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Un lector de periódicos no un gran navegante. Relato
Un lector de periódicos no un gran navegante
Sí, soy un lector de periódicos, un espectador de televisión, adorador del sofá y arriesgado jugador de naipes. No, no soy un gran navegante, ni escalador, aventurero o explorador. Y por supuesto, tampoco piloto, policía, astronauta o futbolista. Todas mis fantasías infantiles, todos los sueños que, cuando niño, parecían posibles e inflamaban con grandes aventuras mi imaginación, se habían perdido en algún rincón del camino.
Como todos los críos, soñaba con grandes hazañas, con increíbles y arriesgadas aventuras de las que, por supuesto, siempre resultaba vencedor. Al final de cada sueño, salvado el mundo, y por supuesto, liberada de los malos “la chica”, que caía rendida ante mí y me contemplaba con arrobo, dejaba yo perderse mi mirada en el infinito, con gesto cansado e indiferente, con alguna ligera herida, nada grave, y cuyo dolor ignoraba despectivamente. Aventura tras aventura, vencidos los piratas, derrotados los pieles rojas, cautivos los nazis, eliminados los mafiosos, desarmados los espadachines, derribados los aviones y ya fuese con espada, pistola, rifle, arco, lanza o mis invencibles puños, siempre el final era el mismo.
Quizá por esa vívida imaginación me convertí en un voraz devorador de libros. Todos los clásicos, Scott, Verne, Salgari… los leí, una y otra vez, y siempre con prisa, con ganas de acabar la aventura para, inmediatamente, embarcarme en otra. Las junglas exóticas, los infinitos mares, las grandes llanuras, los hielos perpetuos, las inalcanzables cumbres y las impenetrables selvas eran los territorios sobre los cuales reinaba sin discusión. Los caballos, carretas, cuadrigas, automóviles, aviones, lanchas, helicópteros, barcos, motocicletas no tenían ningún misterio para mí.
Una época maravillosa, la literatura abonando mi fértil imaginación, unas vivencias ficticias pero al mismo tiempo ¡tan reales! que conseguían acelerar mi corazón hasta latir al ritmo de la aventura. La realidad, ya en aquellos tiempos, era gris y palidecía ante lo que mi mente vivía y disfrutaba con aquellas infinitas posibilidades.
Pasado el tiempo, incorporé al repertorio los agentes secretos, espías, grandes científicos, descubridores y las “chicas” pasaron a ser hermosas mujeres, admiradas por todos, y cautivas de mi arrebatador arrojo.
Siempre ese mundo ha sido más hermoso y atractivo que el que llamamos real. Cada vez pasaba más tiempo, hasta el último minuto que podía robar, viviendo en esos universos que yo creaba y de los que era el único, total y absoluto protagonista. Ninguna adversidad, ningún problema eran demasiado para mí.
¿Era bueno tener esa imaginación? Ningún oficio, trabajo o dedicación podría en el futuro proporcionarme las salvajes y adictivas sensaciones de mis aventuras. Jamás chica alguna podría ser tan bella, inteligente, valiente y estar tan enamorada de mí como mis heroínas. Ningún amigo sería tan fiel como mis camaradas imaginarios.
¿Qué podía proporcionarme la realidad que no me dieran mis ensoñaciones? Nada encontraba. El día a día de madrugar, los estudios, los deberes… no me satisfacía. No hice amigos, pues ninguno se parecía a los que yo creaba. Ninguna chica conocía pues la enseñanza era segregada, en colegio de curas, y el otro sexo algo ignorado y distante, imposible. La religión te oprimía y asustaba prohibiendo todo, convirtiendo en pecaminosa cualquier sonrisa y culpabilizándote de todos los males.
Pero en mi mente yo era libre. Las únicas normas, nobles y justas, eran las que yo creaba. Reconocido, aclamado, en contraste con el anodino día a día que, anónimo, vivía.
Creo que puedo entender la locura Quijotesca, pues la realidad, jamás me pudo proporcionar lo que mi mente me daba. El contraste cada año era mayor y la insatisfacción crecía en mi interior. No sé cómo pude finalizar con aquello, cuando conseguí apagar la imaginación para poder centrarme en la monótona, gris, triste, aburrida realidad.
