El tema semanal del Blogguercedario era "La caja tonta". Esta es mi entrada:
Le llaman la caja tonta. Y no sé si será tonta, pero no hay nada que tenga todavía una influencia tan grande en nuestras vidas. Condiciona el tiempo de ocio, nos informa a su manera, nos entretiene… podemos encontrar de casi todo. Además, nos dice, de forma subliminal, la importancia social de cada quien. Si no sales en la TV no eres nadie. Y cuanto más aparezcas, mayor es tu predicamento social. Así de fácil.
Y en el fondo a todos nos gusta esa fama social. A ver, que levante la mano el que no ha puesto su nombre en Google para ver si aparece y qué se dice de él. Pues eso. Y a todos, si nos ponen una cámara delante se nos pone cara de pánfilos y balbuceamos encantados, nos pregunten lo que nos pregunten. Además, ¿no decían que todos tenemos derecho a nuestros 15 segundos de gloria?
Yo los he conseguido, pero, visto el resultado, hubiera preferido pasar de ellos. La primera vez, fue por motivos laborales. Mi empresa patrocinaba un evento y allí, junto al protagonista, delante de los medios, estaba yo como director de comunicación de la empresa. Multitud de preguntas al famoso, yo mirando a las musarañas, y de repente, un periodista, compasivo, se dirige a mí: “Y su empresa, ¿por qué patrocina este evento?” Al momento volví a la tierra, miré al frente y vi decenas de micrófonos con alcachofas de colores puestos sobre la mesa, delante de mi, varias grabadoras y algunas cámaras de TV enchufándome con su foco. Me entró el pánico. Me quedé en blanco y no contestaba, no podía ni sabía qué responder. Una voz interior me decía “Á, contesta, o búscate un agujero en lo más hondo para esconderte, que vas a salir en todos los resúmenes. Á, contesta, por dios…” Tras una eternidad, logré balbucear algo. No creo que fuera interesante ni inteligente lo que dije porque nadie me preguntó nada más. Sentí un gran ridículo y aunque me dijeron que mi duda no había durado más de 5 segundos, yo lo sentí como un mundo. Tengo foto del momento, pero no la publico así me maten.
La segunda vez fue en el aeropuerto de Madrid. Ese día entraba en vigor la prohibición total de fumar en los aviones y los reporteros de Telemadrid se plantaron allí a ver qué opinaba “la calle”. Como yo estaba, como siempre, cigarro en mano, eso sí, en la zona acotada para ello, me pidieron permiso para grabarme fumando y hacerme unas preguntas. Se lo di, me grabaron, me preguntaron y respondí. Y me fui a Barcelona a currar. Al regreso resultó que todos mis conocidos me habían visto y mi estanquera estaba a punto de iniciar una colecta popular para erigirme un monumento por defender el tabaco. ¡Hacerte famoso en tu barrio por fumar…! Qué triste… Además, seguro que cuando me presente a Presidente del Gobierno, me sacarán esas declaraciones, que me invalidarán como candidato, pues fumar estará ,en esa futura época, perseguido por la ley.
La tercera vez, también laboral esta ocasión, fue otro evento patrocinado por mi empresa. Una competición deportiva. Me encontraba en el control de realización, contemplando por los pequeños monitores lo que las cámaras captaban e intentando convencer al realizador de que pinchara aquellas que mejor recogían la marca de mi empresa. En un momento dado, una cámara lejana hace un zoom sobre esa zona para recoger los comentarios del locutor, sentado al lado del realizador, y a su vera, inclinado para ver los monitores, con un primer plano primoroso de su lustroso culo, apareció quien esto les escribe, mirando de reojo y con cara de alucine hacia la cámara. No llegué a lo de Bridget Jones pero casi: a mí no se me vieron las bragas.
He salido más veces en busca de mis 15 segundos, pero a partir de ahí aprendí a situarme lo más lejos posible de focos, cámaras y locutores, a ser posible, colocarme detrás de los cámaras para evitar seguir siendo inmortalizado en circunstancias poco favorecedoras ,no sea que arruinasen mi futura carrera de galán romántico en alguna de Almodóvar. Porque a mí, también me va a descubrir Almodóvar en cualquier momento. Seguro.