viernes

Talco

Creo que a este no le desean feliz año, ni moja, ni siquiera le dan de cenar. Pero todavía se está partiendo de risa...







¡¡¡FELIZ 2011 PARA TODOS !!!

miércoles

No debería haber ido, pero...

Si es que no debería haber ido. Pero la corrección política, la necesidad de trabajo y el peloteo necesario para conservarlo, me hicieron acudir a una (a todas en realidad) de las varias comidas / cenas de trabajo que, bien a través de la empresa que me contrata, la que me subcontrata, o la que ha comprado a la que me contrata, tenía, tengo, para estas Navidades.

Lugar, restaurante de lujo a las afueras de Madrid, sobre el km. 12 de una autopista importante (no me pagan la publicidad, pues no la hago). Segunda planta. Es un cóctel, así que todos de pie y a joderse. Al menos, se puede fumar saltándonos todas las reglamentaciones. Hay ceniceros por todas partes y nadie protesta. Sólo alguno añora el próximo dos de enero. Que le den.

Hay que estar a la que salta para cazar algo de las bandejas. Y como las tapas son de diseño, preguntar al camarero portador "¿qué es eso?" no sea que nos vayamos a meter en la boca alguna guarrería. Y con las cosas de comer no se juega. Las bebidas, si tomas vino blanco o tinto, son abundantes. Si bebes cerveza, te puedes agarrar una buena, pero si quieres ejercer de inculto, y de no saber disfrutar de la mesa tomando coca-cola (esta publicidad es gratuíta y la pongo porque quiero) lo llevas crudo. Aparecen de vez en cuando y al sitio que he escogido no llegan.

Toreas las bandejas con pescados, mariscos y carnes crudas. Te refugias en los socorridos fritos y algunas lindezas de verduras a la no se qué con crujiente de no se cuantos. La velada es amenizada por un grupo de godspell que interpreta,o ejecuta, villancicos de siempre a un ritmo tal que hacen que si no fuera por la letra no los reconocería ni su autor. Nadie aplaude y todo el mundo sigue a su conversación y a su bandeja. Más villancicos. Luego los discursos de los jefazos todas las empresas presentes. Gratamente sorpendido compruebo que deben de tener hambre y que en cinco minutos han acabado todos. Perfecto.
Entonces comienza a sonar música que pone un tío situado al fondo a la izquierda con cascos y dos giradiscos delante de él.

¿Os he comentado que trabajo con pipiolos? El mayor de mis compañeros debe de tener 30 años. Eso supongo que debe de tener alguna ventaja, pero no la encuentro, y sí desventajas. Nuestros ejes de comunicación jamás coinciden aparte del tiempo meteorológico. Las referencias culturales son totalmente distintas. Y te hacen sentir viejo. Cuando tú piensas en el problema de la vivienda para tu hija mayor, ellos comentan los problemas que les acarrea vivir en casa de sus "viejos". Bueno, pues haciendo referencia al tipo que ponía la música, se me ocurre hacer un comentario sobre el "pinchadiscos". Caras de asombro entre mis compañeros y después de un breve silencio, carcajada general. Me corrigen y me indican que a ese tío se le llama D.J. (pronúnciese Diyéi). Vamos, como siempre, D.J.=Disk Jockey=traducido a pinchadiscos. Pero... debo de ser un inculto. En cualquier caso, debo de estar haciéndome viejo y desfasado. Al menos para su forma de ver...

Pongo, para finalizar, un texto de Mario Benedetti, titulado "Síndrome" que he copiado tal cual del blog de conxa, siempre magnífica fuente de inspiración y que creo que viene que ni pintado al caso:





Todavía tengo casi todos mis dientes

...casi todos mis cabellos y poquísimas canas

puedo hacer y deshacer el amor

trepar una escalera de dos en dos

y correr cuarenta metros detrás del ómnibus

o sea que no debería sentirme viejo

pero el grave problema es que antes

no me fijaba en estos detalles.

martes

Maravillas que descubre la ciencia

Cuanto bien nos hace y cuantas posibilidades nos abre el conocimiento...



Leo en la revista "Muy Interesante":


"En las sociedades modernas, las relaciones extramatrimoniales resultan inaceptables. Sin embargo, en muchas culturas amazónicas no sólo era habitual para una mujer tener múltiples parejas sexuales, sino que además los indígenas consideraban que, cuando la mujer quedaba embarazada, cada hombre con el que había mantenido relaciones era padre biológico parcial de su hijo, según revela un estudio que ha publicado la revista PNAS.

Este modelo de paternidad múltiple tenía varias ventajas, ya que diferentes hombres participaban en la manutención del hijo, reduciendo el riesgo de mortalidad infantil. Además, como las guerras eran tan comunes en las antiguas sociedades amazónicas, si la madre quedaba viuda siempre habría otras figuras paternas para el niño. Paralelamente, para los hombres, compartir una mujer era una forma de crear o reforzar alianzas entre ellos.

Esta costumbre empezó hace unos cinco mil años y se mantuvo en la mayoría de las sociedades de la región hasta hace un par de generaciones; probablemente aún se mantenga en 20 ó 30 comunidades que apenas tienen contacto con el exterior” ha explicado Robert Walker, investigador de la Universidad de Missouri (EE UU) y coautor del estudio."



La primera opción que se me ocurre al enterarme de esto, no creo que sea válida. He pensado que esta práctica era obligatoria para conservar la especie dado que los hombres necesitarían de una gran moral y una ayudita extra para repetir "noche" con esos especímenes de mujeres; aunque viendo la foto que ilustra el reportaje... no sé, no sé. Pero como me van a llamar machista lo desechamos y pensamos que sí, que es por el bien de los niños.

Una vez sabido esto, me parece una postura muy inteligente y adecuada. Yo, si es necesario, comparto mi mujer, voluntariamente, con quien quiera , y espero que las respectivas parejas de Angelina Jolie, Megan Fox, Jessica Alba, etc. etc. hagan lo mismo. Siempre, por supuesto, buscando el bien de la descendencia respectiva, claro está. En fin, creo que no me voy a librar de que hoy me acusen (injustamente) de machista...



Pero desde luego... ¡Que buenas cosas tiene la ciencia y que amplios campos de exploración nos abre...!

lunes

¡Que gozada!

A lo largo de las distintas entradas de este blog, ya he dejado claro que el fútbol no me gusta. Como futbolista imposible, pues mi máxima aspiración deportiva es ser campeón mundial de reposo en sofá (podría aducir que tengo los tobillos y rodillas muy jodidos de cuando jugaba de joven, etc. pero la verdad es hoy por hoy no me gusta practicar deporte). Como futbolero, espectador, aficionado o como se llame, tampoco tengo futuro. Me aburro viendo los partidos.




A pesar de esto, mi hijo pequeño, con seis años, siente, vive y piensa solo en el fútbol. No sé de donde lo ha sacado, pero es algo increíble. Su máxima aspiración es tener permanentemente una pelota en los pies: recreos, tardes, entrenamientos, partidos, fútbol a todas horas y de cualquier clase. Sobre todo practicarlo, pero tampoco le hace ascos, si no hay más remedio, a ser simplemente espectador.



Ante esta situación, como comprenderéis, los premios y castigos (o amenazas) giran siempre alrededor del fútbol. En su día le prometimos que si sacaba buenas notas, si su actitud hacia el estudio era buena y su tutora nos daba buenas referencias, ganaría, como premio “gordo” el asistir a un partido del Real Madrid (es madridista hasta la médula…) Y lo ganó.



El pasado miércoles se dieron las circunstancias idóneas. Buscaba yo, para su estreno, un partido nocturno (el campo es mucho más espectacular con la iluminación nocturna y para el niño las actividades de noches son como más valoradas), que no tuviera mucha tensión (nada de un Madrid-Barça ni nada similar, algo tranquilo) ante un rival fácil, con posibilidad de ver goles… El partido de ida de copa del rey, ante el Levante, conjuntaba todos esos requisitos y finalmente sacamos las entradas. Fuímos el peke, su madre y yo.