La insidia de los fabricantes
CURSOS ESPECIALES PARA HOMBRES
TEMA 1: La plancha: de la lavadora al armario, ese proceso misterioso.
TEMA 2: Desmitificación de los riesgos de llenar la cubitera de hielo.
(dramatización con apoyo de diapositivas)
TEMA 3: Últimos avances científicos: sacar la basura NO provoca impotencia ni tetraplejia (prácticas en laboratorio)
TEMA 4: El rollo de papel higiénico: "¿Nace el papel higiénico en el portarrollos?" (Exposición sobre el anacronismo de la Generación Espontánea)
TEMA 5: Como bajar la tapa del inodoro, paso a paso (TELECONFERENCIA CON LA UNIVERSIDAD DE HARVARD)
TEMA 6: Por qué no es necesario agitar las sábanas después de una flatulencia. (ejercicios de reflexión en pareja)
TEMA 7: "¿Los hombres que conducen, también pueden preguntar a los transeúntes cuando se pierden sin riesgos de transexualismo? Con testimonios
TEMA 8: Hacer la maleta: "Incompetencia innata o incapacidad mental progresiva"
TEMA 9: La lavadora: Esa gran desconocida. (Ejercicio práctico con títeres)
TEMA 10: "Es posible orinar sin salpicar fuera del inodoro” (Prácticas en grupo)
TEMA 11: Diferencias fundamentales entre el cesto de la ropa sucia y el suelo (trabajo en taller de musicoterapia)
TEMA 12: El hombre en el asiento del copiloto: "¿Es genéticamente posible no hablar o desencajarse convulsivamente mientras ella aparca?”
TEMA 13: "Se puede seguir siendo persona sin tener el mando a distancia de la tele" (Demostración hipotética de una extirpación)
TEMA 14: Cómo luchar contra la atrofia cerebral: al final de este módulo podrá recordar cumpleaños, aniversarios, etc...
Etc. Podemos tropezarnos con muchos y yo los encuentro, en general, graciosos y divertidos. Son un mensaje irónico sobre nuestras actitudes reales o clichés estereotipados.
Menos uno: LA LAVADORA.
Reconozco que es algo imposible para mí. Vamos a ver si me explico. Me aclaro, se me dan bien y me gustan, todos los aparatos electrónicos. Aprendo su manejo intuitivamente.
Pero la lavadora ¿la lavadora? No he sido capaz. Mi mujer, por ejemplo, y por falta de interés, que no de capacidad, no ha llegado jamás a saber ni programar el vídeo. Pero la lavadora no tiene misterios para ella. ¿Por qué? Ahí es donde creo que entra la insidia de los fabricantes. Seguro que han dispuesto de técnicos, psicólogos, sociólogos, psiquiatras y demás, para que la LAVADORA parezca un aparato electrónico, pero realmente sea un cachivache con código secreto únicamente entendible por la privilegiada mente femenina. Y lo digo con pesar y sin retranca, que conste.
¿De verdad son necesarios 20 programas para lavar la ropa? Si al final todo consiste en que la ropa da vueltas dentro del bombo…
Y las instrucciones… Si tengo una camisa que no es de algodón, de color azul fuerte y está bastante sucia (bueno, sí, soy algo “descuidado”) ¿la debo poner en “color muy sucio” en “sintéticos” o en “lavado biológico”?. Busco en las instrucciones y me encuentro lo siguiente:
“Clasifique la ropa: Separe la ropa en función de la suciedad en ropa sucia y ropa poco sucia. También es aconsejable lavar por separado las prendas de colores blancos o claros de las de colores oscuros. Es recomendable que seleccione la ropa en función de tipo de tejido (algodón, lana, seda, sintéticos, etc.) para luego ajustar mejor el programa de lavado adecuado.”
Joer, pues ya está. Todo aclarado.
¿Y dónde está la línea que separa "sucia" de "muy sucia"?. Eso digo yo que dependerá de la tolerancia de cada cual ¿no? Cuanto más guarro seas, menos sucia te parecerá...
Y con los tejidos... En fin, dos o tres conozco pero del resto, ni idea.
