Recibo por e-mail. Creo que ya la había visto algún año antes, pero es muy real. Autor desconocido.
¡Dentro de nada... Nochevieja, ¿eh? ¡Qué estrés!
Yo en Nochevieja me siento... me siento... no sé, me siento como un toro, ¿no? Cuando llega la fiesta miro alrededor y me da la sensación de que todo el mundo se lo está pasando bien. Todos, menos yo.
El estrés comienza con la cena. Aquello parece una prueba del Gran Prix: Tienes que llevar calzoncillos rojos, tener algo de oro para meterlo en la copa, poner velas de no sé que color, preparar las doce uvas... Y contarlas varias veces, porque, como son todas iguales, te equivocas:
- Una, dos, tres, cuatro... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... Esta pocha ya la he contado... Una, dos... siete, ocho... ¡Joder, las doce menos veinte! ¡Chavalín, trae el Rotring, que las voy a numerar, como en el Bingo!
Y tu madre:
- ¿Queréis venir, que se enfrían las gambas?
Que esa es otra: te tienes que comer todo lo que está en la mesa... ¡Y antes de las doce!; que, con las prisas, más que pelar gambas, parece que estás desactivando una bomba.
- ¡Coño, las doce menos diez! ¡Mamá, no me da tiempo: hazme un sándwich con el cochinillo, que ya está terminando Cruz y Raya!
Y no eres el único que está agobiado, ¿eh? No hay más que ver la tele. Allí están Ana Obregón y Ramón García, explicando a toda España como funciona un reloj. Acojonados por si se equivocan:
- Cuando la aguja pequeña esté en las doce y la grande también.. serán las doce.
¡Coño, como todas las noches!
- Y entonces bajará la bola y... luego vienen los cuartos, ¡no vayan a empezar a comerse las uvas, ¿eh?
Vamos a ver: ¿por qué nos explican mil veces que no nos comamos las uvas en los cuartos y nadie nos explica por qué coño tiene que bajar una bola? ¿Qué clase de reloj es ése?
Cuando por fin llegan las doce, en toda España se oye lo mismo: Cla, cla, cla, cla... <> > es la bola>>: cla, cla, cla... Din-don...
- ¡Ah no, que son los cuartos!
Din-don...
- ¡Escupid que son los cuartos!
Din-don...
- Pfbbbbbbbb... ¿qué son qué?
Din-don...
- Los cuartos...
Ton...
- ¡Ahora, ahora!
Ton...
- ¡Una!
- ¡Que no, que vamos por la segunda!
Ton...
- Pues me meto dos...
Ton...
- Seis...
- ¿Cómo que seis?
Ton...
- A mí ya no me caben más, ¿eh?
Ton.. -¡Eh!, ¡deja mis uvas, cabrón!
Ton...
- ¡Es que se me ha caído una al suelo!
Ton...
- Bgrfds...
Ton...
- Bggggdffffff...
Ton...
- A mí ya no me quedan...
Ton...
- Bgggggdffffff....
- ¡Pues a mí me sobran cuatro!
Ton...
- Bfgggggggg, grounfffffff...
Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, a darse besos:
- Feliz año, eeeeeeeeeh, felicidades, grfdddfd...
Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing!
- ¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar?
- Pues a mí todavía me sobran dos...
- ¡Champán, que alguien abra el Champán!
Pero, bueno, ¿a vosotros os parece lógico empezar el año así? ¡Qué estrés, de verdad!
Pero como es Nochevieja... tienes la obligación de divertirte. Así que después te vas de fiestorro a un sitio en el que, si caben mil personas, el dueño ha decidido meter a cinco mil doscientas. ¡Muy bien! ¡Cuatro mil doscientas más de las que caben! ¡Quédate en la calle si te apetece, con la pelona que está cayendo!
Así que entras. Lo bueno que tiene ir a un sitio así es que te puede pasar cualquier cosa. A mí el año pasado me ocurrió de todo. Yo estaba tan tranquilo, tomándome mi cubatita de garrafón, cuando de repente un tío me cogió por detrás y me dijo:
- ¡¡¡¡COOOOOOOOONGAAAAA!!!!!
Y, claro, que vas a hacer, pues te pones a bailar... ¡Eso te lo hace un tío en el autobús y le partes la cara! ¡Pero como es Nochevieja... ! ¡Pues hala! Y de repente te das la vuelta y llevas cien personas enganchadas a tu culo. ¡A ver como escapas de ésta! Porque una conga es como una secta: entrar es muy fácil pero salir es muy jodido. Porque en el garito hay como doce congas girando a toda pastilla...
Bueno, pues iba yo conduciendo mi conga... por mi derecha, cuando, de pronto, me veo venir en dirección contraria una conga suicida acojonante, conducida por un gordo con casco de vikingo. Yo le iba a hacer ráfagas, pero como las congas no llevan ni luces ni nada... pues, para evitar la colisión, di un giro brusco a la derecha... ¡Y me tragué entera una columna de espejitos! ¡Siniestro total!
Doce heridos leves y una columna de espejitos destrozada. Y yo, con una ceja abierta tirado en el suelo pensaba: ¡Me han atropellao! ¡Yo tenía la preferencia!
Y en ésas, me desmayé.
Al despertar estaba en la sala de urgencias, rodeado por todos los de mi conga. Algunos todavía no se habían desenganchado: habían venido corriendo detrás de la ambulancia.
Bueno, las urgencias en Nochevieja, hay que vivirlas. Si en la sala caben cincuenta personas, el dueño ha metido a ciento cincuenta... Como el de la discoteca. Y como allí también es Nochevieja, el camillero lleva un gorrito de moro, la enfermera un collar de hawaiana y el que te cose la ceja unos dientes de Drácula, ¡que te da una confianza... ! El tío te dice:
- ¿Qué ha sido? ¿Con una moto?
- No, con una conga.
- ¡Ay!, si es que van como locos con las congas...
Cuando salí de allí me quería ir a mi casa, pero como era Nochevieja, acabé a las ocho de la mañana con la ceja grapada en un bareto...
- Oiga, póngame un chocolate con churros.
- Pues sólo nos queda Nesquick y algunos dónutses... Es que los últimos churros se los han tomado los de una conga, ¡traían un cachondeo...! Había un gordo que llevaba un casco de vikingo... ¡No le digo más! Y es lo que yo le digo a los clientes: si no disfrutas en Nochevieja, ¿Cuándo vas a disfrutar?
¡FELIZ AÑO 2009 !
viernes
Vivir sobresaltados
Hace unos días leía en ilutrae un artículo que me ha hecho reflexionar sobre la manera en la que vivimos hoy en día: permanentemente sobresaltados.
¿Por qué sobresaltados? Recordad que hace unos años el efecto milenio nos iba a devolver de nuevo a la edad de piedra; hoy nos reímos, si es que siquiera nos acordamos de aquello. El año pasado la gripe aviar iba a acabar con el mundo en una macro pandemia imposible de evitar; y quizá sea cierto y el riesgo exista pero ya no está en portada y nosotros nos hemos olvidado. Es la forma de vivir la información hoy. Porque gran parte de la culpa de esta forma de vivir la tienen los medios de comunicación y la velocidad trepidante, el ritmo de vida que la sociedad, que nosotros, nos imponemos actualmente.
¿Otro ejemplo? “Alerta roja en ocho comunidades por temporal de frío y nieve”. Y acojona, joder, claro que acojona cuando todos los medios: televisiones, radio, prensa, te lo repiten veinte veces en un día. Pero resulta que eso de toda la vida se ha llamado invierno y que ahora, encima, nieva menos que nunca.
¿Y qué me decís de los treinta millones de desplazamientos por carretera previstos ante el comienzo de cualquier periodo vacacional, o la operación retorno? La magnitud de las cifras te hace prever un colapso total. Pero, que yo recuerde, desde que era pequeño había grandes caravanas al principio y al final de las vacaciones; era un coñazo, si, pero no pasaba nada.
Creo que la necesidad de mantener la audiencia, subir el número de oyentes, publicar más ejemplares, hace que nos deslicemos pasito a pasito, hacia un amarillismo en la manera de informar que convierte en gran noticia, y si es catastrófica mejor, cualquier tema. Aunque su importancia real esté muy lejos de esa trascendencia relativa que le hace ocupar hoy la portada y mañana estar olvidada. Al final, la noticia no es tal, pero se convierte en noticia únicamente por la forma de presentarla. Y sobresalta.
Consiguen transmitirnos una serie de sensaciones que nos ubican lejos de la realidad.
