El peke está en plena época de cambio de dientes. Se caen los de leche, salen los definitivos (los definitivos reales, porque los refinitivos se los fabricará el odontólogo dentro de unos años), viene el Ratoncito… en fin, lo normal.
Ayer, su madre, muy concienzuda, le llevó al dentista para revisar el crecimiento de los nuevos dientes, concienciarle de la necesidad de lavárselos con la frecuencia necesaria (no hay forma de convencerle y en cuanto te descuidas se escaquea) la forma de hacerlo, etc.
En la revisión le encontraron dos caries. La caries es, realmente, una enfermedad infantil según os explicaron. La dentista propuso arreglarlas sobre la marcha. Le explicaron a Diego en que consistía la reparación, como se hacía, etc. Ni corto ni perezoso dijo que él no abría la boca. Le aseguraron que no le iba a doler, le volvieron a explicar paso a paso todo el proceso, le comentaron lo divertido que iba a ser tener la boca dormida al final, incluso hablaron por teléfono con su mejor amigo, quien ya tiene experiencia en el tema y este le aseguró que no le iba a doler.
Diego en sus trece: "Yo no voy a abrir la boca".
Después de perder 30 minutos intentando convencerle por las buenas y por las malas, mi mujer, frustrada, se volvió con el niño y sus caries. Fue imposible. No hubo forma. Durante el camino de vuelta le amenazó con todos los males del infierno si no se sometía al bienhacer de la odontóloga (se nota que aún es un niño: yo, por esa dentista, me dejaba hacer lo que quisiera…). Nada. Incluso le aseguró que el Ratoncito no acudiría a su cita, ya que justamente también ayer se le había caído otro diente. Ningún efecto.
Finalmente tuvimos que recurrir a los grandes remedios. Este año, por elección del peke, una de las extraescolares a la que está apuntado es “Fútbol”. Tiene pasión, locura, por este deporte. Le explicamos que todos sus compañeros iban a empezar a entrenar, que cogerían los puestos y que él se iba a quedar fuera. Que hasta que no terminara con el dentista, no habría fútbol.
Tenemos cita dentro de tres días. Y con prisa, porque no ha sido posible conseguirla antes. Según Diego, había reflexionado sobre todo lo que le habíamos dicho de la salud, etc. y le habíamos convencido, porque llevábamos razón. Pero "¿podría jugar al futbol el mismo día en que iba al dentista…?"
1 comentario:
Aaaaaaaaaaaaay, pobre, ¿le vais a hacer abrir la boca?... como le hagan mal os lo va a recordar todos los dias, jajaja
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