca, juegan con nosotros, nos hacen mirar hacia otro lado mientras nos desmontan todo aquello que merece la pena en este país… para llevárselo ellos. Privatizar lo llaman. Joder. Al Empecinado, a Candelas, a tantos… los persiguieron entonces por privatizar. Por llevárselo muerto. Por arramblar con todo. Ardo de indignación y como vosotros, no sé qué hacer para evitarlo. Pero desde luego tengo claro algunas cosas y sí, ya se que van todas mezcladas, pero las escribo según me salen, según la rabia que siento:

1.- YO no tengo culpa alguna de la crisis del ladrillo. Ni me he enriquecido, ni he especulado, ni hostias. Además, según justifican estos señores que ahora roban mandan, ¿no lo regula todo el mercado y la iniciativa privada? Pues eso.

2.- YO no he vivido por encima de mis posibilidades. De acuerdo a las susodichas y sacrosantas reglas del puto mercado que adoran los que roban mandan cuando algo estaba barato lo he comprado y he intentado venderlo cuando subía su precio. ¿Pecado? Ninguno. Es su propia religión y lo que nos quieren vender, luego todo bien ¿no?

3.- No hay dinero público. Es necesario recaudar más, subir impuestos, recortar gastos… Esto no es si no una posición político económica. Hay teorías igual de válidas o inválidas que argumentan justo lo contrario. Y desde luego con lo que están haciendo no vamos muy bien que digamos.

4.- La crisis bancaria y la crisis original de las hipotecas subprime, no la he creado YO. Ni soy gestor, ni tengo sueldo millonario de consejero, ni nada similar. Soy solo al que le embargan si no paga, al que no le dan créditos, al que tratan como una mierda, pero el que tiene que pagar el jodido rescate para que alguien se lo siga llevando crudo.

5.- Sres. del PP Si querían ustedes gobernar y prometían tener soluciones, no sigan echando la culpa a la situación heredada. Después de ocho años, si ustedes no sabían con sus propios expertos, cómo estaba la situación son unos incompetentes que no merecen gobernar y además unos irresponsables y mentirosos por prometer soluciones algo que desconocían. Y si sí lo sabían ya está bien de echar balones fuera con la herencia recibida.

6.- Estoy hasta los cojones de la prepotencia y la impunidad de sus actuaciones, manifestaciones públicas, de su política de hechos consumados en los que nos muestran su impresionante desprecio por todos nosotros. Desde la Fabra al Gurtel pasando por el Carromero y todos los demás. Se ríen, nos toman el pelo, se favorecen descaradamente… y nosotros callados. Claro.

7.- Sufriendo por las privatizaciones. Si de verdad está todo tan mal ¿quién lo quiere? ¿Cómo van a sacar la rentabilidad que necesita el sector privado? Bueno, el número de soluciones es limitado: o bien sí que es rentable y nos mienten, o no lo es y para hacerlo una vez privatizado tienen que cambiar las prestaciones y dar menos por lo mismo, o cobrar más. No hay más conejos en la chistera y nadie da duros a cuatro pesetas.

8.- ¿Por qué se da la casualidad de que todo lo que van privatizando se lo quedan como buitres ellos mismos? Si es tan malo, si está tan mal, no entiendo que se lancen a por los despojos de tal forma que nadie más puede siquiera intentar gestionarlo. Todo para ellos. Joder, a lo mejor no es tan mal negocio y simplemente nos dejamos quitar todo lo que era nuestro, de todos, y que ya jamás volverá a ser. Salvo que la caguen y tengamos que nacionalizar las pérdidas. Y si no es banca, claro, que en ese caso se nacionaliza el rescate para pagarlo entre todos pero la propiedad, y los beneficios y los activos continúan siendo de ellos. Cojonudo el negocio. Yo quiero uno de esos, oiga. Hoy mismo salta la noticia de que la empresa de la que es consejero J.J.Güemes se queda con la gestión de los análisis clínicos que él mismo privatizó. Joder y en este país ni corre la sangre por las calles ni arde nada. Somos marionetas de paja y nos debemos merecer esto que nos hacen; por gilipollas.

9.- Cada paso que dan es un paso irrecuperable. Ni cambio de gobierno ni leches. No hay marcha atrás. ¿Ejemplo? Tirad un plato al suelo, que se rompa. Ahora intentad pegarlo y dejarlo como estaba. ¿Queda igual? Pues eso. Lo vamos perdiendo todo.