Siguiendo con el ejemplo del temporal de frío, te dirán que una persona ha muerto congelada (y lo lamento), entrevistarán a alguien de un pueblo que te contará que no había visto nevar así en cuarenta años, comentarán que docenas de pueblos han quedado aislados por la nieve y te recordarán, dramáticamente, las medidas a tomar antes de emprender un viaje, poco más o menos como si fueras de expedición al Himalaya. Y tú te sientes como si fueras el protagonista de la película “El día de mañana” y tuvieras que enfrentarte a una glaciación repentina. Sin embargo, un muerto, aún con ser demasiado, cualquiera es demasiado, es la menor cifra de toda la historia, los pueblos aislados llevan así desde que se fundaron, pero ahora el aislamiento dura menos y es superable y la memoria del paisano es refutada por las estadísticas. Y por supuesto, los medios de rescate a nuestro servicio son los mejores de los que se ha dispuesto nunca. Pero dentro de un mes, nos volverán a hacer sentir lo mismo, o pasarán a avisarnos de una ola de calor.
No quiero caer en el riesgo de minimizar la importancia de los temas, pero la realidad, muchas veces, está lejos de nuestras percepciones. Tenemos, otro ejemplo, la sensación de “inseguridad ciudadana” como lo llaman, que sufrimos y que nos hace tomar medidas, a veces drásticas. y sin embargo la probabilidad de morir violentamente es hoy, en España, menor que en cualquier otro momento de su historia. Pero cuando se produce un hecho luctuoso, sólo uno, el efecto multiplicador de los medios, y su forma, a cual más dramática, de presentarlo hace que nuestra capacidad de empatía se ponga en marcha y nos sintamos todos amenazados.
Y todo esto nos hace ser temerosos. Nos sentimos permanentemente amenazados por múltiples circunstancias y esto nos lleva a tener miedo, a actuar y a decidir con el miedo como compañero. El post que citaba al principio, recoge un artículo del New York Times escrito por Gregory Berns, director del Centro de Neuro Política de la Universidad Emory de Atlanta titulado: “En tiempos difíciles, algo a lo que debemos tener miedo es al miedo”, y que en resumen, recoge el resultado de un experimento realizado con una versión de la caja de Skinner sobre voluntarios y su reacción ante el dolor previsto: para la mayoría de nosotros, la espera del problema, de la catástrofe, es peor que el problema en si mismo. Casi todos los sujetos del experimento, cuando se les dio la opción, prefirieron acelerar la presencia del problema y no tener que esperar a que sucediera realmente. Casi un tercio temía tanto la espera que, si se les ofrecía la posibilidad, preferían un problema más grave de inmediato y no esperar a uno menor mas tarde. Suena ilógico, pero el miedo- ya sea al dolor o a perder un trabajo- afecta de maneras extrañas a la toma de decisiones.
Vivir siempre sobresaltados produce miedo y esto modifica de manera especial nuestra forma de enfocar el futuro. Y esto vale para el cambio climático, la crisis económica, la violencia machista, los próximos exámenes, la posible pérdida de empleo, o la crisis de nuestro equipo de fútbol. Intentemos ponernos las gafas de realidad, tomar distancia con los asuntos y afrontarlos en medida justa y real. Decidir con los anteojos de miedo distorsiona la realidad y nuestra vida. Y nos hace sufrir más de lo realmente necesario.
¿Por qué sobresaltados? Recordad que hace unos años el efecto milenio nos iba a devolver de nuevo a la edad de piedra; hoy nos reímos, si es que siquiera nos acordamos de aquello. El año pasado la gripe aviar iba a acabar con el mundo en una macro pandemia imposible de evitar; y quizá sea cierto y el riesgo exista pero ya no está en portada y nosotros nos hemos olvidado. Es la forma de vivir la información hoy. Porque gran parte de la culpa de esta forma de vivir la tienen los medios de comunicación y la velocidad trepidante, el ritmo de vida que la sociedad, que nosotros, nos imponemos actualmente.
¿Otro ejemplo? “Alerta roja en ocho comunidades por temporal de frío y nieve”. Y acojona, joder, claro que acojona cuando todos los medios: televisiones, radio, prensa, te lo repiten veinte veces en un día. Pero resulta que eso de toda la vida se ha llamado invierno y que ahora, encima, nieva menos que nunca.
¿Y qué me decís de los treinta millones de desplazamientos por carretera previstos ante el comienzo de cualquier periodo vacacional, o la operación retorno? La magnitud de las cifras te hace prever un colapso total. Pero, que yo recuerde, desde que era pequeño había grandes caravanas al principio y al final de las vacaciones; era un coñazo, si, pero no pasaba nada.
Creo que la necesidad de mantener la audiencia, subir el número de oyentes, publicar más ejemplares, hace que nos deslicemos pasito a pasito, hacia un amarillismo en la manera de informar que convierte en gran noticia, y si es catastrófica mejor, cualquier tema. Aunque su importancia real esté muy lejos de esa trascendencia relativa que le hace ocupar hoy la portada y mañana estar olvidada. Al final, la noticia no es tal, pero se convierte en noticia únicamente por la forma de presentarla. Y sobresalta.
Consiguen transmitirnos una serie de sensaciones que nos ubican lejos de la realidad.
Siguiendo con el ejemplo del temporal de frío, te dirán que una persona ha muerto congelada (y lo lamento), entrevistarán a alguien de un pueblo que te contará que no había visto nevar así en cuarenta años, comentarán que docenas de pueblos han quedado aislados por la nieve y te recordarán, dramáticamente, las medidas a tomar antes de emprender un viaje, poco más o menos como si fueras de expedición al Himalaya. Y tú te sientes como si fueras el protagonista de la película “El día de mañana” y tuvieras que enfrentarte a una glaciación repentina. Sin embargo, un muerto, aún con ser demasiado, cualquiera es demasiado, es la menor cifra de toda la historia, los pueblos aislados llevan así desde que se fundaron, pero ahora el aislamiento dura menos y es superable y la memoria del paisano es refutada por las estadísticas. Y por supuesto, los medios de rescate a nuestro servicio son los mejores de los que se ha dispuesto nunca. Pero dentro de un mes, nos volverán a hacer sentir lo mismo, o pasarán a avisarnos de una ola de calor.
No quiero caer en el riesgo de minimizar la importancia de los temas, pero la realidad, muchas veces, está lejos de nuestras percepciones. Tenemos, otro ejemplo, la sensación de “inseguridad ciudadana” como lo llaman, que sufrimos y que nos hace tomar medidas, a veces drásticas. y sin embargo la probabilidad de morir violentamente es hoy, en España, menor que en cualquier otro momento de su historia. Pero cuando se produce un hecho luctuoso, sólo uno, el efecto multiplicador de los medios, y su forma, a cual más dramática, de presentarlo hace que nuestra capacidad de empatía se ponga en marcha y nos sintamos todos amenazados.
Y todo esto nos hace ser temerosos. Nos sentimos permanentemente amenazados por múltiples circunstancias y esto nos lleva a tener miedo, a actuar y a decidir con el miedo como compañero. El post que citaba al principio, recoge un artículo del New York Times escrito por Gregory Berns, director del Centro de Neuro Política de la Universidad Emory de Atlanta titulado: “En tiempos difíciles, algo a lo que debemos tener miedo es al miedo”, y que en resumen, recoge el resultado de un experimento realizado con una versión de la caja de Skinner sobre voluntarios y su reacción ante el dolor previsto: para la mayoría de nosotros, la espera del problema, de la catástrofe, es peor que el problema en si mismo. Casi todos los sujetos del experimento, cuando se les dio la opción, prefirieron acelerar la presencia del problema y no tener que esperar a que sucediera realmente. Casi un tercio temía tanto la espera que, si se les ofrecía la posibilidad, preferían un problema más grave de inmediato y no esperar a uno menor mas tarde. Suena ilógico, pero el miedo- ya sea al dolor o a perder un trabajo- afecta de maneras extrañas a la toma de decisiones.
Vivir siempre sobresaltados produce miedo y esto modifica de manera especial nuestra forma de enfocar el futuro. Y esto vale para el cambio climático, la crisis económica, la violencia machista, los próximos exámenes, la posible pérdida de empleo, o la crisis de nuestro equipo de fútbol. Intentemos ponernos las gafas de realidad, tomar distancia con los asuntos y afrontarlos en medida justa y real. Decidir con los anteojos de miedo distorsiona la realidad y nuestra vida. Y nos hace sufrir más de lo realmente necesario.
martes
Hoy es 23 de diciembre
Sí, hoy es 23 de diciembre. Han empezado las vacaciones en los colegios, hemos cenado con los compañeros de trabajo, las felicitaciones están enviadas, el árbol y el nacimiento puestos, la lotería no ha tocado, ya nos hemos gastado la extra en comida y juguetes. Llega la Navidad.