Por supuesto, el crío estaba como un flan antes de ir. Los nervios podían con él. Y las noticias de la radio, informando de unas anginas de CR7 y la suplencia de Di María y la ausencia de Sergio Ramos, tampoco eran muy positivas. Le intentamos prevenir contra los ruidos (trompetas, sirenas, gritos, insultos) y preparar para lo que iba a vivir.



Como siempre sucede en estos casos, la realidad te supera. Asistimos al “partido perfecto”. Jugaron casi todos los titulares, menos los lesionados o sancionados. Las localidades, caras, eran de ensueño. El peke se hizo cargo del ambiente de forma inmediata y al poco de comenzar ya estaba gritando instrucciones al equipo “¡¡Venga, fuera, ese balón fuera!!”, despotricando contra el árbitro: “Tarjeta, árbitro, ha sido tarjeta”, “¡No, hombre, no, no ha sido saque de puerta, ha sido corner!”…. ¿De dónde había sacado esas frases y esa "sabiduría futbolera? De casa no, por supuesto. También identificaba, sin necesidad de ver el número o el nombre, a todos los jugadores del equipo (y a mí me parecían todos el mismo, ¿será que necesito gafas también para lejos?) y participó de toda la animación del estadio: aplaudía, abucheaba, saltaba, hacía la ola… todo. Parecía un experto aficionado con cientos de partidos a sus espaldas.



Además, el Madrid ganó 8-0 ¡¡8-0!! Hacía 50 años que no se daba ese resultado en copa y tuvo la fortuna de que acertamos con el partido. Vio goles, vitoreó, compadreó con los vecinos de localidad, gritó hasta quedarse afónico, se emocionó...




El brillo en sus ojos es algo que nunca olvidaré. Creo que bajo ninguna circunstancia nos podría haber salido tan bien el experimento. Disfrutó como nunca, se emocionó, participó de todo (se comió el reglamentario bocata en el descanso, por supuesto) agitó su bufanda como hincha y salió encantado de la vida…



A ver como le convenzo de que no todos los partidos son así. Pero desde luego, jamás había visto a mi hijo disfrutar durante dos horas, como lo hizo ese día. Y yo fui testigo y artífice en parte. Me siento muy contento. Y mi hijo cambia cualquier otro regalo que le gustara antes del partido, por volver otra noche al Bernabeu.



Algo increíble. Veo que, a este paso, me va a terminar por gustar el fútbol. ¡¡Que remedio!! Y qué gozada de día…

miércoles

Que haya suerte...

Cuando escribo esto, hace escasos 20 minutos que ha empezado el sorteo de lotería de Navidad. El clásico. Todavía lo único que se oye son los sueños, soñados despiertos: pues si me toca yo... y cualquier versión del cuento de la lechera que os podáis imaginar.


Antes de convertirse en el día de la salud, todos tenemos el convencimiento íntimo de que no va a tocar, aunque ese mínimo cosquilleo de emoción en el estómago que sentimos al pensar "y si..."



Cuando comencé a trabajar, hace chorrocientos años, tal día como hoy siempre me vestía con mi mejor traje para estar preparado para recibir a la prensa y las TV, como ganador del gordo, y salir elegante en los medios.



Veinte años me duró esa costumbre... y nada. Ya desistí y ahora me importa poco como salir. Lo que quiero es que toque. Pero lo llevo crudo.



En primer lugar, tengo mala suerte. Pero no una mala suerte de que no me toque la lotería, no. Mala suerte en general. De hecho, algún miembro querido de mi familia, que se atreve a decirlo en voz alta, me dice que soy bastante cenizo. Pero no os preocupéis. No es contagioso. Al contrario. Si estoy yo, los demás suelen tener mejor suerte ya que la mala me la llevo yo. Hay montones de anécdotas y ejemplos, pero os ruego que os fiéis de mi palabra. Es cierto y no es exagerado.



En segundo lugar, la lotería no me puede tocar, porque dicen que la suerte sólo llama una vez a tu puerta. Y ya en su día, mi madre, estando embarazada de mi, la dejó pasar: fue a comprar su décimo de Navidad (en aquella época con un décimo del gordo te comprabas un piso, pagabas deudas y ponías un negocio, en una palabra, eras rico) a la famosa administración "Hermana de Doña Manolita" en la Puerta del Sol de Madrid. Le acompañaba mi tía, su hermana. Cuando el lotero le dio el décimo, con capricho o intuición de embarazada, decidió que ese número era muy feo y que no podía tocar. Que se lo cambiara. Pero cogió el décimo, se aprendió el número... Y por supuesto, era el que tocó.



Después de despreciarlo así, de esa forma, ¿cómo va a volver a tocar? Si a la suerte le dices que no, no vuelve.



En fin, que cuando leáis esto, ya nos estaremos consolando con la salud, que no es poco....

Hay que actualizarse

Me han llegado, en poco tiempo, varios enlaces que me redireccionaban a esta moderna versión de la natividad:

..........................................HISTÓRIA DO NATAL DIGITAL (youtube)





Está en portugés pero se entiende perfectamente y está muy bien hecha. ¡¡Si es que hay que ir con los tiempos...!!

Pues eso, ¡¡Feliz Navidad a todos!!







viernes

Sexo y Trabajo

Ahora que se acercan las fiestas navideñas con sus comidas, cenas y fiestas, copio una entrada que encontré aquí:

Largas jornadas laborales, fiestas y comidas de empresa, viajes de negocios… son situaciones que fomentan el acercamiento entre compañeros de trabajo. Las fantasías, los flirteos y las relaciones sexuales de todo tipo están a la orden del día. Eso es, al menos, lo que revelan numerosas encuestas, aunque se calcula que muchos entrevistados mienten. No obstante, es posible llegar a conclusiones curiosas.

Más de la mitad: La revista Playboy publicó un estudio realizado entre 10.000 trabajadores. El 50% de los varones reconoció haber tenido relaciones sexuales en su trabajo.

(Y
aquí: )

Pasamos ocho horas por día en el trabajo donde, como en toda jungla, machos y hembras marcan y cuidan su territorio, lucen sus mejores galas y tratan de gustar. ¿Quién no ha pensado en tener sexo con un/una compañero/a de trabajo?

Grandes, y muchas veces problemáticas, relaciones han comenzado entre escritorios, correos electrónicos y reuniones de trabajo. Algunos especialistas afirman que la incorporación de la mujeres al mercado laboral ha sido marcada por una imitación del modelo de éxito masculino, que incluye una sexualidad agresiva como muestra de poder. Así, las pasiones, romances y encuentros sexuales en el trabajo se han convertido en casi una cotidianeidad.

En el trabajo hombres y mujeres sacan a relucir sus mejores plumajes, ya sea para causar una buena imagen, ganarse la simpatía del jefe o para llegar al corazón (o a la ropa interior) del compañero que más nos atrae. Es que pasamos mucho tiempo en el trabajo, y a menudo se comparten más inquietudes, problemas y satisfacciones con quienes tenemos más cerca en ese momento.

Tantas horas en grata compañía del sexo opuesto, según el estudio Actitudes y Conductas Afectivas, realizado en España por el Centro de Investigaciones Sociológicas, dan como resultado que el 13 por ciento de la población activa conoció a su pareja en el lugar de trabajo o estudio, frente a un 9 por ciento que lo hizo en lugares de ocio. Es decir, hay más posibilidades de comenzar una relación amorosa con alguien conocido en las aulas y oficinas que en discotecas, y aunque el informe del CIS no profundiza en materia de sexo, es revelador saber que el 8 por ciento de los encuestados definió ‘relación amorosa’ como una relación corta o esporádica entre dos personas que se sienten atraídas y tienen relaciones sexuales.

El mismo informe del apunta que en el 67 por ciento de los casos la atracción surgió poco a poco, al ir conociéndose, algo habitual en los centros de trabajo, donde pasas más horas al día que en casa, frente a un modesto 22 por ciento que experimentó el tan mentado ‘flechazo’ .