Además como tengo antecedentes “artísticos” (he conseguido teñir la lencería favorita de mi mujer de un color, digamos… “gris sucio” sin esfuerzo y también cambiar casi mágicamente las tallas de varias prendas, dejando algún jersey, también e inefablemente de mi mujer, listo para su uso por mi hijo pequeño) me encuentro que, para no repetir proezas, tendría que poner unas 7 lavadoras, con tres prendas cada una, y así no meter la pata.
Además, los símbolos para poner en marcha, parar, abrir, espera de seguridad, etc., rompen todos los cánones de comunicación por iconos preestablecidos. Son un lenguaje propio y distinto al resto de aparatos.
Y que diferencia hay, me pregunto yo, entre detergentes en polvo, en gel, líquidos… lo que se ponen en el cajetín, los que se ponen directamente en el bombo dentro de un artilugio curioso... porque tenemos de todos. Y ¿para qué? ¿no se disolverá el jabón finalmente igual en el agua, venga de donde venga, y sea como sea?
Pero hay más misterios: ¿Cuándo hay que poner el prelavado? ¿Y entonces para qué sirven los programas de “muy sucio”? ¿Y el centrifugado a varias revoluciones? Jamás acierto. Tampoco sé para que sirve ese programa que deja la ropa flotando en agua (¿??). ¡Ah! y hay dos teclas que jamás me he atrevido a tocar. Por si muerden.
Y si ya nos metemos con los complementos:"lejía"(la del futuro, la tensoactiva, la que tiene aroma y la de toda la vida), el "kalia oxiaction que te endiño gel con oxígeno proactivo que te cagas" que te da la impresión de que va a disolver la ropa, almidón (¿se sigue usango almidón?), sales para la dureza del agua, suavizante... Los suavizantes dan para un capítulo especial. De su elección depende "a qué va a oler" toda tu casa, toda tu ropa y tú, durante el próximo mes. Y hay cada uno...
Y no hablemos de las temperaturas. Caliente o frío son conceptos totalmente subjetivos que la lavadora y yo no compartimos. Ella debe de ser más friolera y quiere agua caliente. Pero no se la pongo ni a tiros que ya me sé que destiñe y encoge todo. ¡Hala! aguita fria y sin tirita, que se compre una estufa.
Al final he decidido que la mejor forma de no meter la pata es meter toda la ropa junta, a la temperatura mínima, con poco jabón (sea sólido, líquido o con gaseosa), el programa más corto, se llame como se llame, sin lejías ni suavizantes, ni virguerías, por si acaso y el centrifugado al máximo. Y correr como alma que lleva el diablo para sacar la ropa del infernal aparato en cuanto acaba. Quedar, no sé como quedará la colada, pero al menos no me mandan poner más ese cacharro incomprensible. En fin, que de verdad todo esto es, para mí, un mundo cercano a la tecnología aeroespacial.
martes
Vídeo sobre comportamiento de los políticos
¿Y si viene el lobo?
La conversión en noticia de primera página de cualquier nimiedad es una práctica común hoy en día. Pero, ¡ojo!, en noticia vendedora, para lo cual la nimiedad debe ser enfocada desde el lado más amarillista y engordada con “posibilidades” catastróficas porque si no, no le haríamos ni caso. Y cuando sí existe una noticia, el enfoque debe de ser aún más atroz, deben dar una vuelta de tuerca más, para que todos estemos pendientes, aterrados y sorprendidos, de lo que nos quieran contar.
Da igual cuál sea la “verdad” ya que es un concepto subjetivo, que manejan con pinzas, y admite múltiples enfoques. El objetivo es vender, ser escuchados, ser vistos, los rankings, la difusión y los share. La misión de informar de manera ecuánime y correctamente dimensionada, queda relegada ante esa enfermiza necesidad de dar la “noticia bomba”
En los últimos años ya he estado a punto de morir por el mal de las vacas locas, por la gripe aviar, y si os acordáis, por las latas de coca-cola meadas por las ratas, por los pollos belgas, por el asteroide que en el 2032 pasará cerca de nuestro planeta y así por un sinfín de temas que, de la noche a la mañana, saltan a las portadas de todos lo medios y nos acongojan. Y por supuesto por la gripe mejicana, porcina, “A”, nueva gripe o como sea que, con corrección política, deba ser llamada hoy.