Heraldos de luces callejeras, rebajas y comerciales televisivos nos la vienen anunciando desde hace mucho tiempo. Pero hoy es la víspera de la Nochebuena. Hemos traspasado ya la línea de salida con los niños de San Ildefonso. Ha comenzado ese periodo que a lo largo de una vida tiene distintos significados.
Cuando niño, es un tiempo mágico. Vacaciones, decorar la casa, comidas y cenas con toda la familia, acostarse tarde, ir a los sitios típicos y ver qué ha instalado este año El Corte Inglés. Aprender a tocar la zambomba escupiéndote en la mano y levantar dolor de cabeza con la pandereta, coger un cólico de tanto turrón. Y, al final, la mejor noche de todo el año. La noche de Reyes…
Pero creces y te vas transformando en un adolescente. Te aburre estar en casa, no soportas a tu familia e intentas escaquearte de todas las comidas, cenas y demás coñazos. Lo de decorar la casa se lo dejas a tu madre y a los pequeños. Todo lo demás te causa hastío. Sólo esperas emocionado el momento de tus primeras fiestas nocturnas con tus amigos. Esas a las que se va elegante y duran toda la noche. O su alternativa económica, la fiesta que monta algún colega en casa. Da igual, el caso es escaparse y convivir lo menos posible con ese plastazo de familia que te ha tocado.
Te echas novia –aunque nunca se ha llamado así, ¡por dios!- y empiezan las primeras dudas sobre si subir a cenar o traerla a comer. ¡Vaya corte! Y el cabronazo de su padre mirándome todo el rato. Ahora el principal problema es la pasta. Ya no llegaba antes, pues ahora no hay ni para el cine.
Comienzas a trabajar y llega la cesta de navidad de la empresa, la cena de empresa, las despedidas con los colegas de trabajo. Tu círculo se abre y mientras no acabes las noches con la corbata en la frente bailando en las mesas, todo va bien.
Al final y después de mucho resistirte, te casas. Y ya está liada. Que si Nochebuena y la comida de añonuevo con tus padres y navidad y fin de año con los míos, que ni de coña, porque entonces no coincido con mi hermana, pero es que al cabrón de tu cuñado no hay quien le aguante y siempre acaba mamao… Es el período diplomático, todo negociaciones y con un calendario y un cuadrante de guardias en la mano para ver cómo se ajusta todo. Al final siempre acaba alguno cabreado. Qué se le va hacer. El año próximo será al revés.
Llegan los niños y empiezan a crecer. Se vuelve a adornar la casa y a ir a Cortylandia. De nuevo se escuchan los villancicos de siempre y las figuras del belén aparecen por debajo de cualquier mesa. La noche de reyes eres tú el que no duerme pero porque te toca la tercera imaginaria y porque los niños te despertarán, y tú te haces el sorprendido cuando tus hijos vengan ilusionados a enseñarte los juguetes que los Reyes les han dejado…
Y así, otra vez a empezar. Es el círculo de la vida. En esos giros que componen los años, muchos se han ido. Los abuelos, quizás los padres, algún tío… Siempre en estas fiestas falta alguien a quien echamos de menos y que, cuando nos acordamos, se nos escapa una lágrima cabrona que hay que disimular con la tos, el humo del cigarro o dándonos la vuelta porque ya somos muy mayores para añorar estas ausencias.
Pero también hay incorporaciones. Estás casado, tienes hijos y familia política, y aunque te niegues a reconocerlo en voz alta, algún cuñado que sí te cae bien. Dentro de poco serán tus hijos los que subirán a cenar con sus parejas y tu familia se va haciendo cada vez mayor. Antes estabas en la base de la pirámide de edad y ahora eres el vértice. Te has convertido, sin darte cuenta, en el “pater familias”.
También la familia se ha dividido. Al principio estabas con tus padres, abuelos, hermanos. Ahora, los que quedan, están en su casa, con sus respectivas familias y es difícil encontrar una buena oportunidad, a conveniencia de todos, para juntaros a comer o cenar. Pero se intenta.
Y es curioso, y a la vez maravilloso, ver a tus hijos pequeños con los mismos nervios, las mismas preguntas, las mismas ilusiones y cantando igual de mal los mismos villancicos que tú cuando tenías su edad. La vida, como la Navidad, -o al revés- es un círculo que vamos recorriendo año tras año a lo largo de nuestra existencia. ¡Felices Fiestas a todos!
Heraldos de luces callejeras, rebajas y comerciales televisivos nos la vienen anunciando desde hace mucho tiempo. Pero hoy es la víspera de la Nochebuena. Hemos traspasado ya la línea de salida con los niños de San Ildefonso. Ha comenzado ese periodo que a lo largo de una vida tiene distintos significados.
Cuando niño, es un tiempo mágico. Vacaciones, decorar la casa, comidas y cenas con toda la familia, acostarse tarde, ir a los sitios típicos y ver qué ha instalado este año El Corte Inglés. Aprender a tocar la zambomba escupiéndote en la mano y levantar dolor de cabeza con la pandereta, coger un cólico de tanto turrón. Y, al final, la mejor noche de todo el año. La noche de Reyes…
Pero creces y te vas transformando en un adolescente. Te aburre estar en casa, no soportas a tu familia e intentas escaquearte de todas las comidas, cenas y demás coñazos. Lo de decorar la casa se lo dejas a tu madre y a los pequeños. Todo lo demás te causa hastío. Sólo esperas emocionado el momento de tus primeras fiestas nocturnas con tus amigos. Esas a las que se va elegante y duran toda la noche. O su alternativa económica, la fiesta que monta algún colega en casa. Da igual, el caso es escaparse y convivir lo menos posible con ese plastazo de familia que te ha tocado.
Te echas novia –aunque nunca se ha llamado así, ¡por dios!- y empiezan las primeras dudas sobre si subir a cenar o traerla a comer. ¡Vaya corte! Y el cabronazo de su padre mirándome todo el rato. Ahora el principal problema es la pasta. Ya no llegaba antes, pues ahora no hay ni para el cine.
Comienzas a trabajar y llega la cesta de navidad de la empresa, la cena de empresa, las despedidas con los colegas de trabajo. Tu círculo se abre y mientras no acabes las noches con la corbata en la frente bailando en las mesas, todo va bien.
Al final y después de mucho resistirte, te casas. Y ya está liada. Que si Nochebuena y la comida de añonuevo con tus padres y navidad y fin de año con los míos, que ni de coña, porque entonces no coincido con mi hermana, pero es que al cabrón de tu cuñado no hay quien le aguante y siempre acaba mamao… Es el período diplomático, todo negociaciones y con un calendario y un cuadrante de guardias en la mano para ver cómo se ajusta todo. Al final siempre acaba alguno cabreado. Qué se le va hacer. El año próximo será al revés.
Llegan los niños y empiezan a crecer. Se vuelve a adornar la casa y a ir a Cortylandia. De nuevo se escuchan los villancicos de siempre y las figuras del belén aparecen por debajo de cualquier mesa. La noche de reyes eres tú el que no duerme pero porque te toca la tercera imaginaria y porque los niños te despertarán, y tú te haces el sorprendido cuando tus hijos vengan ilusionados a enseñarte los juguetes que los Reyes les han dejado…
Y así, otra vez a empezar. Es el círculo de la vida. En esos giros que componen los años, muchos se han ido. Los abuelos, quizás los padres, algún tío… Siempre en estas fiestas falta alguien a quien echamos de menos y que, cuando nos acordamos, se nos escapa una lágrima cabrona que hay que disimular con la tos, el humo del cigarro o dándonos la vuelta porque ya somos muy mayores para añorar estas ausencias.
Pero también hay incorporaciones. Estás casado, tienes hijos y familia política, y aunque te niegues a reconocerlo en voz alta, algún cuñado que sí te cae bien. Dentro de poco serán tus hijos los que subirán a cenar con sus parejas y tu familia se va haciendo cada vez mayor. Antes estabas en la base de la pirámide de edad y ahora eres el vértice. Te has convertido, sin darte cuenta, en el “pater familias”.
También la familia se ha dividido. Al principio estabas con tus padres, abuelos, hermanos. Ahora, los que quedan, están en su casa, con sus respectivas familias y es difícil encontrar una buena oportunidad, a conveniencia de todos, para juntaros a comer o cenar. Pero se intenta.