10.- Somos esclavos. Ahora por un trabajo, incluso por un trabajo de mierda, somos capaces de cualquier cosa. No quiero especificar, pero pensad si nadie en vuestra familia trabaja, si no hay nada para comer, si no se puede pagar nada, ¿qué no haríais por tener ese trabajo de mierda? ¿En qué se diferencia esto de la esclavitud? Hacer lo que sea a cambio de comida, renunciando a cualquier derecho. ¿Cómo se llama a eso? Y mientras, nos roban lo que era nuestro. Mejor o peor, de todos, y funcionaba ¿O no?

11.- A la tan cacareada Europa, gobernada por las compañías transnacionales y por los gobiernos nacionales  no le interesa que esta situación cambie. Seamos realistas, Europa no existe. Alemania depende de sus propios electores, que votan en función de sus intereses no ya nacionales, si no personales. Lógicamente egoístas. Y esos son los que nos imponen la política a seguir, los que nos “prestan” el dinero que los bancos (no nuestros bancos, que míos no son) necesitan. Pero pensad que también nos imponen las condiciones en que se deben devolver (nosotros, ahora si, tenemos que devolver) Pero los bancos no son entes aislados. Todos tienen intereses cruzados, préstamos compartidos, carteras vendidas, participaciones accionariales cruzadas, gestionan fondos de inversión interesados, etc. Vamos, que nos dicen que tenemos que hacer, les prestan el dinero, lo devolvemos nosotros como ellos dicen y se benefician también, y de forma directa, sus propios bancos. Cojonudo.

12.- Pregunto ¿A qué país le interesa una España competitiva, saneada, eficaz? ¿A qué países beneficia una España barata, tercermundista, con sueldos por los suelos, sin derechos sociales ni sindicales, donde todo se compra y donde por unas patatas viudas vendemos lo que sea? Pues esos son los que dicen que nos salvan y nos prestan.

13.- Y nosotros, cojonudos. ¿Nos roban, mienten y pisotean? Pues les votamos más. Como en Valencia y Galicia. Valencia, esa comunidad que es ejemplo en los documentales extranjeros de todo lo cuestionable, imposible, corrupto, sucio, y desastroso y donde el PP con sus prebostes, artífices de todo, sigue siendo el partido más votado. Si es que somos gilipollas y nos merecemos lo que tenemos la verdad.

14.- ¿Alguno de vosotros piensa que a base de facilitar y abaratar el despido se crean más puestos de trabajo? ¿A quién se favorece con eso? ¿Que futuro nos espera aún si con el tiempo el mercado de trabajo se recuperase? ¿Qué tipos de trabajo, con qué derechos?

En fin que lo dejo ya porque me voy a llorar un rato. No hay salida, no veo solución. Sólo se puede solucionar a sangre y fuego, haciendo tabla rasa y quitando de en medio a todos los chorizos, mangantes, ladrones… bueno lo dejo que luego me cuelgan etiquetas incómodas. 


Balance


"Tengo canas en la barba y fantasmas en la memoria"(*)  he visto consumirse omnipotentes imperios, desvanecerse dioses intocables, anatemizar axiomas inmutables y desaparecer verdades eternas. He asistido al desmontaje de cada ilusión y cada esperanza y al nacimiento de otras nuevas y más fuertes. He adquirido y despedido amigos entrañables, amores eternos, hogares y castillos. He sonreído, llorado, gritado, reído, he ganado y perdido, he vivido solo entre multitudes y he estado siempre acompañado en mis soledades. Me he sentido amado y odiado, querido, deseado, rechazado... He perseguido siempre sueños y quimeras, he puesto empeños y esfuerzos y casi nunca las he alcanzado. El principio va estando lejano, el camino recorrido ya es largo y profundo lo olvidado en cada curva y en cada bache. En cada esquina voy dejando parte de mi equipaje y mi mochila cada día es más ligera. Repetiría mucho, cambiaría quizá más, conocería otras experiencias y otras vidas. Espero poco, confío menos y todo está por venir. Ignoro la longitud de la senda, lo necesario para el camino, las piedras con las que tropezaré y las manos que me ayudarán, tal vez, a mantener el equilibrio. Ando. Día a día.


(*) Frase extraída de aquí