viernes

Me contradigo, luego existo.

En la web de la revista ConNiños, encuentro el artículo de Carles Capdevila que reproduzco a continuación:

"Un padre es un ser obsesionado en conseguir que su hijo aprenda a caminar y a hablar. Una vez lo ha logrado, se pasa el día diciéndole que se siente y que se calle. Así somos, la contradicción hecha hombre (o mujer). Para mí esta es la parte más comprometedora, y por tanto la más divertida, de la paternidad: pone a prueba cada día nuestra coherencia y sentido del ridículo. Entre las escenas más memorables y repetidas está la de cuando les gritamos “te he dicho mil veces que las cosas no se piden a gritos”.

Tras haber pasado tres veces por la sala de parto como acompañante, acumulo experiencia suficiente para confirmar la teoría de la relatividad. Con el primer hijo esterilizas el chupete cada vez que se cae al suelo, con el segundo lo pasas por debajo del grifo y con el tercero lo refriegas en la manga de tu camisa. Aseguran que con el cuarto bebé ya das el chupete al perro para que lo limpie a lengüetazos, pero por ahora no tengo ni perro ni un cuarto retoño en casa, ni valor para aplicar este discutible criterio de higiene doméstica. Sí que confirmo que con el primero pones el termómetro en la bañera para comprobar la temperatura, con el segundo sumerges tu codo y con el tercero metes directamente al niño: si llora será que el agua estaba demasiado fría o demasiado caliente, o que el niño nos ha salido ecologista y está en contra de malgastar agua.

Tal vez el colmo de la contradicción paternal llega en el tema de la alimentación. Les aseguramos que “con la comida no se juega”, pero hemos jugado a “tu boca es un túnel y la cuchara es un tren” las veces que hicieran falta. Les decimos que hay que acabárselo todo porque la comida no se tira, pero les obligamos a tirar al instante lo que cae al suelo. Les animamos a comer sano, despacito y masticando, pero cuando hay prisa (o sea, siempre) ofrecemos una chuchería de premio al primero que se lo termine todo. Y tiramos del tópico de nuestros padres “te comes lo que tienes en el plato, y si no lo tendrás para la merienda”, mientras nosotros comemos otra cosa, de pie, casi sin masticar, y hablando por el móvil. A gritos, por supuesto.

La idea es que seamos un poco más coherentes, pero sin pasarnos de optimistas, porque cuando nuestro comportamiento sea impecable, ahí estará el gran Murphy para sabotearnos la jugada. Él es el responsable de que a tu hijo le crezca el pie justo el día que le has comprado zapatos nuevos (si son de marca, le crecerá todavía más) o de que tu hija no se duerma (o sea, no deje de quejarse) en el coche hasta el preciso instante en que has llegado y encontrado aparcamiento. Quién ose discutir que ser padre no es lo más divertido del mundo, es que lo ha probado poco."

Yo también tengo tres hijos y suscribo, línea a línea, el artículo del Sr. Capdevila.

2 comentarios:

Mawy dijo...

jejjejejeje cuanta razon tienes..Bueno mi nena tiene solo 10 meses y toy deseando que ande y todo el mundo dice que me yevare todo el dia detras de ella, pero bueno supongo que todo lo demas lo ire descubriendo cuando vaya creciendo...
Interesante tu blog volvere por aqui :) Xao

Mawy dijo...

Te agrego a mis blogs interesantes ok?