Y es curioso, y a la vez maravilloso, ver a tus hijos pequeños con los mismos nervios, las mismas preguntas, las mismas ilusiones y cantando igual de mal los mismos villancicos que tú cuando tenías su edad. La vida, como la Navidad, -o al revés- es un círculo que vamos recorriendo año tras año a lo largo de nuestra existencia. ¡Felices Fiestas a todos!
sábado
Gracias por los niños
Hoy mis vecinos nos contaban una anécdota relativa a una compañera de clase de su hija.
La niña tiene 6 años y el otro día acudía entusiasmada a contarle a su madre, a la salida del colegio, la suerte que tenía y lo contenta que estaba.
- ¿Y eso por qué hija? - inquirió la madre encantada ante la desbordante alegría de la niña.
- Es que la hija de los Reyes Magos es mi compañera de clase -explicaba la niña con una sonrisa de oreja a oreja-.
- ¿La hija de los Reyes Magos? preguntó asombrada la madre, pensando en una niña disfrazada de Paje Real o algo similar.
- Sí, mamá, insistió la niña feliz. ¡Me ha dicho mi compañera que Los Reyes Magos son sus padres! ¡Que suerte, ¿verdad?!
La madre se quedó pasmada. Y en seguida se sintió también feliz de la interpretación que había hecho su hija de las palabras de su compañera y pensó que, quizás, la ilusión duraría una año más.
- Sí cariño, que suerte tenemos...
Y la verdad es que en este mundo y en estos días en los que si no eres desconfiado, eres receloso y desconfiado y aún así te timan, engañan y roban, comprobar el candor, la inocencia y la ilusión de los niños te anima a seguir marchando.
La bienintencionada interpretación que hace la niña de las palabras de su compañera valen un mundo.
Y aunque no fuese verdad, que fuese simplemente una historia, daría igual.
La niña tiene 6 años y el otro día acudía entusiasmada a contarle a su madre, a la salida del colegio, la suerte que tenía y lo contenta que estaba.
- ¿Y eso por qué hija? - inquirió la madre encantada ante la desbordante alegría de la niña.
- Es que la hija de los Reyes Magos es mi compañera de clase -explicaba la niña con una sonrisa de oreja a oreja-.
- ¿La hija de los Reyes Magos? preguntó asombrada la madre, pensando en una niña disfrazada de Paje Real o algo similar.
- Sí, mamá, insistió la niña feliz. ¡Me ha dicho mi compañera que Los Reyes Magos son sus padres! ¡Que suerte, ¿verdad?!
La madre se quedó pasmada. Y en seguida se sintió también feliz de la interpretación que había hecho su hija de las palabras de su compañera y pensó que, quizás, la ilusión duraría una año más.
- Sí cariño, que suerte tenemos...
Y la verdad es que en este mundo y en estos días en los que si no eres desconfiado, eres receloso y desconfiado y aún así te timan, engañan y roban, comprobar el candor, la inocencia y la ilusión de los niños te anima a seguir marchando.
La bienintencionada interpretación que hace la niña de las palabras de su compañera valen un mundo.
Y aunque no fuese verdad, que fuese simplemente una historia, daría igual.
viernes
SMS Navidad (nada nuevo)
Como cada año por estas fechas y en especial en estos últimos años, intentamos hacer felices a los que están a nuestro alrededor. Como no podemos realizarlo con todos, comenzamos con las empresas de telefonía móvil y nos dedicamos a enviar mensajitos como locos para gran regocijo de Movistar, Vodafone y Orange.
- Me dejas que te toque el wiwichu??? Wiwichu a merry crismas, wiwichu a merry crismas, wiwichu a merry crismas, an a japy niu yir!! Feliz Año
- Aviso a toda la población: el simulacro de Paz y Amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse.
- Su operador telefónico adapta sus tarifas a su vida sexual: cuanto menos folla, menos paga. ¡Enhorabuena! Sus llamadas le saldrán gratis el próximo 2009. ¡Felicidades!
- Por favor, eviten venir a visitar a mi mujer durante estos días que acaba de dar a luz y esta muy molesta. Gracias por su comprensión. San José.
- Crecen los años, mengua la vida .Crecen las cejas, mengua la vista. Crecen los huevos, mengua la picha, pero cuando la picha mengua, crece la lengua, y sigue la dicha !FELIZ 2009!
- Las mujeres se depilan a la cera, se pinchan botox en la cara, se operan y aumentan los pechos, se hacen la liposucción, se arrancan el vello con pinzas, se ponen silicona en los labios…etc … y luego dicen que si les das por el culo les duele¡¡ ¡¡VENGA YA¡¡ Feliz año 2009!
- San José, la Virgen María, la mula, el buey, la asociación protectora de animales de Galilea, los pastores, la asociación de vecinos de Belén, el niño, los Reyes Magos, los pajes, los camellos, su puta madre, mi suegra, mi perra, la parienta, los niños, y yo, te deseamos muchas felicidades.
- Si en el Año Nuevo la Ciencia sigue invirtiendo más en la virilidad que en el Alzheimer, con 80 tacos, la tendremos dura, pero no recordaremos para qué
- Hola todos/as este es un sms PERSONALIZADO que te/os/le mando a ti/usted/vosotros. Feliz Año Nuevo.
- Ojala tus problemas duren tanto como tus propósitos de año nuevo. ¡Feliz 2009!
- Sé que es pronto, pero como conozco a tantas chicas majas, empiezo a felicitar por las sosas ¡Feliz 2009!
- Que si paz, que si salud, que si amor…bla, bla, bla. Basta de farsas, yo te deseo: polvos increíbles, orgasmos inolvidables, que curres la mitad y cobres el triple, mil noches de juerga y que te toque la lotería FELICES FIESTAS
- Feliz Navidad y prospero año, 2009, 2010, 2011… si sigue así la crisis, este será mi último SMS de navidad. Guarda este mensaje para los años siguientes.
- Que subidito está Baltasar desde lo de Obama. Ahora quiere que cambiemos todos los membretes por “Los 3 RR.MM.: Baltasar, Melchor y Gaspar”. ¡Feliz 2009!
- Desde Belén y la DGT les recordamos que los que beben y beben son los peces en el río. Felices Fiestas.
- Le 9002 av a res un oña yum orud, y arap sonrecah a al aedi euq rojem euq razepme odnarficsed etse sms, ejejej. Et oesed un zilef oña!
-
- En estos días que todos los mensajes hablan de lo mismo, yo quiero unirme a este sentimiento... Langostino grande. 6.50 euros/kilo. Sólo en Carrefour...
- La A.L.C. (Asociación de Langostinos Cocidos) te recuerda que en estas fechas hay cosas más importantes que pelar... ¡Feliz Navidad!
Para que no haya que pensar mucho, os recuerdo algunos de los que podéis enviar. Pero recordad:
- No son originales (ya se han usado otros años)
- Ninguno se me ha ocurrido a mi
- No son finos. Los educados y dulcecitos los he obviado.
- No puedo citar la referencia pues los he copiado de muchas páginas y había otras tantas con el mismo contenido.
- Es obligatorio soltar, al menos, UNA sonrisa al acabar de leerlos (bueno... por favor):
- Los Reyes son los padres. (Firmado: el Príncipe Felipe).
- Me dejas que te toque el wiwichu??? Wiwichu a merry crismas, wiwichu a merry crismas, wiwichu a merry crismas, an a japy niu yir!! Feliz Año
- Aviso a toda la población: el simulacro de Paz y Amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse.
- Su operador telefónico adapta sus tarifas a su vida sexual: cuanto menos folla, menos paga. ¡Enhorabuena! Sus llamadas le saldrán gratis el próximo 2009. ¡Felicidades!
- Por favor, eviten venir a visitar a mi mujer durante estos días que acaba de dar a luz y esta muy molesta. Gracias por su comprensión. San José.
- Crecen los años, mengua la vida .Crecen las cejas, mengua la vista. Crecen los huevos, mengua la picha, pero cuando la picha mengua, crece la lengua, y sigue la dicha !FELIZ 2009!
- Las mujeres se depilan a la cera, se pinchan botox en la cara, se operan y aumentan los pechos, se hacen la liposucción, se arrancan el vello con pinzas, se ponen silicona en los labios…etc … y luego dicen que si les das por el culo les duele¡¡ ¡¡VENGA YA¡¡ Feliz año 2009!
- San José, la Virgen María, la mula, el buey, la asociación protectora de animales de Galilea, los pastores, la asociación de vecinos de Belén, el niño, los Reyes Magos, los pajes, los camellos, su puta madre, mi suegra, mi perra, la parienta, los niños, y yo, te deseamos muchas felicidades.
- Si en el Año Nuevo la Ciencia sigue invirtiendo más en la virilidad que en el Alzheimer, con 80 tacos, la tendremos dura, pero no recordaremos para qué
- Hola todos/as este es un sms PERSONALIZADO que te/os/le mando a ti/usted/vosotros. Feliz Año Nuevo.