Los grandes centros de trabajo, con muchos empleados, son más favorables a este tipo de relaciones. Entre los oficios más peligrosos para el sexo, el periodismo, las empresas de auditorías y de seguros, las agencias de publicidad y las multinacionales en general son los trabajos más ‘picantes’. En empresas que ocupan edificios enteros circulan de modo permanente las noticias sobre escarceos amorosos en el baño de la tercera planta o en el archivo (o en el estacionamiento).

Estudios europeos y americanos sitúan en torno al 28 por ciento el porcentaje de relaciones entre trabajadores de diferente nivel en la empresa. El informe del CIS es prudente en este aspecto, ya que sólo un 17 por ciento reconoce haber llegado a la horizontalidad mediante un salto vertical. Y casi siempre con superiores inmediatos, jefes de sección o de departamento.

Pero la erótica del poder funciona, si va acompañada por el atractivo físico, la situación económica y una diferencia de edad. Estos tres factores suman el 71 por ciento de las características que llevan a iniciar una relación esporádica, según el mismo informe. Con iguales o con jefes, el 30 por ciento de los romances de trabajo no pasa de relaciones puramente sexuales y el 65 por ciento no supera el año de duración. Pero un año da para mucho. A veces, para demasiado, porque el asunto se complica cuando entran en juego terceras personas.

En la encuesta del CIS sólo el 57 por ciento consideró imposible estar enamorada de dos personas a la vez. ¿Qué ocurre con el porcentaje que falta? Es que una cosa es lo que pensamos, lo que sostenemos como valores sociales o morales inculcados, y otra lo que hacemos.

Y la cosa se agrava si no hay equilibrio entre la situación de los contendientes. En el estudio del CIS, el 55 por ciento se pronunció por la conveniencia de mantener una relación de pareja aunque la pasión se haya evaporado.

Pero el deseo no se evapora, de modo que, lo que no encuentran en casa, lo buscan -o se topan con ello- en la calle y, sobre todo, en el trabajo. La gente vive, trabaja, se muestra y por lo general, encuentra en el entorno laboral lo que ya no tiene en su relación. De ahí el riesgo de iniciar un affaire con un compañero o compañera de trabajo, creyendo que a los dos os mueve la pasión del momento, y encontrarse luego metido en un nuevo proyecto que no buscabas.

En el caso opuesto, en el que tú eres libre y la otra parte no, el fuego inicial puede dar paso a remordimientos crecientes, en especial si la cosa se prolonga en el tiempo. Vale que tú no engañas a nadie… pero colaboras en que alguien sea engañado. Y no digas que no lo piensas, porque mañana te puede tocar a ti. ¿O ya te ha tocado? En ese caso, con el tiempo compruebas que es un pobre desquite, porque no tiene el destinatario adecuado.

Como no podía ser de otra manera, a las empresas no les agrada que sus empleados confraternicen más allá de lo esencial. Asesorías y consultorías multinacionales prohíben a sus trabajadores mantener relaciones personales; y grandes financieras y entidades bancarias recomiendan a sus empleadas no intimar con sus jefes.

Para prevenir reclamaciones sindicales, las cláusulas suelen figurar en los contratos de alta dirección de los ejecutivos, y en otros casos la medida pasa por separar físicamente a los emparejados con traslados a otra sección o sucursal. Rara vez se hace de forma explícita, porque si bien se puede prohibir y penalizar la práctica del sexo en el lugar de trabajo, el amor no se puede regular por convenio.

Lo más recomendable, si vas a tener un lío con alguien del trabajo, es tenerlo fuera del trabajo. Está bien que la mesa del jefe tiene un coeficiente de morbo muy alto, pero mejor en una cama, sin posibilidad de que te pille la señora de la limpieza en el peor (mejor) momento; y sin excusas poco convincentes.

Consejo final: si se trata de una relación meramente pasional y sexual, puedes buscarla fuera del trabajo (dónde se come, no se ensucia, dicen). Si es algo especial, adelante, pero trata que no trascienda. No hay nada como los comentarios de pasillo para que a tus jefes deje de importarle cómo haces tu trabajo y se centren en cómo haces el salto del tigre. Y desde un archivador, además de peligroso, es muy poco sensual .

Y para finalizar, unas frases sobre lo único, recopiladas del facebook:

- Mi esposa es un objeto sexual. Cada vez que le pido sexo, ella objeta.
- No hay castos; sólo hay enfermos, hipócritas, maniáticos y locos.
- Lengua: Órgano sexual que algunos degenerados usan para hablar.
- Un intelectual es la persona que ha descubierto algo mas interesante que el sexo.
- Si tu pierna izquierda fuera viernes y tu pierna derecha fuera domingo, déjame pasar un fin de semana contigo...
- Mi mujer grita tanto al hacer el amor que a veces la oigo desde el bar
- Lo más difícil de ver sexo por internet es controlar el ratón con la mano izquierda.
- Es curioso que se le denomine sexo oral a la práctica sexual en la que menos se puede hablar.
- El matrimonio es como las libretas de ahorro: de tanto meter y sacar se pierde el interés.
- La inactividad sexual es peligrosa, produce cuernos.
- El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores.
- Brindemos por nuestras novias y nuestras esposas:¡que nunca se conozcan!
- ¿Es sucio el sexo?.... Solamente si se hace bien.


¡¡Ah y Feliz Navidad... en el trabajo!!


lunes

Odio la cerveza Estrella Damm

Cae en Madrid la primera nevada de la temporada. Es madrugadora y, aunque me gusta el frío, la nieve y el invierno en general, justo hoy voy a dar con el anuncio completo de esta pasada temporada estival de Estrella Damm, acompañada de su canción "Applejack"








Lo cierto es que me deprime y me cabrea. ¿De verdad existen esos veranos? ¿De verdad existen los barcos, las aguas transparentes, las tías estupendísimas que se dejan ligar, las fiestas, la juerga? ¿Y por qué yo no he pasado de la maldita playa de San Juan en Alicante en donde te encuentras con todos tus vecinos, jefes y compañeros? ¿Por qué yo no he conocido ninguna tía de esas? ¿Que pasa, que las matan después de terminar el rodaje? Prometo firmemente no tomar Estrella Damm a ver si deja de hacer estos anuncios y de sumirme en una depresión de caballo cada vez que llega el verano. O el otoño. O el invierno. Que me pongo verde de envidia, lloro por lo que ya nunca será, añoro mis veintitantos, que me los pasé entre acabar de estudiar (contrareloj), hacer la puta mili y comenzar a trabajar cobrando una mierda. Y encima me casé con mi ex, que por cierto no se parecía en nada, en nada a la del anuncio (serían de verdad de la misma especie o es que hay homo sapiens y homo sapiens-buenísimus)

Si tuviera la consabida varita mágica o un genio con un solo deseo, creo que no pediría fortunas ni chorradas de esas. Yo pediría un verano de Estrella Damm. Pero repito ¡¡ni una sola cerveza!!

viernes

¡Devuélveme esas tetas!

Al poner la radio en el coche, cuando he llegado a la oficina... esta era la noticia que, entre risas, comentaba todo el mundo:


Un alemán reclama el dinero que prestó a su ex para operarse
Miércoles 24 de noviembre de 2010 21:15 CET

BERLÍN (Reuters) - Una alemana que se gastó una gran suma de dinero en implantes mamarios, con un préstamo de su novio de aquel entonces, teme ahora que sus bienes sean embargados ya que no logró reembolsarselo por completo, dijo la mujer de 20 años ,al periódico Bild.
Su ex novio le exige que le devuelva los 4.379 euros que le dio para que se pagara su cirugía de aumento de pecho en 2009 o llamaría a la policía y trataría de conseguir un embargo, informó el miércoles el diario.
"Es verdad que Carsten firmó un préstamo poco antes de la operación", dijo la mujer identificada sólo como Anastasia según fue citada. "La condición era que yo no tendría que devolverle el dinero si permanecía un año con él", agregó.
Pero la pareja se separó poco después de que ella se sometiera a la cirugía plástica. La mujer dijo que había transferido 3.000 euros a la cuenta bancaria de su ex novio la semana pasada.
© Thomson Reuters 2010.





