Me lo decía con cierta sorna, no exenta de tristeza, y me ponía como ejemplo
el dormir en pareja. Al poco tiempo de iniciar la convivencia junto a su chica, me decía, le era casi imposible dormir pues ella, llevaba por su gran amor y su imagen del como deben de ser las cosas, adquirida en las películas, se empeñaba en dormir utilizando su hombro como almohada. “Si, muy tierno – me contaba- pero el hombro se te duerme, el brazo que ella te pasa sobre el pecho al cabo del rato no te deja respirar a gusto y por no despertarla, no cambias la postura en un par de horas con lo que te dan calambres hasta en las orejas. Pero todo es perfecto.”Sin embargo, los meses y años van transcurriendo y poco a poco el romanticismo idealizado deja su sitio
El tiempo pasa, y la realidad es la que es. Y las películas siempre acaban demasiado pronto antes de poder mostrar lo que es la crudo del día a día.
Cuando le dejé leer este post, mi amigo me preguntaba si no iba a comentar nada de los calcetines de lana y el pijama de tupida franela versus el salto de cama de fina lencería de los primeros tiempos. Creo que no, respondí. La idea ya está clara sin necesidad de desengañar más a los recién llegados.
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