- Ojala tus problemas duren tanto como tus propósitos de año nuevo. ¡Feliz 2009!
- Sé que es pronto, pero como conozco a tantas chicas majas, empiezo a felicitar por las sosas ¡Feliz 2009!
- Que si paz, que si salud, que si amor…bla, bla, bla. Basta de farsas, yo te deseo: polvos increíbles, orgasmos inolvidables, que curres la mitad y cobres el triple, mil noches de juerga y que te toque la lotería FELICES FIESTAS
- Feliz Navidad y prospero año, 2009, 2010, 2011… si sigue así la crisis, este será mi último SMS de navidad. Guarda este mensaje para los años siguientes.
- Que subidito está Baltasar desde lo de Obama. Ahora quiere que cambiemos todos los membretes por “Los 3 RR.MM.: Baltasar, Melchor y Gaspar”. ¡Feliz 2009!
- Desde Belén y la DGT les recordamos que los que beben y beben son los peces en el río. Felices Fiestas.
- Le 9002 av a res un oña yum orud, y arap sonrecah a al aedi euq rojem euq razepme odnarficsed etse sms, ejejej. Et oesed un zilef oña!
-
- En estos días que todos los mensajes hablan de lo mismo, yo quiero unirme a este sentimiento... Langostino grande. 6.50 euros/kilo. Sólo en Carrefour...
- La A.L.C. (Asociación de Langostinos Cocidos) te recuerda que en estas fechas hay cosas más importantes que pelar... ¡Feliz Navidad!
... y a ver si inventáis alguno original para enviar porque siempre mandamos los mismos ¡y a mi no se me ocurre ninguno!
jueves
¡He vuelto a creer!
Si, ha sido maravilloso, increíble. Por unos instantes mi imaginación ha volado, he sentido que me invadía una sensación mágica, ya olvidada, un sentimiento de gratitud, la creencia de que, como cuando era pequeño, todo era posible. Y además, que Papá Noel había sabido leer entre líneas en mi carta. Que por debajo de las camisas y calzoncillos había interpretado perfectamente mis plegarias. Mi ilusión de toda la vida hecha realidad.
Y todo porque según me dirigía hacia el trabajo veo, de repente, algo increíble. Una chica joven, preciosa, de increíbles ojos verdes y sonrisa de anuncio me ha visto y venía directamente hacia mí. Iba vestida de negro y metida en un paquete de regalo con sus cintas y lacitos. Absolutamente impresionante.
Se ha parado delante de mí, ha continuado con su sonrisa, me ha saludado…
... Y ahí se ha acabado la magia. Era, por supuesto y como habréis adivinado, una campaña promocional de Navidad en la que la marca patrocinadora te regalaba una cajita de caramelos, un folleto de sus productos y a través de la chica te deseaba Felices Fiestas.
De repente los pies en el suelo otra vez. Decepcionado, claro. Como cuando te enteraste de quienes eran los Reyes Magos.
Pero por un minuto, “ese” regalo andante, precioso, amable, se ha dirigido a mí. Y yo pensaba ¿tan bueno he sido este año?
A pesar de la decepción posterior, agradezco a Orange el momento de magia olvidada que me ha permitido revivir de nuevo. ¡Y con el regalo más soñado!
Por cierto, si lees esto y eres mi mujer, todo es una broma y no te creas nada ¿eh?
Por cierto, si lees esto y eres mi mujer, todo es una broma y no te creas nada ¿eh?
miércoles
La TV también enseña
A pesar de su mala fama, la televisión también puede ayudarnos a aprender temas nuevos. Y no sólo los documentales de "La 2". Incluso en los concursos, especialmente si son de "cultura general", nos enteramos de cosas que no sabíamos. También los concursantes:
Creo que esa noche hubo alguna conversación familiar "intensa" y posiblemente el marido tuvo que dar más de una explicación. Y es que la cultura siempre es g-positiva.
(Este vídeo también me ha llegado por e-mail. Siempre me pregunto quién es el que originalmente los graba y los sube, o quién realiza algunos de los ppt que circulan por los correos de todos. Hay verdaderos artistas anónimos por ahí y nunca les conoceremos...)
martes
Deberían encerrarle en Guantánamo
Supongo que todos estáis al tanto y habéis visto las vergonzosas imágenes de la rueda de prensa del presidente George W. Bush, en Bagdad, durante la cual un periodista iraquí le ha lanzado unos zapatos a la vez que le gritaba: "¡Toma tu beso de despedida, pedazo de perro!".
El agresor del presidente de EE UU, Mountazer al Zaidi, autor del fallido zapatazo, es un reportero chií de 29 años y puede ser condenado a varios años de cárcel. El gesto no es casual: arrojar un zapato a cualquier persona es una de las mayores ofensas en la cultura árabe. También lo es el insulto “perro” que espetó a Bush.
Tras demostrar sus reflejos al esquivar el ataque, Bush bromeó con los periodistas y ha explicado después que no se ha sentido amenazado "en lo más mínimo". "No me ha molestado", ha zanjado "Si queréis más datos, os diré que el zapato era del número 44"
Un par de zapatos volando contra el rostro del presidente de Estados Unidos, ha dado a los iraquíes lo que seis años de resistencia no habían logrado: un héroe y un símbolo con el que mostrar el rechazo a la presencia estadounidense en Irak. Y no me parece bien en estas circunstancias. Personalmente creo que Bush ha sido el peor presidente de la historia y bajo su mandato se han producido hechos que tardaremos mucho en olvidar: la guerra de Irak, el atentado de las Torres Gemelas, la mayor crisis económica de la historia son sólo algunos de los hitos que han marcado su mandato. Sin embargo creo que el tal Mountazer al Zaidi debería ser llevado a Guantánamo.
Para practicar...
¡Tirar un par de zapatos a la cara de Bush y no darle!
¡¡Mira que fallar el pedazo de imbécil!!
No tiene perdón…
El agresor del presidente de EE UU, Mountazer al Zaidi, autor del fallido zapatazo, es un reportero chií de 29 años y puede ser condenado a varios años de cárcel. El gesto no es casual: arrojar un zapato a cualquier persona es una de las mayores ofensas en la cultura árabe. También lo es el insulto “perro” que espetó a Bush.
Tras demostrar sus reflejos al esquivar el ataque, Bush bromeó con los periodistas y ha explicado después que no se ha sentido amenazado "en lo más mínimo". "No me ha molestado", ha zanjado "Si queréis más datos, os diré que el zapato era del número 44"
Un par de zapatos volando contra el rostro del presidente de Estados Unidos, ha dado a los iraquíes lo que seis años de resistencia no habían logrado: un héroe y un símbolo con el que mostrar el rechazo a la presencia estadounidense en Irak. Y no me parece bien en estas circunstancias. Personalmente creo que Bush ha sido el peor presidente de la historia y bajo su mandato se han producido hechos que tardaremos mucho en olvidar: la guerra de Irak, el atentado de las Torres Gemelas, la mayor crisis económica de la historia son sólo algunos de los hitos que han marcado su mandato. Sin embargo creo que el tal Mountazer al Zaidi debería ser llevado a Guantánamo.
Para practicar...
¡Tirar un par de zapatos a la cara de Bush y no darle!
¡¡Mira que fallar el pedazo de imbécil!!
No tiene perdón…
lunes
El despertar. Difícil mantener la dignidad
El despertar es el momento del día que más odio. Como casi todos. Pasas de un estado de relajación y placidez total a la dura y cruda realidad, casi siempre gracias al sonido melodioso de ese aparato de tortura llamado despertador (supongo que al inventor le agradecerían su invento convenientemente) y a veces con la ayuda de esa voz amable y familiar que te susurra dulcemente al oído:
- "Venga, levántate que no llegas" casi siempre con un exceso innecesario de decibelios.
Antes de este duro trance hay, durante la noche, momentos especiales: cuando te despiertas con la urgente necesidad de ir al servicio y miras el reloj y ves que ¡sorpresa! todavía faltan tres horas. Hummm que gustito... Y qué diferencia con las veces que al abrir un ojo ves que en 10 minutos va a sonar el maldito trasto. Estaréis de acuerdo conmigo en que los últimos cinco minutos de sueño son los mejores de toda la noche. Esos que cuando pequeños decíamos "Mamá cinco minutos más, porfaaa! y que ahora, con la tecnología a nuestro lado, damos al botón que detiene momentáneamente el sonido del despertador (los sonidos que emiten estos trastos ¿los habrán inventado en tiempo de los nazis?) para que al ratito vuelva a sonar... será que nos gusta oírlo, vamos. Pero en resumen, que no renunciamos a ellos bajo ningún concepto. Ocho horas en la cama y esos cinco minutos son intocables.