Esto, lo primero, me recuerda a la canción de Riki López que se convirtió en himno oficioso de nuestra selección de baloncesto el año en que ganamos el mundial (ver aquí). La canción es cojonuda, pero real como la vida misma según vemos.



En segundo lugar, propongo una alternativa al siempre denigrante tema del dinero. Es humillante y rastrero estar que me debes, que te debo... No. Lo mejor sería otorgar derecho de uso, usufructo en este caso, al novio, en condiciones marcadas de calendario y duración ¿no? Así según vaya incrementándose el "desgaste" y la "caída" las disfrutará en esas mismas condiciones... Es lo más justo.

jueves

Sueños amargos (Relato)

Según la frase de Lennon que figura al pie de esta página del blog, la vida es eso que te pasa mientras tú estás ocupado haciendo otros planes.


Eso le sucedió a Javier. Su historia es una historia más, normal, casi vulgar, de amor, desamor, cuernos y vergüenza. De desesperanza y desánimo después de acariciar el cielo con la punta de los dedos.


Era Javier un divorciado de mediana edad, con hijos, y con un futuro que no era blanco ni negro. Simplemente no veía lo que había en él, no sabía lo que podía esperar de la vida ahora que, por fin, se había quitado de encima a la que durante tantos años había sido su compañera y que había convertido su vida en un infierno latente, sin grandes llamaradas pero con brasas que quemaban constantemente. Cuando al fin dio el paso, difícil, complicado, incomprendido, sintió un alivio, una liberación difícil de describir para quien no la haya vivido. Y ahora se debía enfrentar a un futuro ignoto, lleno de dudas y con sus hijos, cuando le tocaban, como compañía.


Sin embargo, la vida se empeñó en recrear el cuento de Cenicienta (¿o era Blancanieves ohummmmm... la Bella Durmiente?). Bueno, ya he olvidado cuál era, pero lo cierto es que comenzó a vivir un cuento de Disney. Conoció a Edurne. La primera vez que la vió se quedó mudo, sin poder articular palabra pues esa era la mujer con quien había soñado toda su vida. Increíble toda ella, poro a poro, centímetro a centímetro, era su mujer perfecta.


Se las apañó para que los presentaran, para poder conocerla y mediante una hábil maniobra, poder pasar, justificadamente, tiempo juntos. Pasaron unos meses, con un transcurrir del día a día satisfactorio, mucho, pero con un futuro negro. Su relación, platónica, iba a tener que acabar pues tenía fecha de caducidad.


La pena le invadía pues creía haber encontrado en ella esa media naranja de la que hablan por ahí. Ella era su amiga, amante, cómplice, compañera, su mujer.


Y Disney siguió haciendo de las suyas. A escasas horas del límite marcado, el guión hace una filigrana y con gran esfuerzo y estrépito y muchas facturas morales que pagar, el ultimátum desaparece y se abre ante ellos un futuro de cuento: perdices, felices…


Javier estaba en una nube, sin creerse su suerte, sin poder aceptar que por una vez, el destino había echado los dados y habían salido seises Sus seises.


Correspondido, comenzaron una luna de miel. ¿Dificultades? Muchas. Todas. Falta de apoyo del entorno cercano de ammigos y familia, escasos recursos económicos… pero todos estos problemas no eran sino anécdotas que día a día se vencían gracias al amor, a la alegría, a las ganas de vivir. Edurne era una mujer vital, risueña, alegre, que contagiaba su amor por la vida y conseguía que cualquier tarea que emprendieran juntos, por muy trivial que fuese se convirtiera en una fiesta, en algo grato de llevar a cabo, en algo que, siempre, acababa bien.


El tiempo fue pasando. Javier seguía en su nube, viviendo una felicidad que a estas alturas debía de ser ya irreal, y sin darse cuenta de que poco a poco Edurne comenzaba a marchitarse.


Una enfermedad, operación, convalecencia, larga convalecencia, seguida de fuertes problemas anímicos para recuperarse tras la operación, fueron el primer aviso de que la luna de miel había finalizado. Por su culpa. Por no saber dominar los efectos secundarios de esa cirugía, Edurne estuvo a punto de irse de casa en varias ocasiones. Sólo los hijos, las lágrimas y los ruegos consiguieron retenerla.


Obligado a salir de su marasmo, Javier tomó unas grandes y graves decisiones con respecto a su futuro, haciendo que este pasara a ser de unas tonalidades demasiado oscuras, sin nada claro en su interior.


Y comienza un período de desgaste. Problemas económicos, familiares, laborales, todos ellos a un tiempo van haciendo mella en Edurne. Sin embargo Javier, viviendo aún en su nube de amor no es consciente de todo. Sólo se percata de parte de lo que sucede. Él sigue el transcurrir diario pensando que todo es perfecto y dando gracias a los dioses y a Disney por dejarle vivir la historia que estaba protagonizando.


Este periodo, de varios años, los cambia a ambos, sin que ninguno sea consciente de este alejamiento que se va produciendo, demasiado ocupados en solventar los problemas de cada día. Para abundar más en el lado negativo, una rara enfermedad hace mella en Edurne que se siente incomprendida, a veces inútil e impotente y siempre desplazada.


Sin embargo, Javier, con una exquisita falta de sensibilidad continúa viviendo feliz, ajeno a la realidad que se ha creado a su alrededor, sabiéndose sólo mirarse el ombligo.


Y mientras el tiempo pasa y la relación se deteriora abriendo huecos por todos los lados, Javier desaprovecha una tras otras las oportunidades que se le presentan de intentar reconducir la relación. Al ignorar los problemas, no reconoce las soluciones.


Pero este proceso, finalmente siempre acaba por estallar.


Edurne, un día, encuentra a alguien que la escucha, la mima, la oye, la trata de nuevo como a una reina. Y cae prendada de Él. No quiere hacer daño, no quiere renunciar a su familia, pero es incapaz de decir no a quien le hace sentir viva, deseada, mujer otra vez, alguien que consigue que la sangre fluya con fuerza a impulsos de un desbocado corazón sólo con estar cerca de Él.
El drama es fácil de imaginar.


Ella en medio, Javier, con sus nuevos cuernos, destrozado, y Él, esperando, desde la comodidad de su situación en segunda fila, pero con una presencia permanente en primer plano.


Se buscan soluciones, se hacen promesas, se incumplen todas, la confianza vuela hacia parajes lejanos, las mentiras se hacen cotidianas. Nadie se atreve a tomar las medidas que habría que tomar porque hay daños colaterales indeseados.


Pero ahí están Edurne y Javier, que un día tocaron el cielo con la punta de los dedos y ahora tienen los pies en el infierno. Y no hay ninguna solución.


Por eso esta historia, es una historia vulgar, una más que escupir a la cara de Disney que siempre nos engañó con finales felices.

lunes

Adicción al trabajo ¿Yo...?

A menudo tengo con X una discusión sobre si tiene adicción al trabajo o no. Al suyo, naturalmente. Yo siempre he creído que si, que totalmente. X mantiene que no. Bueno, he respondido yo, en nombre de los dos, pero con la mayor imparcialidad posible, al siguiente cuestionario, un test relativamente sencillo de 10 preguntas, el DUWAS (Dutch Work Addiction Scale), dirigido a detectar los niveles de adicción de los trabajadores. :


Si os habéis puesto las gafas de ver o cogido una lupa no os habéis enterado de nada. Si habéis combinado ambas posibilidades veríais que yo saco una puntuación media de 1 y X obtiene 3,6.


Para interpretar estos resultados, los creadores del test nos dicen al respecto:


"Las universidades Jaume I de Castellón y la de Utrecht han elaborado un cuestionario para detectar la adicción al trabajo. Las respuestas se valoran con un punto (nunca / casi nunca), dos (a veces), tres (a menudo) y cuatro (siempre / casi siempre). Si la media final es superior a 3,3, existe una situación de riesgo."


