viernes

Reflexionando, o filosofando o algo de eso...

En una pareja mantener posiciones diferentes sobre cualquier tema, encontradas incluso, charlar sobre ellas, discutir, suele ser considerado algo positivo, constructivo. Es posible, sí, pues se pueden alcanzar acuerdos, consensos, puntos en común, aunque sea después de una agria discusión y una larga negociación.


Pero realmente esta afirmación tiene trampa. Estas posiciones de partida, que permiten un toma y daca de opiniones y argumentos y alcanzar acuerdos, sin que necesariamente deba de haber un perdedor serán positivas si versan sobre temas o acontecimientos futuros. Si hablamos de lo que pasará o podría pasar. Es menos cierto cuando hablamos del presente. La inmediatez, la prisa, suele crispar las posiciones y agriar los argumentos. En cualquier caso, si se logra llegar a un punto común, con ambos de acuerdo, sigue siendo constructivo.

Sin embargo, es total y absolutamente negativo si hablamos del pasado. Peor si hablamos de un pasado común. Ocurre cuando cada uno recuerda lo sucedido de forma distinta, con enfoques diferentes, o cuando, directamente, se reinterpreta el pasado y cada persona está convencida de que acaecieron hechos que no se parecen en nada entre si.

Y esto tendemos a hacerlo todos. Nuestra memoria dista mucho de ser un archivo perfecto. El pasado lo reescribimos y amoldamos a nuestro antojo, de forma involuntaria totalmente, para que case bien con nuestro presente, para ayudarnos a mantener nuestras posiciones actuales, como si siempre hubiéramos sido enteramente coherentes en nuestros actos y líneas de pensamiento. Tendemos, dicen, a olvidar lo malo y subrayar lo bueno, dibujamos de nuevo el cuadro, otorgándonos un papel más protagonista en los hechos positivos y quitándonos culpa en los negativos. Nuestra capacidad de olvido, de rediseño es tal que se termina casi siempre mirando con nostalgia atrás y pensando aquello de "todo tiempo pasado fue mejor".


Pero ¿qué hacer cuando en la pareja la interpretación de esos hechos pasados es fundamental para el mantenimiento del presente? ¿qué hacer si los cimientos que sustentan las razones actuales han sido deformados y adaptados según los deseos de uno o ambos de los contendientes? Cada uno examinará su pasado común y llegará a conclusiones diametralmente opuestas, sin que existan formas objetivas de prueba. Para uno aquello ocurrió, y fue así y fue bueno. Para el otro ni siquiera ocurrió, o si lo hizo pero de aquella otra manera y, desde luego, fue algo malísimo...


Con estos torcidos cimientos, no hay presente ni futuro que aguante: Cuando uno de los dos piensa que ha sido un santo durante toda su relación y el otro le acusa, casi, de asesinato moral; cuando uno piensa que han vivido una relación ,con dificultades, pero feliz, y el otro le espeta que ha sido un periodo terrible de su vida. Cuando uno cree que lo ha dado todo y el otro piensa que no ha recibido nada. Cuando un hecho ocurre, ocurre de una determinada manera y no de ninguna otra. Pero cada persona puede, pasado el tiempo, recordarlo de manera distinta. Y así es muy difícil, imposible, ponerse de acuerdo.


Reescribir el pasado para hacerlo fundamento y razón de lo que pensamos o queremos ahora, es algo natural e inconsciente. Pero algunos parecen, parecemos, unos verdaderos prestidigitadores de la invención. Da igual lo que haya que cambiar, se cambia y ya está. Y así no hay futuro que aguante.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Construír un futuro juntos es muchas veces más complicado de lo que en principio se supone. Cuando empiezas, es muy sencillo ceder a los caprichos del otro y a sus reclamaciones pero con el tiempo es mucho más sencillo seguir tu camino al margen del de tu pareja e ir haciendo tu propia vida en lugar de una en común, y ahí creo que reside el mayor problema, la distancia.

SONVAK dijo...

A veces se da el caso contrario: uno se siente responsable de todo, culpable de todo, y piensa que quizá debería esforzarse más, dar más... y esto tanto en el presente, como en el futuro mirando hacia el pasado. Para mi, lo que está claro es que si una relación falla o tiene problemas, la responsabilidad es de los dos... pero claro, yo es que siempre me siento responsable de todo (según mi ex-psicóloga, porque tengo complejo de Dios, je).

Besos :)