Y hay formas y formas de pasarlos. Hoy ha sido un día en el que, realmente, me los podría haber ahorrado. Mi mujer se iba de viaje y tenia que coger el avión a una temprana hora. Aunque está buenísima, y es supersimpática, todavía no ha conseguido que los pilotos la esperen y es que son unos engreídos que por llevar uniforme se creen alguien. Por ello y dado que no vivimos al lado del aeropuerto precisamente, había quedado con el taxista un rato antes de que pusieran las calles y recogieran los lobos. Cuando faltaban quince minutos para la hora de su cita con el taxista, abro medio ojo y la veo tranquilamente en la cama. Recordando mis deberes maternales, la intento despertar y me contesta con algo, como siempre por su parte inteligente, pero que a mis dormidos oídos sonaba similar a "humhummhuum". Ante este argumento, que no me termina de convencer, insisto. Y entonces, sí. Perfectamente alto y claro me suelta un exabrupto que yo no sabia que las señoritas podían conocer. Apenado por el pobre taxista, pero impotente para hacer algo, me doy media vuelta pues aún faltan 20 minutos para mi hora e intento dormir. Con gran facilidad y rapidez lo consigo cuando, ¡zas! avisan las sirenas de un inminente ataque aéreo. Imitando a los gatos de los dibujos animados, de un salto me agarro con las uñas al techo. Sube a tranquilizarme mi compañera informándome de que no son los Stukas que atacan si no, de nuevo, la alarma que, recientemente instalada, se ha disparado porque el desconectarla no ha pasado a ser un hábito que domine todavía. O tal vez es que quiere estar segura de que funciona porque es la tercera vez en esta semana que comprueba que suena. Para arreglar el tema me informa que en su intento de apagarlo, con algunos lógicos nervios, pues una alarma sonando a las 6,30 de la mañana es una manera rápida de hacerte tremendamente popular entre los vecinos, ha pulsado también una tecla que pone SOS . Y con su voz más dulce te pregunta que qué pasa y que si hay forma de llamar a la central de alarmas para decirles que todo ha sido un fallito de nada. Tú, que no estás muy convencido de si estás despierto o es una pesadilla encargada por tu jefe a cambio del trabajo que no le hiciste ayer, intentas pensar con claridad y contestas con clarividencia y todo el aplomo de que eres capaz:
- "No lo sé". E intentas dormir de nuevo pues los minutos van pasando y se acerca el momento. Vuelto a medio dormir te das cuenta que el sueño ha cambiado. Y que de la segunda guerra mundial hemos pasado a una del oeste, con el séptimo de caballería cargando a toda pastilla. Como esto ya va siendo raro hasta para un sueño, intentas despertarte un poquito más y te das cuenta de que el general Custer no tiene nada que ver. Es tu chica, con los tacones nuevos y sin tapas, corriendo (porque evidentemente se le ha hecho tarde, como todos habéis adivinado) escaleras arriba, escaleras abajo, al baño, a por la maleta, y llamando a voces al perro que se debe de haber escondido, acojonado, en algún rincón secreto.
A pesar de todo, tu voluntad de dormir es superior y logras engancharte al sueño ya con el mono, y a punto de un ataque de ansiedad, cuando tu compañera te despierta para informarte de que no ha cambiado el despertador y que por tanto, no va a sonar, por lo que no debes dormirte.
Es increíble como funciona la mente humana. A esas horas y eres capaz de filosofar y plantearse cuestiones fundamentales: ¿De verdad me quiere? ¿Será mi suegra disfrazada? ¿Le habré dado patadas por la noche? En fin, le informas que en un momento de lucidez, en algún despertar anterior, ya lo habías cambiado tu y que "gracias" pero que no se preocupe y se vaya ¡ya!.
Y se va, y a ti te quedan sólo tres minutos de esos últimos cinco y decides que te rindes, que ya no merece la pena.
Te vas al baño a soltar la primera, relajada, cálida, larga y placentera meada matutina cuando a mitad de ella, el maldito despertador empieza a chillar . ¡Joder, se te había olvidado apagarlo!. Terminas acelerando como puedes, pensando en la comitiva de vecinos que va a haber en la calle para aclamarte. Y lo apagas. Bien, al fin todo tranquilo...
Te tomas el café y comienzas con el ritual del afeitado, en el baño de la planta baja que tiene triple espejo. Con las noticias del mundo de fondo en la radio, la cara llena de espuma, empiezas con la cuchilla y.... suena el timbre de la puerta. ¿A las siete menos cuarto de la mañana?. ¿Serán los vecinos al final? ¿Se le habrá olvidado algo a tu chica? Te asomas a la ventana y preguntas
¿quién es?
- "¡La Guardia Civil!
- ¡Ostras! ¿Quién?
- ¡¡La Guardia Civil!!" Y tú, que has vivido los tiempos de Franco, sientes un cosquilleo en la espalda, que no sabes bien por qué, pero te pone la piel de gallina.
Sin perder un momento vas a abrir la puerta, y cuando los tienes delante, con uniforme y coche patrulla con luces destellantes incluido, vuelves a preguntar como un gilipollas
- ¿Quién?
Y claro él, en sus trece, sin cambiar la versión:
- La Guardia Civil. ¿No ha sonado aquí la alarma?
Andá, así que al final funciona la condenada. Que contenta se va a poner mi chica cuando se lo cuente... Pero os aseguro que hay momentos en que mantener la dignidad es difícil. En mis prisas por abrir la puerta y que dejaran de gritar lo de la Guardia Civil, pues los ya famosos vecinos se iban a pensar que nos dedicábamos al tráfico de coca o algo así, yo, siempre tan desprendido y pensando en los demás...no pensé en mi. Y abrí la puerta en calzoncillos, que como he adelgazado últimamente bastante, me están como si fueran de mi padre,y sin ponerme ni unas púdicas zapatillas, con la cara llena de espuma, a medio afeitar, sin peinar, con cara de acojonao... y encima, mis maravillosos perros, encantados de verme y deseando darme los buenos días, olisqueándome cariñosos las partes pudendas, mientras yo los intentaba apartar como podía y contestar al Civil de forma coherente:
- Si, esto, si , bueno , ha sido mi mujer, que se ha marchado y ha sonado y...
En fin, la explicación no fue muy convincente, pero creo que el aspecto general, y sobre todo el cariñoso reconocimiento de mis perros les convencieron de que no era un ladrón. Y de que si sí lo era, me merecía el botín. Por original. Así que después de pedir perdón unas 15 veces, logro terminar de arreglarme y vestirme dignamente y salir de casa casi a la hora prevista.
El que hoy hubiera un atasco en la carretera por una colisión (con la Guardia Civil presente, lógicamente) y tardara el doble en llegar al trabajo, era de esperar ¿o no?
¿O me estarían esperando a mi?
Republicado
Entrada programada por vacaciones.
viernes
Las noches de las cenas de empresa
Hoy es uno de los típicos días en los que se celebran las cenas de Navidad de las empresas. ¡Y he conseguido librarme!
Sé que para algunos este es un día divertido: acaba con todo el mundo borracho, con la corbata en la frente en plan Sandokán, o los pantyes como collar y bailando encima de las mesas. Por no hablar de los enrolles con los colegas del curro. Pero yo no he estado nunca en una de esas. Las mías han sido siempre de las de discurso del jefe, discurso del segundo jefe, discurso del tercer jefe, anuncio de recortes presupuestarios, congelación de salarios y ausencia de contrataciones, peticiones de esfuerzos especiales a los curritos, etc. etc. Y todos muy formales en mesas redondas para cenar cosas de esas de nombre larguísimo en francés y plato semivacío. Vamos un verdadero coñazo. Bueno, hasta el año pasado. El año pasado…
Estaba trabajando para una empresa (como asesor autónomo, fuera de plantilla) y me habían invitado a su cena de navidad. Consideré importante acudir para dejarme ver, hacer la pelota a los jefes y conseguir que siguieran contando conmigo el año entrante. Me dispuese a asistir y como vivo alejado de la ciudad, salí de casa con más tiempo del que habitualmente empleo para hacer ese recorrido, pues no quería significarme llegando tarde. Sin embargo no había calculado que esa era la noche que debía de hacer escogido todo el mundo para las cenas, por supuesto a la misma hora, y logré incorporarme a un atasco del quince, y de milagro. Imaginaos como sería para conseguir llegar más de hora y media tarde.