Bueno, pues en este caso, yo diría que la situación de riesgo es evidente. Y continúan:


"Hasta hace un par de décadas había aspectos de esta conducta que no se veían con malos ojos, como destaca Mario del Líbano, investigador de la Universidad Jaume I de Castellón. No sólo por el sector empresarial -que, en parte, sigue sin advertir el lado más oscuro de este hábito- sino por distintos estudios que hablaban de una vertiente positiva relacionada con la elevada productividad de estas personas o incluso con la satisfacción que les proporcionaba estar volcados de forma absolutamente incondicional en su carrera profesional.


Sin embargo, las últimas investigaciones han echado por tierra estas lecturas. La más reciente, publicada por un equipo de investigadores dirigidos por Del Líbano y colegas de la Universidad de Utrecht el pasado mes de febrero en la revista Psicothema, ha servido, para dejar, claro el carácter patológico de este comportamiento. "Hemos demostrado que la adicción al trabajo es un concepto negativo, ya que a mayor adicción existe una menor felicidad y una peor percepción de la salud que tienen estas personas", sostiene Del Líbano. En ello abunda José María Vázquez-Roel (responsable del centro Capistrano, especializado en el tratamiento de las adicciones) desde una perspectiva más clínica, fruto de la experiencia del tratamiento a decenas de pacientes: "El trabajo les destroza la vida, viven sólo por y para trabajar, por lo que su vida se convierte en algo absolutamente unidimensional. Sacrifican todo lo demás, ya sean aspectos tan importantes como la salud o la familia".

A ello se suman los problemas personales que padecen en sus relaciones sociales, al reducir el círculo de amistades por no dedicar tiempo más que al trabajo, así como en su entorno familiar. "Hay estudios en Estados Unidos que reflejan una tasa de divorcios más elevadas en gente con este tipo de problema", según el investigador de la Jaume I, pero también tiene más riesgo de sufrir problemas de salud (cardiovasculares, gastrointestinales, incluso diabetes por episodios de estrés o emocionales)."


Pues eso, que cada cual se cuide y mime lo que pueda...

jueves

En la última fusión (Relato Taller Bremen)

Roberto recogió los papeles de la fotocopiadora y se encaminó de vuelta a su despacho. A mitad de recorrido, en pleno pasillo, se cruzó con Ana, la secretaria del departamento vecino.


- Hola Rober, buenos días. ¿Llevas prisa? Te invito a un brebaje de la máquina.


Roberto comprendió que Ana quería cotillearle algo, pues no era habitual en ella tomar café a esas horas y menos del que servía aquel aparato infernal cuyo principal cometido parecía ser “facilitar el tránsito intestinal” como decían en algún anuncio de la televisión.


-Hola Ana. De acuerdo, ¿Quién rechazaría una invitación de una mujer como tú?
-Anda y déjate de tonterías, que nos conocemos hace mucho…


Ya con los vasitos de plástico en la mano, abrasándose, Ana se acercó un poco más a Roberto con cara conspiratoria y bajando el volumen de su voz, le preguntó


- ¿Has oído la última hazaña de tu “amiga” Natalia?
- Sabes que Natalia no es mi amiga, es mi jefa y no es precisamente santo de mi devoción…
- Pues ha hecho otra de las suyas –continuó Ana- Verás, ha propuesto que para el próximo trimestre se reduzca en un 15% el…


A Roberto, mientras escuchaba, se le fue el santo al cielo. Dejó de oír la voz de Ana, que continuaba como un murmullo de fondo y su imaginación voló a Natalia, esa jefa que le habían impuesto en la última fusión y que ocupaba un cargo que claramente debía de ser suyo. Tenía unas ideas muy del gusto de la dirección de la empresa, siempre a costa de putear a los que estaban bajo su mando. Y si podía, también a los que estaban a su mismo nivel. Ahorros, reorganización, cultura de empresa, proactividad (¿Qué coño sería eso, por cierto…?) Todo sonaba muy bien cuando se lo presentaba a los jefes pero siempre se traducía en más trabajo, más responsabilidades y menos incentivos para todos los demás. Habían tenido varios encontronazos, algunos de ellos públicos y muy sonados, lo que le hacía sospechar que se encontraba en la lista negra de Natalia y que, en cuanto pudiera, se desharía de él. Pero no se lo iba a poner fácil. Sus años en la empresa le habían granjeado algunas influencias, algunos buenos amigos y un útil conocimiento de los resortes de la organización. El enfrentamiento estaba encima de la mesa, siempre, eso sí, bajo una capa de educada cortesía, pero sabía que de continuar por ese camino, uno de los dos sobraba y tendría que marcharse. Y él tenía todas las papeletas.


- ¿Me has oído? –le preguntó bruscamente Ana devolviéndole a la realidad-.
- Sí, sí, te he oído -mintió Roberto-. Ya conocía esa nueva patochada. Lo estuve discutiendo con ella varios días, pero no me hizo ni caso, para variar. Al final, se va a cargar el departamento.
- ¿Y tú no puedes hacer nada? –inquirió Ana-
- ¿Qué quieres que haga? Ya lo intento, pero ella es el capitán y yo sólo soy tropa. Doy mi opinión, discuto con ella, pero siempre es inútil.
- Pero esta vez, te perjudica directamente a ti… Bueno, me voy a mi sitio que me van a llamar y siempre me acusan de estar escaqueada por ahí. Hasta luego. ¡Suerte!


Roberto se quedó pensativo. ¿Qué le había contado? No se había enterado de nada. Y encima había dicho que le afectaba directamente. ¿Qué había hecho la tía esta ahora? Se sintió desanimado. Les hacía ver a todos que odiaba mortalmente a Natalia, que se enfrentaba con ella cada dos por tres y que nunca estaba de acuerdo con ninguna de las iniciativas que proponía. Y en parte era cierto, pero no del todo. Por muy cabreado que estuviera, por muy estúpida que le pareciera la idea, cuando entraba a su despacho… todos los argumentos se le venían abajo. Era mirarla… y el resto del mundo desaparecía. Temía incluso que se le notara en la cara y compusiera una expresión bobalicona, sonrisa tonta y mirada con ojos de cordero degollado. La verdad es que perdía todo por ella. No le caía profesionalmente bien, era cierto, y también lo era que le había perjudicado en bastantes ocasiones. Pero sus hormonas se habían impuesto, y su única neurona se había rendido incondicionalmente ante la imagen de Natalia. Realmente no podía decir que estuviera enamorado de ella, pero desde luego, la deseaba a cada momento y protagonizaba todas sus fantasías.


Sabía que así no había manera de ganar ninguna batalla. Lo tenía ya todo perdido. Mostraba, en público, una gran hostilidad hacia ella, hacía todo tipo de comentarios despectivos, y mostraba su malestar allí donde podía. Pero se sentía atrapado. Porque tampoco quería que las cosas cambiaran, que ninguno de los dos se fuera de la empresa, ni siquiera que lo trasladaran pues entonces, su contacto diario, sus intercambios de opinión en el despacho, sus “momentos” como le gustaba pensar a él, desaparecerían. Y ese pensamiento no lo podía soportar. Entre la espada de un futuro profesional dudoso y la pared de una atracción animal totalmente irracional, Roberto sentía una angustia profunda, fruto de la indeterminación, de su incapacidad para tomar camino alguno. Necesitaba el trabajo, quería a su familia, deseaba a su jefa… Un círculo vicioso de difícil salida. Por supuesto, nunca la había insinuado nada a Natalia y jamás había percibido el menor signo de aliento por parte de ella.


Aquella misma tarde, fuera del horario laboral, para aprovechar la jornada al máximo como venía siendo su costumbre, tenían una reunión con los representantes de otra empresa. Como siempre, sus opiniones eran dispares. Pero se impondría la de ella que para eso tenía la última palabra. Finalizada la reunión, Roberto se encontraba como siempre, dividido entre la rabia de ver desechadas sus opciones una y otra vez y el ensueño de haber estado con ella, a su lado, brazo con brazo.


Salieron de la sala de reuniones y acompañaron a los visitantes al ascensor. Cuando se fueron, Natalia se volvió, sonriendo irónicamente, hacia él.