Todos estos temas, que nos abocaban, al parecer, de forma irremisible al fin del mundo, causaron lamentablemente, algunos fallecimientos. Es cierto. Pero la verdadera dimensión del tema la podemos obtener si los comparamos con las cifras (siempre malas si hablamos de muertos) que acumulamos en los accidentes de trabajo o en un fin de semana de tráfico normal. Terrible para quien es señalado por el dedo de la parca, pero, seamos sinceros, magnitudes que ni nos quitan el sueño, ni nos impiden trabajar o coger el coche.
Es posible que también nos vayamos acostumbrando a “deflactar” la noticia, a desinflarla para redimensionarla a sus verdaderos límites. Es necesario hacerlo para no morir, cada día, de un infarto. Sin embargo, quizás, es posible, que un día la amenaza sea real y yo decida, acostumbrado como estoy, que no es para tanto, que es otra de sus exageraciones amarillistas habituales. Hasta que venga el lobo.
Quizá, me gustaría, un poco más de objetividad, de información real, de menos sensacionalismo y de dimensión justa. Creo que, además, viviría mejor y más a gusto.
viernes
Paradoja en el tiempo
Para ilustrar el artículo hace referencia a las paradojas creadas por viajes en el tiempo y que son algo que me apasionan. Cuando existe un suceso futuro que determina uno pasado, y entras en un círculo vicioso sin aparente solución:
- La paradoja del abuelo, es una paradoja que se cree expresada por primera vez por el escritor francés de ciencia ficción René Barjavel en su novela Le voyageur imprudent (El viajero imprudente, 1943). Se parte del supuesto que una persona realiza un viaje a través del tiempo y mata al padre biológico de su padre biológico (abuelo del viajero), antes de que éste conozca a la abuela del viajero y puedan concebir. Entonces, el padre del viajero (y por extensión, este viajero) nunca habrá nacido, de tal manera que no habrá podido viajar en el tiempo; al no viajar al pasado, su abuelo entonces no es asesinado, por lo que el hipotético viajero sí que es concebido; entonces sí puede viajar al pasado y asesinar a su abuelo, pero no sería concebido, y así indefinidamente.
- Imagina que puedes viajar libremente en el tiempo. Viajas hacia un futuro lejano, y mientras exploras la Tierra del futuro encuentras las ruinas de una ciudad. En las ruinas descubres una estatua muy hermosa: tan hermosa que decides llevártela a casa. Vuelves hacia el pasado, y pones la estatua en el salón de tu casa. Con el paso de los años, mucho después de tu muerte, hay una guerra y la ciudad queda en ruinas. Muchos siglos después, un explorador en el tiempo descubre la estatua… ese explorador eres tú, y te la llevas de vuelta a casa. ¿de dónde diablos ha salido la estatua? ¿quién la ha creado?
- En un episodio de la serie de animación Futurama. En él el protagonista, Phillip J. Fry, viaja por accidente al pasado a Roswell, donde conoce a su abuelo y a su novia de entonces. Intenta todo lo posible para que no suceda nada pero, finalmente, su abuelo muere en un accidente de pruebas nucleares, pero Fry no desapareció. Pensando que la novia de su abuelo no era realmente su abuela se acuesta con ella. Pero finalmente descubre que sí que era su abuela, y la única razón de que él siguiese existiendo pese a la muerte de su abuelo, era que él debía acostarse con su abuela, para convertirse en su propio abuelo.
Otro relato que aborda este tipo de paradojas pertenece a Isaac Asimov. Según el cuento de Asimov, existe una sustancia, la Tiotimolina, notable por el hecho de que cuando se disuelve en agua, se solubiliza antes de que el agua la toque. Es decir, se disuelve 1,12 segundos antes de que se le haya añadido el agua, única y exclusivamente si se sabe de antemano que el agua va a ser vertida con posterioridad a la disolución. Rápidamente, al conocer las propiedades de esta sustancia se plantean que, conectando en cadena dispositivos basados en esta propiedad de la Tiotimolina, se podía predecir el futuro, y rápidamente surgió la pregunta “¿Se puede engañar a la Tiotimolina?” (Por cierto con funestos resultados para aquellos que lo intentaron).
miércoles
"Happy People Dancing on Planet Earth "
Después de verlo confieso que no comprendo muchos de los problemas mundiales.