Sé que para algunos este es un día divertido: acaba con todo el mundo borracho, con la corbata en la frente en plan Sandokán, o los pantyes como collar y bailando encima de las mesas. Por no hablar de los enrolles con los colegas del curro. Pero yo no he estado nunca en una de esas. Las mías han sido siempre de las de discurso del jefe, discurso del segundo jefe, discurso del tercer jefe, anuncio de recortes presupuestarios, congelación de salarios y ausencia de contrataciones, peticiones de esfuerzos especiales a los curritos, etc. etc. Y todos muy formales en mesas redondas para cenar cosas de esas de nombre larguísimo en francés y plato semivacío. Vamos un verdadero coñazo. Bueno, hasta el año pasado. El año pasado…
Estaba trabajando para una empresa (como asesor autónomo, fuera de plantilla) y me habían invitado a su cena de navidad. Consideré importante acudir para dejarme ver, hacer la pelota a los jefes y conseguir que siguieran contando conmigo el año entrante. Me dispuese a asistir y como vivo alejado de la ciudad, salí de casa con más tiempo del que habitualmente empleo para hacer ese recorrido, pues no quería significarme llegando tarde. Sin embargo no había calculado que esa era la noche que debía de hacer escogido todo el mundo para las cenas, por supuesto a la misma hora, y logré incorporarme a un atasco del quince, y de milagro. Imaginaos como sería para conseguir llegar más de hora y media tarde.
Cuando estás en pleno atasco, te vas poniendo de los nervios viendo avanzar únicamente al reloj. Tú, ni te mueves. Mucho tiempo después, y después de dejarme las uñas en muñones, logré, al fin, acercarme a la zona de destino. Pero debía de llegar el último pues todos los parkings estaban a tope. Y por la calle, en pleno centro, imposible. Vueltas, más vueltas, y más aún hasta que conseguí perderme. Absolutamente despistado pensé en dos cosas: pedirle a los reyes (a los magos ¿eh?) un navegador y en llamar a un colega que conocía la zona. Busqué el nombre de la calle y teléfono en mano (si esto lo leen los municipales, negaré haberlo escrito yo) fui guiado por mi compañero hasta un parking en el que, efectivamente, había sitio. Es cierto que estaba un poco lejos, pero el vigilante del aparcamiento te daba mochila con bocata y cantimplora para el camino.
Al intentar encontrar el aparcamiento deduje por qué había plazas: no había dios que diera con la entrada. Y mira que di vueltas a la manzana buscando el maldito acceso, pero sólo encontraba la señal de la "P" con la palabra libre escrita en verde. Al final paré en el carril bus, llamé a información, me dieron el teléfono del parking y les llamé para preguntarles si realmente existían o la "P" era un vacile para los desesperados como yo. Estaban acostumbrados. Me facilitaron dos referencias y pude localizar la dichosa entrada, tan escondida y con tantos recovecos, que al iniciar la rampa de acceso topé con la trasera del coche contra el bordillo y rajé la rueda trasera (la derecha por si hay curiosos).
Joder, no tenía tiempo para ponerme a cambiar una rueda y menos con lo elegante y pizpireto que iba yo, dentro de mis posibilidades, claro. Así que aparqué el coche pinchado, y salí corriendo hacia el sitio de la cena.
Joder, no tenía tiempo para ponerme a cambiar una rueda y menos con lo elegante y pizpireto que iba yo, dentro de mis posibilidades, claro. Así que aparqué el coche pinchado, y salí corriendo hacia el sitio de la cena.
Pero el deporte es malo. Con las prisas metí el pié donde no debía y me torcí el tobillo, rompiéndome además, el tacón del zapato. ¡Del zapato nuevo!
Tarde, despistado (tuve que preguntar un par de veces por la dirección), cojo, sudoroso y sin resuello, logré llegar al fin. ¡Increíble pero allí estaba!
Pero la información no debía de haber circulado correctamente. Todos iban vestidos de esa forma que para mi es una incógnita: “elegante pero informal” y yo llevaba mi mejor traje, la corbata más nueva y los malditos zapatos (sin tacón) que estrenaba. Y para colmo no había cena. Era esa gilipollez que se llama cóctel y que consiste en perseguir a camareros cabrones que juegan al escondite contigo y llevan bandejas llenas de cositas pequeñas y desconocidas que saben todas igual. Y además ¡de pié! Con mi tobillo torcido y unos zapatos (insisto, sin tacón) que me apretaban por todas partes. (¿Quién es el idiota que estrena zapatos en estas ocasiones? Yo). Como asistía para hacer la pelota, no me pude ocupar de perseguir convenientemente a los camareros y me quedé con más hambre que Carpanta (nota= a la siguiente cena de empresa, ir cenado).
Bueno, al menos me había perdido los discursitos de rigor… como me hizo notar el jefazo al saludarme. Glorioso. La verdad, me estaba luciendo.
Decidí que bueno, que ya que estábamos, por lo menos aprovechar la barra libre, pero como no me gusta el alcohol, hacer rentable una barra libre a bases de coca-colas resulta algo “gaseoso”, y yo notaba (sobre todo en el cinturón) como poco a poco me iba hinchando.
Bueno, al menos me había perdido los discursitos de rigor… como me hizo notar el jefazo al saludarme. Glorioso. La verdad, me estaba luciendo.
Decidí que bueno, que ya que estábamos, por lo menos aprovechar la barra libre, pero como no me gusta el alcohol, hacer rentable una barra libre a bases de coca-colas resulta algo “gaseoso”, y yo notaba (sobre todo en el cinturón) como poco a poco me iba hinchando.
No conocía a casi nadie por lo que no tuve más remedio que dar la brasa a los pocos que me resultaban familiares (había que parecer integrado y quedarte solo, como un pasmarote, con corbata, aislado y con coca-cola en la mano no contribuía a ello).
Resultó que la empresa, en aras del buen rollito, había organizado un sorteo de regalos para los empleados en el que a todos les tocaría algo. Había un par de viajes chachis, alguna consola, ipods, mp3… y a mí me correspondió un magnífico bolígrafo de propaganda que encima me tocó agradecer, micro en mano, delante de todos. ¡Que falso soy! Me faltó emocionarme y soltar una lagrimita de agradecimiento ante el regalo...
En fin, cuando consideré prudente inicié una estratégica retirada, con saludos y parabienes, hacia el parking en el que me esperaba la rueda.
Un par de horas después llegaba a casa. Manchado el traje, sucio yo, con hambruna, el zapato roto, cojeando, sin saber si me iban a volver a contratar y, eso sí, un maravilloso bolígrafo de propaganda.
Un gran éxito de noche y deseando que llegara la cena de este año, como podéis adivinar.
Por cierto, incomprensiblemente, me volvieron a contratar. Veremos el año próximo.
En fin, cuando consideré prudente inicié una estratégica retirada, con saludos y parabienes, hacia el parking en el que me esperaba la rueda.
Un par de horas después llegaba a casa. Manchado el traje, sucio yo, con hambruna, el zapato roto, cojeando, sin saber si me iban a volver a contratar y, eso sí, un maravilloso bolígrafo de propaganda.
Un gran éxito de noche y deseando que llegara la cena de este año, como podéis adivinar.
Por cierto, incomprensiblemente, me volvieron a contratar. Veremos el año próximo.
¡Luz, más luz!
La luz es un elemento fundamental en nuestra vida. Es imprescindible para la vida vegetal, base de toda la cadena biológica de la que formamos parte. Y también lo es directamente para nosotros: No sólo para poder utilizar la vista, el más importante de nuestros sentidos (somos animales visuales) sino que también influye en la asimilación de vitaminas, en nuestro estado de ánimo y en nuestros ciclos vitales.
La multinacional Osram, ha resumido, en un par de transparencias, esta perentoria necesidad de luz:
La multinacional Osram, ha resumido, en un par de transparencias, esta perentoria necesidad de luz:
¿Estáis de acuerdo con Goethe y conmigo en la importancia de tener suficiente luz?
miércoles
Cuento japonés con moraleja
Hace un par de años me encontré, navegando por esas páginas de dios, este cuento japonés. Es, como suelen ser los cuentos japoneses, suave, tranquilo, mezclando lo natural y lo sobrenatural sin estridencias ni extrañezas y por supuesto, debe de tener moraleja. El único problema es que yo he sido absolutamente incapaz de extraer la moraleja que subyace, supuestamente, como se dice ahora, en él.
Así que cada uno saque la suya (y estamos hablando de moralejas):
Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejísima.
El viejo se llamaba Yoshiba, y su esposa se llamaba Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tiene derecho a morir. Cuando una persona enfermaba lo mandaban a la isla vecina, y si por casualidad moría alguien sin síntomas, enviaban el cadáver a toda prisa a la otra ribera.
La isla, la más pequeña del Japón, era también la más hermosa. Estaba cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alzaba un hermoso y solemne templo, cuya puerta parecía que se adentre en el mar.
Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea por dos virtudes: su resignación y perseverancia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida y el amor que los unía.
El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres: Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas y había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada.
Desde el día del casamiento, la adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos. Pero también se vieron sacudidos por la tristeza de perderlos, a los tres, una noche de tormenta en el mar.
Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban mutuamente sus lágrimas. En el lugar central de la casa construyeron un altar, en memoria de sus hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él.
Pero últimamente una nueva preocupación había aumentado la congoja de sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podría superar uno la muerte del otro.
Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Se encaminó hacia el lugar atravesando el frondoso bosque que existía en la isla. Pero al llegar a un claro del bosque, y observar los árboles, tan conocidos, se dio cuenta que había algo nuevo. Tanto años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del árbol más grande había un manantial de agua clara y cristalina. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a recogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera y su cuerpo parecía más vigoroso. Aquella agua tenía un poder misterioso que lo habían hecho rejuvenecer.
Entonces sintió la necesidad de volver corriendo a decírselo a su esposa.
Cuando Fumi lo vio llegar no conoció a aquel mozo que rápido se acercaba hacia la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque.
Decidieron que ella iría por la mañana, porque ya era de noche y podía perderse, a beber también de la fuente
A la mañana siguiente, Fumi se fue al bosque.
Yoshiba calculó la espera en dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua oyó un gorjeo como el que hace cualquier cría de animal cuando está sola. Se acercó a unas zarzas, las apartó y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua y había regresado a su primera infancia. Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa.
A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.
Y colorín, colorado....
Así que cada uno saque la suya (y estamos hablando de moralejas):
Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejísima.
El viejo se llamaba Yoshiba, y su esposa se llamaba Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tiene derecho a morir. Cuando una persona enfermaba lo mandaban a la isla vecina, y si por casualidad moría alguien sin síntomas, enviaban el cadáver a toda prisa a la otra ribera.
La isla, la más pequeña del Japón, era también la más hermosa. Estaba cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alzaba un hermoso y solemne templo, cuya puerta parecía que se adentre en el mar.
Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea por dos virtudes: su resignación y perseverancia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida y el amor que los unía.
El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres: Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas y había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada.
Desde el día del casamiento, la adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos. Pero también se vieron sacudidos por la tristeza de perderlos, a los tres, una noche de tormenta en el mar.
Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban mutuamente sus lágrimas. En el lugar central de la casa construyeron un altar, en memoria de sus hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él.
Pero últimamente una nueva preocupación había aumentado la congoja de sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podría superar uno la muerte del otro.
Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Se encaminó hacia el lugar atravesando el frondoso bosque que existía en la isla. Pero al llegar a un claro del bosque, y observar los árboles, tan conocidos, se dio cuenta que había algo nuevo. Tanto años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del árbol más grande había un manantial de agua clara y cristalina. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a recogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera y su cuerpo parecía más vigoroso. Aquella agua tenía un poder misterioso que lo habían hecho rejuvenecer.
Entonces sintió la necesidad de volver corriendo a decírselo a su esposa.
Cuando Fumi lo vio llegar no conoció a aquel mozo que rápido se acercaba hacia la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque.
Decidieron que ella iría por la mañana, porque ya era de noche y podía perderse, a beber también de la fuente
A la mañana siguiente, Fumi se fue al bosque.
Yoshiba calculó la espera en dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua oyó un gorjeo como el que hace cualquier cría de animal cuando está sola. Se acercó a unas zarzas, las apartó y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua y había regresado a su primera infancia. Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa.
A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.
Y colorín, colorado....
jueves
¿Puedes leer esto?
Cuando leemos no juntamos letras y sílabas, como cuando aprendíamos en el colegio. El proceso sería demasiado lento, no nos permitiría entonar correctamente y sería muy difícil entender lo que leemos. Nuestro cerebro, está entrenado para “reconocer” letras y palabras únicamente por su “imagen o aspecto” o al leer las primeras letras dentro del contexto de lo que estamos leyendo. Realmente adivinamos la palabra que vamos a leer por su morfología, sus primeras letras, y su significado dentro de lo que leemos. Por eso a veces las confusiones: esperamos una palabra y viene otra.
De un viejo e-mail recupero el texto siguiente. Si no lo has hecho nunca, trata de “reconocer” las primeras palabras y poco a poco, según avanza el texto, irás tomando velocidad. Aunque no ponga nada de lo que has leído, lo vas a “reconocer”.
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¿Has sido capaz? Supongo que sí. Pero si no has podido, mándame un correo y te envío el texto “traducido”.
De un viejo e-mail recupero el texto siguiente. Si no lo has hecho nunca, trata de “reconocer” las primeras palabras y poco a poco, según avanza el texto, irás tomando velocidad. Aunque no ponga nada de lo que has leído, lo vas a “reconocer”.
C13R70 D14 D3 V3R4N0 3574B4 3N L4 PL4Y4 0853RV4ND0 A D05 CH1C45
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¿Has sido capaz? Supongo que sí. Pero si no has podido, mándame un correo y te envío el texto “traducido”.
miércoles
Es importante aprender idiomas.
Saber idiomas es muy importante. Y para aprenderlos bien, la actitud del alumno y la capacidad del profesorado son fundamentales. Mira el vídeo: "Spanish for your Nanny" :
Quizá no sea muy justo, pero siento un cierto saborcillo a regodeo que me gusta.
Quizá no sea muy justo, pero siento un cierto saborcillo a regodeo que me gusta.
lunes
"Gold Farming"
Leo en la "Guía para perplejos" del "Cuaderno de Notas" de Aberrón (Fogonazos) un artículo (original del New York Times) sobre los Granjas de Oro, que os recomiendo. En un rápido resumen, os comento que trata sobre el Gold Farming, un fenómeno que emplea a 400.000 personas en todo el mundo y genera alrededor de 340 millones de euros de beneficios cada año.
El tema gira alrededor del World of Warcraft, comúnmente conocido como WoW. Para los que no lo concozcan (y según la Wiki) es un videojuego de rol multijugador masivo online. Está basado en la historia de los videojuegos de la serie de estrategia en tiempo real Warcraft y el jugador adopta el papel de un personaje que interactúa con otros y desarrolla situaciones en un ambiente fantástico, de forma similar a un juego de rol. A mediados de enero de 2008 existían más de 10 millones de jugadores registrados (pagando suscripción) en todo el mundo, pero principalmente en Estados Unidos, Japón y la Unión Europea.
Pero, ¿en qué consiste el Gold Farming? En pagar a jugadores, mayoritariamente chinos, para que consigan en el juego WoW oro o armas y luego revenderlos, a cambio de dinerito real contante y sonante, fundamentalmente a jugadores de Estados Unidos y Japón, que no tienen tiempo, ganas o habilidad para conseguirlas por sí mismos. Los jugadores chinos van turnándose en el control del personaje, sin parar ni un segundo, obteniendo su salario a cambio del oro arrebatado a los otros personajes del juego.
También existe el “Power leveling”, que consiste en que los jugadores contratados piden a los usuarios sus contraseñas y, a cambio de unos 300 dólares, se hacen cargo de su personaje hasta dejarlo en niveles que requerirían meses de juego (leer más en el artículo de Aberrón).
Lo que me deja realmente sorprendido es que esto llegue a ser un negocio mundial:
- Gente dispuesta a pagar dinero por un personaje u "oro" de un juego on-line.
- Gente cuya forma de trabajo es jugar a este juego para conseguir los items del WoW para venderlos.
- Gente que emplea y posiblemente explota a los anteriores haciendo un negocio con la compraventa de estos ¿enseres, personajes...?
Ingenuo de mí, pensaba que un juego era algo para divertirte y pasar un rato. Que te podía enviciar, el propio juego, y que pasado un tiempo te aburría y se quedaba en el olvido, quizás reemplazado por otro. Sin embargo, en la realidad, se lo toman demasiado en serio. ¿Pagar por conseguir oro en un juego?
Pero no acaba aquí la cosa. El tema debe de dar para tanto, que según nos cuenta el artículo, ya existen también las subcontratas: jugadores vietnamitas que trabajan para los jugadores chinos que trabajan para los jugadores occidentales. Y el gobierno de China acaba de anunciar que cobrará un impuesto del 20% sobre estas transacciones, convirtiéndose en el primer gobierno del mundo que cobra un tributo por este tipo de actividad virtual.
Pues ya sabéis, a jugar y a acabar con el paro... en China.