- De nuevo vuelves a estar en desacuerdo conmigo… ¿De verdad ni una de mis ideas te parece correcta? Es increíble… -le espetó-
- Natalia, -contestó Roberto- ya sabes que aquí se hacían las cosas de otra manera. Tu forma de trabajar puede ser más moderna quizás, pero no tiene en cuenta a las personas y yo creo que no sólo los resultados son importantes.
- Roberto, en la empresa moderna, si quieres sobrevivir, lo primero que tienes que conseguir es rebajar costes, ser más competitivo que los otros, garantizar un resultado satisfactorio para tus accionistas…


Siguiendo con la discusión, con su eterna discusión, usando los mismos argumentos que siempre, subieron al siguiente ascensor que llegó, para desplazarse hasta su planta, varios pisos más arriba. Al poco de comenzar a moverse el elevador, la electricidad falló. Todo el edificio se detuvo y ellos quedaron atrapados en el interior de la cabina, iluminados tenuemente por las luces de emergencia. Lo avanzado de la hora, la ausencia de trabajadores en las oficinas, hicieron inútiles sus reiteradas llamadas al botón de ayuda. Nadie les oía y los móviles no tenían cobertura dentro del ascensor.


Nadie vino a rescatarlos. Nadie sabía tampoco que estuvieran allí. Tuvieron que pasar toda la noche. Juntos. Solos. A la mañana siguiente, cuando la oficina se pobló, se restableció la energía y procedieron a sacarles de allí, ambos salieron con cara de perro, discutiendo, casi gritando. Cada uno pensaba lo mismo del otro: “¿No tiene miedo de que la gente murmure cuando nos vean salir juntos, después de toda una noche?”.(*) La discusión, ya pública, subió de tono y alcanzaron a utilizar palabras gruesas que provocaron una llamada desde la dirección de la empresa.


Mientras se dirigían al despacho del director de RR.HH., Roberto sentía en su interior una felicidad irrefrenable. Que noche tan extraordinaria ¡Que mujer era Natalia! Una amante maravillosa…

(*) Frase /Tema de la quincena del Taller Bremen

Edulcorado

Hace poco me han regalado mi primer reproductor mp3. Sí, ya sé que voy con algo de retraso con respecto a la tecnología, pero siempre me habían parecido unos alienados esas personas que van por la calle con los cascos puestos, aislados del mundo, escuchando lo que quieran que escuchen. Rápidamente me he convertido en uno de ellos. En fin.


Desde hace años, iba guardando todas las canciones que me bajaba (legalmente por supuesto) para hacerme discos para el coche o para realizar una recopilación y regalársela a alguien de la familia con lo que he podido meter un plumazo chorrocientas canciones en el mp3. Hay de todo. Es una mezcla de lo más ecléctica y sin ningún tipo de división u organización. Pones el modo aleatorio y vas saltando de década, estilo, ritmo e idioma sin transición. Me gusta. Y me gusta porque todas las canciones son especiales, de alguna forma, para mi.


Entre ellas, está incluida esta: "Honey" de Bobby Goldsboro (1968). Es muy especial porque indefectiblemente me recuerda a mi padre.

No tengo muchos recuerdos de él, de sus gustos, de sus aficiones... A pesar de que yo tenía ya 18 años cuando falleció, no le llegué a conocer bien, identificándolo más con una figura autoritaria, que imponía, que con el cariñoso padre que mis mayores me cuentan que era. Nunca supe percibir la devoción por mi que me cuentan que tenía y francamente, es algo que me apena. El no haber sabido disfrutar de él, el tiempo que estuvo conmigo es algo que me duele más que su propia ausencia.


Pero dejemos de divagar y volvamos a la canción. En aquella época, en la que o te comprabas el disco, o la escuchabas en la radio, sin más opciones, el comienzo de esta canción siempre sacaba una sonrisilla a mi padre y mi madre, mis tíos y mis primos mayores le tomaban el pelo diciéndole, indefectiblemente, que "se ponía tontorrón". Literal. Nunca supe porqué, ni qué sabían todos que yo ignoraba sobre la relación entre mi padre y la canción, pero cada vez que la oigo, se me aparece aquella sonrisa...




lunes

Incidente del Equinoccio de Otoño

Escuchaba hace unos días en la radio, la historia, para mí totalmente desconocida, del oficial ruso que gracias a su inteligencia, sangre fría y coherencia, logró evitar, él solito, la tercera guerra mundial.

Stanislav Yevgráfovich Petrov (nacido en 1939) era un teniente coronel del ejército soviético durante la Guerra Fría. En 1983 identificó correctamente una alerta de ataque con misiles como una falsa alarma , por lo que evitó lo que podía haber escalado a una guerra nuclear entre la Unión Soviética y los Estados Unidos:

El 26 de septiembre de 1983 se produjo el llamado Incidente del Equinoccio de Otoño, que colocaría al mundo a escasos segundos del Apocalipsis atómico. A las 00.14 (hora de Moscú) un satélite soviético dio la alarma: un Misil balístico intercontinental estadounidense se habría lanzado desde la base de Malmstrom (Montana, EEUU) y en 20 minutos alcanzaría la URSS.

Stanislav Petrov estaba a cargo del búnker Serpujov-15, el centro de mando de la inteligencia militar soviética desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. Su misión era verificar y alertar de cualquier ataque a sus superiores, con lo que se iniciaría el proceso para contraatacar con armamento nuclear a los Estados Unidos.

Sólo tres semanas antes, la Unión Soviética había derribado un avión de pasajeros coreano que había invadido el espacio aéreo soviético, matando a las 269 personas a bordo, incluidos varios estadounidenses (Vuelo 007 de Korean Air). La OTAN pronto comenzó el ejercicio militar "Able Archer 83", interpretado por el KGB como una preparación de un primer ataque.De acuerdo con CNN, el KGB había enviado un mensaje a sus espías en Occidente, advirtiéndoles que se prepararan para una posible guerra nuclear.

En principio Stanislav Petrov pensó que debía de tratarse de un error, porque no tendría sentido que los estadounidenses atacaran con un único misil. Más tarde los ordenadores indicaron que cuatro misiles más se dirigían hacia Rusia.

Stanislav Petrov conocía bien las peculiariades del sistema satélite OKO de alerta temprana rusa y creía que éste podía equivocarse, así que consideró de nuevo que eran muy pocos misiles, sólo cinco, cuando EE.UU. tenía miles de misiles nucleares. Decidió esperar y finalmente se descubrió que era una falsa alarma causada por una rara conjunción astronómica entre la Tierra, el Sol y la posición específica del satélite OKO . Cuando le preguntaron por qué no había dado la alerta, contestó simplemente:

"La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles"

Este incidente avergonzó a altos cargos soviéticos y en materia de disciplina militar, consideraron que el teniente coronel Petrov se equivocó en su decisión (ya que su deber era comunicar el dato a sus superiores, y dejar que ellos decidieran si era erróneo o no). Sin embargo, dadas las circunstancias no lo castigaron, pero lo reasignaron a un puesto inferior y decidieron ocultar el incidente.

Hoy en día, Petrov se encuentra retirado del ejército y pasa sus días como pensionista en Fryazino, Rusia. Aunque no se considera un héroe por lo que hizo ese día, la "Association of World Citizens" (Asociación de Ciudadanos del Mundo) le otorgó su premio "World Citizen Award" el 21 de mayo de 2004, que consta de un trofeo y 1.000 dólares estadounidenses, por evitar lo que podría haber sido un desastre mundial.

En enero de 2006, Petrov realizó un viaje a EEUU, donde fue homenajeado por las Naciones Unidas, y donde posteriormente le fue entregado un segundo premio de la Asociación de Ciudadanos del Mundo. En el documental "The Red Button & The Man Who Saved The World" ("El botón rojo y el hombre que salvó el mundo", 2008) Petrov afirma: "Todo lo que pasó no me concernía - era mi trabajo. Estaba simplemente haciendo mi trabajo y fui la persona correcta en el momento apropiado, eso es todo. Mi última esposa estuvo diez años sin saber nada del asunto. '¿Pero qué hiciste?', me preguntó. 'No hice nada'



En la ONU se ha propuesto crear un día en su honor y creo que realmente lo merece. Tantos ídolos de barro, tantos Nóbeles otorgados sin ton ni son y cuando alguien hace algo que puede haber salvado millones de vidas, o simplemente toda la vida sobre el planeta, resulta un auténtico desconocido. Es injusto.