Os lo recomiendo encarecidamente. Deja una buena sensación, respira buen "rollo".
Es importante el sonido, que lo escuchéis, pues la música es esencial para acompañarlo.
Después de todo, a lo mejor no somos tan diferentes ¿no?
¿Que tal?
La historia y el origen del vídeo lo podéis encontrar aquí.
martes
Un médico certificaba mi muerte.- Relato
Un médico certificaba mi muerte
Intenté salir del vehículo como pude a través de la ventanilla de la puerta del conductor y al fin me pude incorporar y observar toda la escena. Mi coche, un precioso 4×4 nuevo, rojo brillante, estaba en la cuneta hecho un amasijo de hierros apenas reconocible y empotrado, casi fundido, con una furgoneta blanca en la que a duras penas se podía leer el rótulo de “Fontanero”. A su alrededor bomberos y policías se afanaban sobre los vehículos y el ruido de las sierras y los separadores, aunándose con las sirena de los vehículos de emergencias, era ensordecedor. ¡El accidente debía haber sido espectacular! Y yo, sin un rasguño. Ni siquiera un ligero dolor de cabeza. Parecía un milagro.
Finalmente, después de un rato pareció que lograban liberar a alguien de entre los hierros. No recordaba el accidente, ni quien había tenido la culpa, pero esperaba que el pobre diablo de la furgoneta se encontrara bien. Le subieron a una ambulancia que salió a escape abriéndose paso plena de luces y sirenas. Cada vez iban llegando más vehículos. El atasco que se debía de estar formando debía ser considerable. Más de uno se iba a acordar de mis muertos. Entre los vehículos recién llegados estaba una segunda ambulancia y un vehículo del anatómico forense. ¡Vaya! Eso significaba que había habido algún cadáver. Afortunadamente yo iba solo en mi coche.
Poco a poco me fui acercando para identificarme, ya que extrañamente nadie se había dirigido a mí, ni preguntado nada. En un momento dado, entre todos los que pululaban alrededor de la chatarra en la que se habían convertido los coches, pude ver al fallecido. Me resultó extrañamente familiar.
¡Dios mío! ¡Pero si, si… era yo! Sí, yo mismo. Pude ver cómo un médico certificaba mi muerte. ¡Estaba muerto! Pero si yo me encontraba perfectamente. Intenté explicarles a todos ellos que debía de haber un error, que yo estaba bien. No me oían, no me hacían caso. Y allí estaba yo. Muerto. “Vive deprisa, muere joven y compón un bonito cadáver” Algo había fallado en todo esto. Me faltaba mucho, tanto, por vivir…
Curiosamente, al igual que sentía la ausencia de dolor, también sentía ausentes todas las demás emociones. No estaba triste, ni desesperado, ni preocupado. No tenía sensación de pérdida o ansiedad… Solo tenía curiosidad. Una inmensa curiosidad.
Estaba muerto y, desde luego, esto era una experiencia nueva. Comencé a recordar todas las películas que trataban sobre este tema. La primera que me vino a ¿la mente? fue “Ghost”. Enseguida “El cielo puede esperar”, “El fantasma y la señora Muir”, ¿Era yo ahora un fantasma? Técnicamente sí que lo era. Y tampoco sentía nada al pensar en ello. También recordé todas las “noches de los muertos vivientes” y similares e intenté examinarme a ver si tenía pinta de zombie, pero lo único que conseguí fue verme normal, pero con una ropa distinta a la que llevaba en el accidente. Vestía mi ropa favorita. Curioso.
¿Entonces? Vamos a ver. Ahora debería ver un túnel con una luz blanca al final ¿no?. Busqué entorno mío y no vi nada parecido. Allí estaba sólo yo, con los operarios de emergencias que no parecían verme, ni oírme, el médico que se había empeñado en decir que estaba muerto, y mi otro yo. El cadáver. Pero ni rastro de túneles o luces blancas.
¿Y ahora qué? Pues no tenía ni idea. Si nadie viene a buscarme es que no hay nada ni luces, ni cielos ni llamas, después de la vida. Como yo sospechaba. ¡Cuánto tiempo perdido…! Pero entonces, esto debería estar lleno de gente (de fantasmas, pensé) de los que habían muerto antes que yo. Y allí no había nadie. ¿Dónde estaban las instrucciones? ¿Qué debía hacer? Nadie, nada, vino a explicarme o darme indicaciones con lo que me consideré en libertad total para hacer lo que me diese la gana. No sabía cuando iba a durar esto, así que… De todas formas, el tiempo tiene una dimensión distinta. Antes del accidente era media mañana, y yo me dirigía a… ¿a dónde iba yo? No recuerdo dónde iba. Ahora era casi de noche y sin embargo ese tiempo, varias horas, para mí había transcurrido en un instante.
Pues salvo que haya huelga de recogedores de almas, esto tiene pinta de durar bastante, pensé. Si sintiese algo, quizá habría sido alivio al evitarme otro juicio, este bastante serio, y pena de no reencontrarme con mis antepasados fallecidos. Pero allí seguía. Solo. Algo habría que hacer. No iba a estar allí plantado hasta ¿hasta cuando?
Creí que lo más lógico era irme a casa. No sabía para qué, pero no se ocurría ningún otro sitio. ¿Y cómo ir? Recordando nuevamente el cine, ¡que gran fuente de inspiración! comprobé mi incorporeidad. Efectivamente no era sólido y podía atravesar los objetos a voluntad. Bien. Probé el teletransporte. Tampoco hubo problema. Al momento de pensar en un sitio aparecí en él. No se cómo pero allí estaba. En casa. Pero no había nadie. Recordé que mi mujer había tenido que salir de viaje el día anterior y habíamos dejado a la niña con sus abuelos.
Al pensar en la niña aparecí junto a ella, en casa de mis suegros. Estaba viendo una película infantil en la TV mientras los padres de mi mujer lloraban en la cocina. Supongo que por mí, pues siempre me habían querido. La niña estaba tranquila y a su corta edad o no le habían comunicado la noticia o desde luego no había sabido valorarla. Mejor para ella.
Pensé en mi mujer. De nuevo el teletransporte (no sé como se llama esa cualidad y siempre he sido un fan de Star Trek, así que seguiré llamándolo así) me llevó a su lado al instante. Ciertamente no era lo que esperaba. Estaba, juguetona, retozando en la cama con su jefe en la habitación de un hotel. Quizá no se había enterado de la noticia. Oí que brindaban a mi salud y por una larga nueva vida juntos. Sí que se había enterado. Recordé que la había amado y había pensado que era correspondido. Nunca sospeché. Afortunadamente tampoco sentía nada porque en caso de pillarles cuando estaba vivo la que se hubiese podido armar era buena.
¿Y a dónde voy ahora? ¿Qué hago? Tenía que comprobar mis posibilidades de interacción con la materia, de hacerme visible, de poder emitir sonidos… tenía que aprender a ser un fantasma. ¿Y qué podía hacer? Pensé en los sitios y situaciones en los que me hubiese gustado estar cuando estaba vivo. Por supuesto en el cuarto de Angelina Jolie, en un Consejo de Ministros secreto, en una reunión entre el presidente USA y el Ruso, localizar a Bin Laden…
Pero nada de todo eso me apetecía. Quizá porque el apetito, el físico y el emocional eran sensaciones y de eso, ahora, ya no tenía. ¿Qué hacer? ¿Dónde ir? ¿Para qué? … ¿Cómo iba a entretener una eternidad?
viernes
Una postal irlandesa
"May the road rise to meet you.
May the wind be always at your back.
May the sun shine warm upon your face,
the rain fall soft upon your fields and,
until we meet again,
may God hold you
in the palm of His hand".
En una traducción bastante libre diría:
"Que el camino lleve a tu encuentro.
Que el viento sople siempre a tu favor.
Que el sol brille cálido sobre tu rostro,
la lluvia descienda suavemente sobre tus campos y,
hasta que nos reunamos de nuevo,
que Dios te sostenga en la palma de su mano".
Insisto, me gustó.
(Republicado: Aspective)