No sé si realmente actuó bien desde el punto de vista militar, pero como españolito de a pié, mis hijos y yo le damos las gracias por la vida.




Oído en la cadena SER. Datos buscados en la Wikipedia.

viernes

Dos vídeos para el domingo

Como los domingos, supuestamente, tenemos más tiempo libre, coloco un par de vídeos para echarles un vistazo.


El primero, visto en "mi mesa cojea", nos muestra lo que se ha presentado como la reacción, el día de la huelga general, de un hombre que desayuna en un bar del centro de Sevilla, ante la voz radiofónica de Federico Jiménez Losantos.

De ser cierto, y no un fake, es una reacción maleducada e impresentable, pero que conste que a mi me pasa algo parecido cuando escucho al "locutor" ese...






Este segundo vídeo, por contra, es un pequeño soplo de esperanza inesperada. Es un político hablando con coherencia, llamando a las cosas por su nombre, proponiendo soluciones lógicas... lástima que no sea español. En fin, ahí va (está cómodamente subtitulado):






Radiografías

Ya hemos hecho la segunda visita al dentista con el peke. Ante los sobornos propuestos se portó como un campeón y en nada de tiempo habíamos acabado.

Nos sobraba tiempo del que nos habían reservado y aproveché para que echara un vistazo a mi dentadura, cual vil caballo de carreras. Tenía un par de muelas con molestias, una al frío y otra a la presión. Al no ver nada, decidió realizarme una radiografía de la boca completa.

El resultado fue que en las dos muelas que me molestaban no había nada. Sólo alta sensibilidad (y me regaló una muestra de dentífrico desdensibilizante), pero que en otros dos sitios, que no me molestaban, había caries. ¡Estoy seguro de que miró la radiografía del revés, porque eso no tiene ninguna lógica...!

Pero bueno, ahora ya estoy más tranquilo. Con dos caries ocultas, pero mucho más tranquilo, porque ya sé que si desaparezco y se me encuentra tiempo después como un esqueleto pelado, podré ser identificado por mi "ficha dental".

Al menos eso pasa en todas las series manufacturadas en USA. Pero también me deja serias dudas.

En estas series, si aparece el cadáver de un desconocido y además está deteriorado e irreconocible, nunca habrá problemas para identificarle si conserva intacta la dentadura. En pocos minutos sabremos quien era. Pero no lo puedo entender.

  • Si es un desconocido ¿cómo saben a qué dentista pedirle la ficha dental?

  • ¿Para 260 millones de norteamericanos sólo hay un dentista?

  • ¿Tienen una base de datos nacional con las radiografías de la boca de todos los yankees?

  • ¿Están los dentistas americanos permanentemente pendientes de los envíos de requerimientos de identificación por las autoridades policiales?

  • ¿Existe la profesión de identificador de bocas a nivel federal?

  • ¿Nadie cambia nunca de dentista y siempre durante toda su vida va al mismo?

  • ¿A todo el mundo le han realizado una radiografía, al menos, de toda la boca?
Hum... no sé. Pero como sucede en todas todas las series de temática forense o policiaca, deben de tener un óptimo sistema para ¡zas! muerto, radiografía, identificado, en cuestión de ná.

Sin embargo, en 1995 la tasa, en USA, era de un dentista por cada 1.677 habitantes. Como en esa fecha la población oficial en Estados Unidos era de 261.638.000 habitantes, esto significa que existían, al menos, 155.854 dentistas permanentemente pendientes de los cadáveres irreconocibles encontrados por si les enviaban sus radiografías.

Pues debe de ser un coñazo estar todo el día mirando la pantalla y comparando dentaduras de muertos con la de tus clientes.

Y encima, cuando encuentran una coincidencia se deprimen: ¡hala, un cliente menos!

Bueno, que después de esta disquisición (sólo fumo Ducados, que conste) el resumen es que no comprendo nada. Pero yo ya tengo mi radiografía, por si acaso. Se la enviaré a un dentista norteamericano...

jueves

El coste de las becas

Una carta recogida en El País de hoy:

España invirtió en mí casi diez millones de pesetas y ahora lo está aprovechando otro país

ANÓNIMO * (HISTORIAS DE LOS LECTORES) - Costa del Pacífico de EE UU - 29/09/2010

"Estudié toda mi vida con becas. Eso, dicho así, parece una frase hecha, pero no. Estudié toda mi vida con becas, que significan -entre otras cosas- dinero de todos los contribuyentes. Con 14 años, el estado empezó a pagarme 14.000 pesetas anuales a modo de beca para materiales. Tengo 31 años, así que hablamos de 14.000 pesetas del año 1993. Desde los 17 me becaron con 32.000, con lo cual para cuando acabé el instituto el Estado había ingresado en mi cuenta 92.000 pesetas contantes y sonantes.

Entré en la Universidad y también tuve becas, nunca tuve que pagar ni una sola matrícula. A una media de, pongamos, 75.000 pesetas por curso, eso hacen 375.000. Además, recibí una beca escolar que, de media, eran unas 150.000 pesetas anuales: 750.000 en los cinco años. En quinto de carrera tuve, además, una beca de colaboración de mi Departamento. Se suponía que era para aprender investigar, pero lo único que me enseñaron fue a cargar carretillas de papel para la fotocopiadora, hacer funcionar la fotocopiadora y cambiar el tóner de la fotocopiadora. Me pagaron 23.000 pesetas al mes, diez meses. Total hasta aquí 1.447.000 pesetas. Unos 8700 euros.

Recibí cuatro becas diferentes para hacer el doctorado. La primera que acepté era de una fundación que me pagaba cuando le parecía oportuno, no me daba recibos del pago y, además, me metió en líos con Hacienda. En cualquier caso, seis meses a 600 euros, 3600 euros. Poco tiempo después recibí otra con patrones que me timaron en menos aspectos. No me contrataron, pero me hicieron firmar dedicación completa. Trabajé para ellos bajo la miserable forma de una beca: di clases, publiqué en revistas, hice estancias de investigación... pero días cotizados, cero. 800 euros al mes, 36 meses, 28.800 euros en total. A eso hay que sumar tres estancias de investigación en prestigiosos centros del extranjero, a digamos 1200 euros de subvención cada una. Esto ya parece el 1, 2, 3... 41.100 euros de todos los españoles. El último año, por fin, los becarios de investigación conseguimos que se nos hiciera un contrato. A la hora de firmarlo, te daban un papelito donde tenías que firmar que renunciabas a tu baja maternal, en caso de quedarte embarazada. Eso sí que son políticas de conciliación y lo demás cuentos. Nos daban, por primera vez, paga extra. Se la llevó Hacienda, pero la sumo igual. Doce meses, catorce pagas, a 1100 euros, 15400 euros, 56.500 en total.

Ahora viene la pirueta. Después de seis años trabajando para la Universidad, había cotizado un año. Cobré el paro y envié currículos. 630, mi madre lo recuerda bien. Durante mis dieciséis años en el mercado laboral español tuve los empleos más diversos además de la Universidad: guía turística para la tercera edad, traductora de manuales deportivos, profe particular, manufacturera -que no diseñadora- de bolsos y abalorios, dobladora de anuncios de radio... Que no se diga que no lo intenté en varios campos.

Lo intenté con todas mis fuerzas. Me agarré a la tierra de Asturias con pies y manos. Estuve un año en el paro, con una carrera, un máster, un doctorado, cuatro idiomas y dispuesta a trabajar de lo que saliese... pero no salió nada. En unos estaba demasiado formada, en otros no daba, literalmente, la talla -hasta para dependienta de tienda de ropa de adolescentes me presenté-, así que decidí emigrar. El camino fuera de Europa no es sencillo: veo a mis padres por Skype, mi presencia empieza a borrarse de los recuerdos de mis amigas -"¿todavía vivías aquí cuando pasó eso?"- y suplico a las alturas que el señor de inmigración no se quede con mi barra de turrón de Suchard y mis latas de bonito en aceite cuando vuelvo, siempre antes de Reyes, a incorporarme a mis clases en una estupenda Universidad de la soleadísima costa estadounidense del Pacífico. Lo más triste es que soy feliz aquí, a pesar de que veo la tristeza inmensa en los ojos de mis padres.

En resumen, España invirtió en mí, directamente, casi diez millones de pesetas, además de la formación universitaria, y ahora lo está aprovechando otro país: un lugar donde me siento un miembro útil y productivo de la sociedad. El problema más grande es que mi caso no es único. De mis quince compañeros del doctorado, solo dos están trabajando en España, en condiciones lamentables, eso sí, en la Universidad. Solo en nosotros, solo en nuestro pequeño rinconcito de la sala de becarios con sus palomas anidadas en una ventana, el Estado español tiró a la basura 130.000.000. Ciento treinta millones de pesetas que estábamos deseando revertir a la sociedad en aquello para lo que nos habíamos formado, pero no nos resulta posible. Trabajamos un tiempo gratis, mucho tiempo sin contrato, muchas más horas que una jornada estándar, sin sanidad, sin derecho a baja maternal, sin derecho a paro y, sobre todo, sin derecho a quejarnos. Porque éramos unos privilegiados, la creme de la creme de la intelectualidad que iba a llevar a España a cotas nunca antes conocidas. Y eso último es lo único cierto. Somos la generación que va a llevar a España a cotas nunca antes conocidas de desesperación, de frustración, de angustia, de parturientas añosas, de abuelos que van a tener que aprender chino o inglés para preguntarle a sus nietos -por skype- de qué color es la bici que piden a los Reyes Magos en casa de los abuelitos y que les va a llegar por correo."

* Este lector ha pedido expresamente que no facilitemos su nombre.
-oOo-

Pues creo que está explicado perfectamente...

sábado

Frases para el fin de semana

Unas frases para meditar y sonreír durante el fin de semana. No he puesto los autores dado que la misma frase la he encontrado atribuida a varias personas diferentes, con lo cual intentad vosotros mismos deducir quien la pronunció en base al estilo de la misma.

Ø No le tengo miedo a la muerte, es sólo que no quiero estar ahí cuando me suceda.

Ø A los médicos es a quienes mejor les va: sus éxitos andan por ahí, y a sus fracasos los entierran.

Ø La vejez no es mala si considera uno la alternativa.

Ø El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.

Ø ¿Es sucio el sexo? Únicamente si se hace bien.

Ø Seguramente, existen muchas razones para los divorcios; pero la principal, es y será el matrimonio

Ø Mi cerebro es mi segundo órgano favorito.

Ø El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores.

Ø La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la estatua de la Libertad.

Ø La última voz audible antes de la explosión del mundo será la de un experto que diga: es técnicamente imposible.

Ø ¿No es usted la señorita Smith, hija del banquero multimillonario Smith? ¿No? Perdone, por un momento pensé que me había enamorado de usted.

Ø Nunca olvido una cara, pero contigo haré una excepción.

Ø ¿Alguna vez fueron al baño en una fiesta, tiraron la cadena y el agua del inodoro comenzó a subir? Es el momento más aterrador en la vida de cualquier ser humano.

Ø La mayor frustración es cuando uno sabe todas las respuestas, pero nadie le hace la pregunta.

Ø Me emborraché para olvidarte, ¡pero ahora te veo doble!

Ø Error de Windows. – “Windows no puede bloquear el sistema.”

Ø Lo malo de hacer sugerencias inteligentes es que uno corre el riesgo de que se le asigne para llevarlas a cabo.

Ø No soy un completo inútil, por lo menos sirvo de mal ejemplo.

Ø La inteligencia me persigue pero yo soy más rápido.

Ø Hay un mundo mejor, pero es carísimo.

Ø No estoy en contra de que haya mujeres feas, pero ¿por qué todas viven en esta cuidad?

Ø Las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes.

Ø Pitágoras inventó los corpiños para que los senos no se escapen por la tangente.

Ø No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.

Ø Lo triste no es ir al cementerio sino quedarse.

Ø Hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: “tire y empuje”.

Ø Lo importante no es ganar sino hacer perder al otro.

Ø ¿Saben cual es la diferencia entre un hombre inteligente y uno sabio? Que el inteligente sabe lo que dice y el sabio sabe cuando decirlo.

Ø Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.

Ø Después de los 60, todos pertenecen al sexo débil.

Ø El matrimonio es como las libretas de ahorro: de tanto meter y sacar se pierde el interés.

Ø El negocio más expuesto a la quiebra es el de la cristalería.

Ø Hazlo bien y no mires con quién.

Ø La inactividad sexual es peligrosa, produce cuernos.

viernes

Timo por SMS

La Guardia Civil tiene una interesante página en facebook en la que puedes comentar delitos conocidos por tí o ponerte al día de los últimos timos y estafas inventados por los "malos".

De los que he estado leyendo este no lo conocía:



SMS avisando de cargo en nuestra tarjeta de crédito.


"Siguiendo con los engaños para obtener numeraciones y datos de tarjetas de crédito, cabe citar el engaño del cargo en nuestra tarjeta.


Es una práctica cada vez más extendida entre las entidades bancarias, el envío de un mensaje SMS, prácticamente al instante de efectuarse un pago con la tarjeta. Esta medida de seguridad que implanta la entidad bancaria que tiene asociada la tarjeta, nos permite descubrir cuando utilizan nuestra tarjeta de forma fraudulenta.


Así, ya no nos extraña cuando recibimos el mensaje. Pero ¿y si recibimos un mensaje alertando de un cargo que no hemos realizado? ¿Nos alarmaríamos? ¿Sabríamos que hacer? Imaginemos que recibimos un mensaje informando de un cargo de unos 1000/3000 € que no hemos realizado, y que en el mensaje nos indica que si no estamos de acuerdo, podemos llamar al teléfono de contacto que aparece en el cuerpo del mensaje. ¿Llamaríamos inmediatamente o perderíamos tiempo en buscar el teléfono de nuestra entidad bancaria para ponernos en contacto con ellos?

Creo que la mayoría llamaríamos. Y entonces oiríamos la alocución de una centralita telefónica que se identificaba con nuestro banco, y que nos haría pulsar teclas para identificar nuestra tarjeta de crédito, la fecha de caducidad, el CVV2 y el pin, en espera de oír que la operación ha sido cancelada y que no nos quitan el dinero de nuestra cuenta. Por fin, después de haber facilitado nuestros datos a un sistema informático, respiraríamos tranquilos satisfechos de haber evitado que nos robaran nuestro dinero. Estamos preparados para un engaño a través de un email, pero no lo estamos para uno a través de SMS.


Podemos preguntarnos ¿Cómo saben mi teléfono y mi entidad bancaria? Eso será tema para la alerta tecnológica de mañana. Y… ya sabéis, denunciad o informad siempre que podáis en GDT. Entre todos haremos una red más segura."


Hay un montón más de explicaciones sobre estafas y timos actuales, muchos de ellos desconocidos. Os animo a visitar esta página o su equivalente en Tuenti, o Twitter. Es interesante y puede servirnos para estar avisados.

Publicidad con doble sentido

Copiado al pie de la letra de : GeeksRoom


Para nadie es un secreto que el sexo vende y los publicistas lo saben muy bien, pero debido al número de leyes y restricciones morales, no siempre se puede ser explicitos en las publicidades, para ello recurren al “doble sentido”. Publicidades que muestran una cosa pero que puede interpretarse de otra forma, casi siempre con tintes eróticos.

Luego del salto, te presentamos quince publicidades que juegan con el doble sentido, algunas son muy evidentes, otras no lo son a simple vista…










































Por supuesto, hay publicidades que se pueden tomar en doble sentido sin que el pautante se lo haya propuesto, para el ejemplo dos casos: