domingo

Lo que nos dicen las palabras. El matrimonio

Escuchaba por la radio hace poco una teoría para justificar el incremento del número de divorcios, que alcanza tasas del 3,3 divorcios por cada 1.000 habitantes. Se aducían razones como el divorcio express que facilitaba el proceso haciéndolo menos engorroso, se contraponía la situación económica actual como un pegamento que obligaba a las parejas a continuar con la convivencia aún en contra de sus deseos (una boda se puede deshacer, pero una hipoteca no) y muchos otros argumentos que todos hemos oído ya en múltiples ocasiones.

Sin embargo uno de los ponentes (tertuliano, supongo) exponía una línea de pensamiento cuando menos curiosa. Los divorcios se deben a que hoy los matrimonios se conciertan por amor. El expositor de la teoría explicaba que desde muy antiguo los matrimonios habían tenido mucho más que ver con la economía que con el amor. La necesidad de asegurar una herencia, la no dispersión de las tierras o del patrimonio familiar, la necesidad de asegurar alianzas políticas en el caso de la realeza y nobleza gobernantes, dotes, etc. hacían del matrimonio una unión celebrada, y acordada años antes en múltiples ocasiones, en función de intereses monetarios o estratégicos para la familia en general. El amor quedaba fuera de consideración. Para el amor, su vivencia y celebración existían otras vías que, a ser posible con discreción, se desarrollaban de manera paralela a la vida de casados. Por ambos cónyuges.

Quedaba pues entendido por todos que la unión matrimonial era algo relacionado con las herencias y la necesidad de herederos y que la parte emocional se viviría fuera de él, salvo coincidencias.

En apoyo de esta argumentación se exponían costumbres de siglos pasados, anécdotas, usos socialmente aceptados sin prejuicios y una parte curiosa del mismo era el lenguaje.

El origen de la palabra matrimonio, tiene poco que ver con el amor o la pareja, sino con los herederos legales. Así etimológicamente el término deriva de la expresión "matri-monium", es decir, el derecho que adquiere la mujer que lo contrae para poder ser madre dentro de la legalidad. Tiene un origen similar a patrimonio (“pater-monium”) y hace referencia a los bienes adquiridos por herencia. El chiste fácil dice que patrimonio es un conjunto de bienes, mientras que matrimonio es un conjunto de males…

Otras de las palabras asociadas al matrimonio es de Esposo/Esposa. Veamos su origen: Cuando un comerciante de la antigua Grecia hacía un acuerdo con algún proveedor, sellaba el contrato vertiendo unas gotas de vino en el altar de alguno de sus dioses. La palabra griega para ese gesto era spendo ‘derramar una bebida’, pero debido al hábito impuesto por los comerciantes, spendo fue adquiriendo poco a poco el sentido adicional de ‘hacer un acuerdo’ o ‘firmar un contrato’. A partir de spendo, se formó en latín el vocablo sponsus, usado para nombrar a la persona que asume algún compromiso, así como hoy el que se compromete a patrocinar alguna iniciativa es designado, frecuentemente, con la palabra tomada del inglés espónsor (tal vez más que con la española patrocinador). Y si un hombre que se compromete a casarse con alguien es un sponsus, la mujer que hace lo mismo es una sponsa, palabra que llegó a nuestra lengua como esposa. Como vemos, vuelve a tener relación con la obligación legal y cualquier sentimiento está fuera de consideración.

Sin embargo nos encontramos en el extremo contrario con las palabras normales (no las que lo intentan denigrar) que designan a la relación extramatrimonial. Son nombres “amante”, “querida”… cuya raíz está precisamente en el sentimiento, en el amor o carño y está ausente cualquier relación de tipo contractual o legal.

Curiosa reflexión.

Os dejo para finalizar con unas bromas, muy conocidas, sobre el matrimonio:

Definiciones:

1. Acto religioso mediante el cual crean un Cristo más y una virgen menos.

2. Un intercambio de malos humores durante el día y malos olores durante la noche.

3. Única sentencia a cadena perpetua que se cancela por mal comportamiento.

4. Situación en la que ninguna mujer obtiene lo que esperaba, y ningún hombre espera lo que obtiene.

5. Matemáticamente: suma de afecto, resta de libertades, multiplicación de responsabilidades, y división de bienes.

6. Dícese de la principal causa de divorcio.

7. Proceso químico por medio del cual una media naranja se convierte en un medio limón.

8. Forma más rápida de ponerse gordo.

9. La única guerra, en la que se duerme con el enemigo.

10. Es lo que resulta cuando en la "guerra de sexos" decides tomar una prisionera.

Reflexiones:

1. Sirve para resolver problemas que nunca hubieras tenido si hubieras seguido soltero.

2. Si no fuera por el matrimonio, muchos maridos no tendrían nada en común con sus esposas.

3. El hombre soltero es un animal incompleto. El hombre casado es un completo animal.

Diferencias entre el antes y el después del matrimonio:

Antes: dos por noche.
Después: dos por mes.

Antes: ¡Me dejas sin aliento!
Después: ¡Me estas ahogando!

Antes: !!No pares!!
Después : !!No empieces !!

Antes : Fiebre de sábado noche.
Después : Fútbol los sábados por la noche.

Antes : "El sonido de la música".
Después : "Los sonidos del silencio".

Antes: Estar a tu lado...
Después : ¡Hazte a un lado!

Antes : Me gustan las mujeres llenitas.
Después : !Nunca me gustaron las gordas!

Antes : Me pregunto qué haría sin él.
Después : Me pregunto qué hago con él.

Antes : Erótica.
Después : Neurótica.

Antes: Parece que estamos juntos desde siempre.
Después : ¡Siempre estamos juntos!

Antes : Ella adora como controlo las situaciones.
Después : Ella dice que soy un manipulador egomaníaco.

Antes : Anoche lo hicimos en el sofá.
Después : Anoche dormí en el sofá.

Antes : Había una vez...
Después : Fin...

sábado

Diego. Educar y aprender con 5 años

Uno cree que por tener hijos más mayores el tercero va a ser más sencillo de educar. Y que no te van a sorprender. Craso error. Diego, 5 años, es una pequeña cajita de sorpresas.
Ayer recibimos, a media mañana, la llamada telefónica de su profesor quien nos indicó que debíamos llevar el niño al médico porque tenía un problema: cada muy poquito tiempo necesitaba ir al baño. Pensamos en algo de frio, quizá una infección…

Al recogerle a la salida del colegio, por la tarde, el profesor ya tenía el diagnóstico: jeta. Una simple y gran cara dura: Como aún son pequeños, en clase los mandan al baño de dos en dos. Y Diego se las había apañado con su grupo de amigos, para:

1.- Ir escondiendo en el baño todos los juguetes (Gormitis, Bakugan, cromos…) que se llevaban de casa. Dónde, es aún un misterio.
2.- Lograr que los “cuatro magníficos”, amigos inseparables, coincidieran varias veces a lo largo de la mañana en el baño, donde se montaban una partidas increíbles. Sólo les faltaban las apuestas, pero creo que todo llegará.
3.- Evidentemente tomar a conciencia el pelo al profesor, que todo se lo creyó y estaba preocupado por la incontinencia del crio. Y no es bisoño, que acumula más de 30 años de experiencia.

Diego ha salido de la aventura, sin juguetes, sin poder coincidir con sus amigos como acompañantes, y sin poder ir al baño más allá de una vez cada mañana. Pero, al parecer, durante unos días se lo han pasado en grande los cuatro con sus partidas a escondidas en el baño. Con cinco años. Reconozco que me acojonan sus catorce.

¿La justificación que ha dado? Que se aburre en clase. Sus compañeros están comenzando a leer y escribir y él ya lo hace. Pero en casa no le hemos enseñado y en el cole nos juran que ellos han seguido el mismo ritmo con todos. Nos decía el profesor que cómo castigarle si es el que mejor lee y el que mejor escribe de su clase. ¿Y me lo pregunta a mí? Yo estudié económicas, oiga…

Y sus preguntas. Me dejan bloqueado porque no sé que se le tiene que contestar a un niño de cinco años ante ciertos temas, casi todos sexuales. Una explicación “técnica” no la entiende y otras veces, francamente, no sé qué contestar. Hace unos días, llegando al colegio, según aparcamos el coche, me espeta:

-¿Papá, por qué a veces la colita se me pone grande, dura y para arriba?

Menos mal que ya estábamos parados.
Lo primero que se me ocurrió logré, afortunadamente, callármelo, pues además de no ser entendido por el crio, creo que hubiese merecido la censura de la madre: cierto, no le puedes decir al niño “para cepillarte todo lo que se te ponga a tiro” ¿verdad? A ver, pensé, si le contesto con la utilidad real del fenómeno, me voy a meter en un charco impresionante, y no sé si será contraproducente, pues seguro que quiere experimentar rápidamente las nuevas posibilidades de juego que la explicación le puede abrir. Y aún no estoy por la labor, de verdad. Una respuesta fisiológicamente técnica no está aún al alcance de su comprensión.
De momento (cobarde…), una respuesta para salir del paso.

-Seguramente te pasa cuando tienes muchas ganas de hace pis…
-Sí papá, por las mañanas cuando tengo ganas de hacer pis. Y cuando me gusta algo…
-¡Venga niño, que llegamos tarde al colegio…!

Voy a empezar a preparar un Excel con preguntas y respuestas (consensuadas con su madre, claro). Se aceptan sugerencias…

viernes

Películas, actores y Hollywood

He crecido con el cine. Al igual que a otros, cuando eran niños, les contaban cuentos o les leían libros, a mí me contaban películas. Mi madre, una gran cinéfila que pilló de estreno la mejor época del Star System de Hollywood, cuando es este país el cine, el fútbol, o la era, constituían las únicas alternativas de diversión posibles, me relataba, con gran precisión de detalles, todas aquellas películas con las que había pasado tardes de ensueño en la butaca de un cine. También vio a Di Stefano, pero a mí me aburre el fútbol y de la era, afortunadamente, no me ha contado nada.

Crecí, desde que tengo memoria, rodeado de los grandes aventureros y románticos de todas las épocas y mucho antes de que la televisión me los mostrara. Sentado en el suelo de la cocina escuchaba absorto, totalmente embelesado, mientras mi madre andaba trajinando entre cacharros, como Errol Flynn robaba a los ricos para dárselo a los pobres en el Bosque de Sherwood, Johnny Weissmüller lanzaba su grito inimitable acudiendo en auxilio de Maureen O’Sullivan, raptada por algunos desaprensivos, o Vivien Leigh ponía a dios por testigo de su famoso juramento frente a Tara.

En aquella cocina, en aquel suelo, transcurrieron unas tardes inolvidables. Viví aventuras magníficas, convirtiéndome, por supuesto, en protagonista de todas ellas, pasé ratos inquietantes y me tronché de risa, pues todos los géneros eran favoritos de esa mujer que, siempre presumiendo de mala memoria, podía emplear una tarde entera en contarte una película de noventa minutos. Cuando, tiempo después, la “echaban” en la televisión, no solo la había visto ya, sino que todos y cada una de las escenas, de los detalles, estaban perfectamente grabados en mi mente.

Es curioso, no conocí a Caperucita, ni a El Gato con Botas ni a los otros clásicos hasta bastante después, pero Taras Bulba, Rebeca, La costilla de Adán, Scaramouche, Casablanca, El terremoto de San Francisco, Murieron con las botas puestas, Solo ante el peligro, Beau Geste y tantas y tantas otras fantásticas películas compusieron mis sueños de niño. Pirata, Espadachín, Pistolero, Aventurero, fueron vocaciones que alternaba según la película que tocara. Por supuesto, si moría heroicamente en la aventura, como a veces les ocurría a los buenos, pocas veces, yo quería un funeral vikingo, que molaba un montón. Lo sabía gracias a Gary Cooper en Beau Geste y a Kirk Douglas en Los Vikingos. Eso era lo más: mientras la chica te lloraba en la orilla, la barca con el cuerpo del héroe se alejaba y finalmente cientos de flechas ardientes la incendiaban, mientras la banda sonora alcanzaba su clímax. La leche, vamos.

En aquella época, y gracias a Hollywood, las cosas estaban muy claras y no había lugar a medias tintas. Los indios, los alemanes, los rusos y los japoneses, eran malos. Siempre. Bueno, menos Cochise (“Flecha Rota”) que era una rara excepción inexplicable. Los bárbaros, también malos. Y los romanos, pues dependía del color de la capa. Roja, malos; blanca, buenos. Estaba claro. Como aún no había llegado Sidney Poitier, los negros si no eran esclavos, o el mejor amigo del bueno, eran ladrones. Y los mejicanos siempre eran unos misérrimos labradores, vestidos de blanco, con el sucio sombrero de paja estrujado entre las manos y acojonados. Los buenos eran guapos y los malos, feos. La “chica” era preciosa y tenía cara angelical y la “mala” iba siempre súper peripuesta y muy pintarrajeada. Evidentemente de todo ello se podían sacar grandes enseñanzas morales, con las que nos alimentaban a todos.

Por supuesto, mi madre no sabía inglés. Y lógicamente los actores conservaban su nombre, pero castellanizado convenientemente. Todavía me suena raro oír “Clark Gueibol” en lugar del más original y genuino Clar G.a.b.l.e, o el rarísimo Spencer Tracy en vez del normal Espencer Traci. Supongo que cuando los americanos se dieron cuenta de que estábamos en el mapa y vinieron a vendernos sus cursos de inglés, cambiaron el nombre de todos los actores: Antoni Kin, Yoni Beismuler, Kir Duglas, Tirone Pover y demás elenco, se rebautizaron a unos nombres impronunciables y anglosajones. Pero me gustaba más, me gusta más, oir la pronunciación original made in spain de la época. Parecían más nuestros.

Hay docenas de películas que se me vienen, a borbotones, a la memoria. Casi todas en blanco y negro, que mi imaginación coloreaba en el más puro Technicolor (c). El cine, desde entonces, es uno de mis pasatiempos favoritos y pese a la mula, y los vecinos de butaca coñazos, voy cuando puedo. Pero no es lo mismo. Algo le falta, que las películas que ya no me conmueven ni me hacen soñar como entonces. Será el suelo de la cocina, la mala memoria de mi madre, o la vívida imaginación del niño que fui. Será. Pero no es lo mismo.

jueves

El primer beso. Relato (El Blogguercedario)

Esta semana, en el blogguercedario, el tema sobre el que correspondía escribir era "El primer beso" (que no sé a quien se le ocurrió proponerlo, por cierto). Os copio parte del post que publiqué:

El tema semanal no me inspira, lo reconozco. Si paso revista a mis primeros besos resulta una crónica bastante mediocre. O nostálgica, por todos aquellos primeros besos que no llegaron a ser.

Mis primeros catorce años, más o menos, los pasé pensando que la gente era realmente asquerosa. Besarse, bocas, babas… y con lo escrupuloso que era yo. Los miraba extrañado; a mis primos, por la calle, en el cine. De verdad que no había quien los entendiera. Y encima parecía que les gustaba. Así iba el mundo…

Pero algo tendrá el agua cuando la bendicen y supongo que fue la consabida revolución hormonal lo que me hizo comenzar a plantearme que, a lo mejor, aquello no era tan negativo después de todo. Iba a tener que probarlo para ver de qué iba. Y me pasé los siguientes cuatro años intentando, con ahínco, encontrar una voluntaria que, conmigo como conejillo de indias, me ayudara a profundizar en la investigación. Al parecer el auge del voluntariado no había llegado aún y no la hallé. A seguir esperando.

Fue a la avanzada y vergonzante edad de dieciocho años, en aquel entonces aún menor de edad, cuando los hados me fueron propicios, a su manera, y por fin pude experimentar las sensaciones tanto tiempo buscadas. Quiso el azar, Cupido, o alguno de esos hados cabronazos escondidos por ahí, que conociera a una compañera de estudios de nombre Elvira. Simpática, guapa, experimentada y tres años mayor que yo, se dispuso a introducirme en los deliciosos mundos del erotismo. Al fin había llegado el día. Y sí, estamos hablando de un beso, de un simple beso. El resto, lo que en algunos casos y en algunas parejas, puede ir a continuación, para mi entraba de lleno en el mundo de la ciencia ficción.

Pero se me va el hilo. Decía que, al fin, había llegado el día. Advertí a la tal Elvira que mi experiencia no era algo digno de tener en cuenta (vamos, el cine y la TV), por si tenía a bien impartirme unas breves explicaciones teóricas antes de llegar a la práctica. Evidentemente no estaba por la labor (desde aquel día, comprendí que la teoría del examen es mejor llevarla aprendida antes de que este tenga lugar… y me da mejores resultados). Como al parecer mis ganas de salir de la ignorancia no estaban acordes con mi, digamos, valor, la chica no tuvo más remedio que echarse “p’adelante” y tomar la iniciativa. ¿Sabéis lo que significa no tener ni idea? ¿Sabéis lo que significa ser un patoso? Pues entonces os podéis hacer una perfecta idea de mi actuación. Y no lo entiendo, caray. Se trataba de un beso, no de demostrar la teoría de la relatividad, pero cuanto más interesado estás en una cosa, en que salga bien, más posibilidades tienes de cagarla. Y la cagué. Demasiada vehemencia por parte de ella, una total falta de cooperación y coordinación por mi parte, arrojaron un balance penoso para mí.

Ella salió del lance, afortunadamente, indemne (lo cual creo que me evitó bastante pitorreo posterior) pero yo acabé con un mordisco en la lengua, un entrechocar realmente desagradable de dientes y el labio inferior partido y sangrando por dos sitios. Os juro que yo no sé si es que fui un desastre redomado, o es que ella era la mujer pantera, pero aquello estuvo más cerca de una batalla que de una relación romántica. Había salido yo mejor parado y con menos señales, de algunas peleas. Y por si no lo habéis adivinado, toda la prometedora relación con Elvira acabó justo en el momento de separar nuestras bocas. Además, la orquesta que debía tocar, como en las películas, la banda sonora y elevar el volumen de la música en ese momento, no acudió a la cita y era… no sé, como si faltara algo. También puede tener que ver en la traumática experiencia el hecho de que en esa época no me había operado aún del tabique nasal, no podía respirar por la nariz y casi me ahogo. En fin…

Por supuesto os podéis imaginar que la segunda vez, con voluntaria distinta y tiempo después, comenzara con cierta prevención. Y no, no llevé el botiquín, ni le pedí el certificado de vacunación contra la rabia, malpensados. Con la práctica fui aprendiendo, para salir del paso nada más, y conseguí que dejara de ser una experiencia traumática; pero, con esos principios, realmente tampoco llegó a ser mi deporte favorito. Aunque esa chica alguna huella me dejó, aparte del labio partido: Las dos siguientes también se llamaron Elvira. ¿Extraño, no?

Mucho ruído... y tiempo

Encuentro aquí la siguiente noticia:

Vecinos de la ciudad de Washington, en el norte de Inglaterra, demandaron a una pareja que supuestamente hace demasiado ruido cuando mantiene relaciones sexuales. También se quejaron de los gemidos de la pareja el cartero y una madre que llevaba a su hijo a la escuela (…)

Los vecinos se quejan de que los ruidos sexuales comienzan a media noche y no acaban hasta las 2 o las 3 de la madrugada. Según la vecina Rachel O'Connor, el sexo es "bastante antinatural" y "excesivo". "Suena como si a los dos les doliera mucho". Las autoridades han instalado incluso dispositivos para controlar el ruido en el dormitorio. Una testigo afirma que ella, Caroline, grita "como si la estuvieran matando".

Caroline explicó que no puede controlar sus gemidos. Ha intentado dejar el sexo sólo para las mañanas o colocarse una almohada en la cabeza, para no molestar a nadie. Y ahora, debido al estrés por las quejas, ha empezado a beber.

Joer como está el patio. Toda la noticia habla de los ruidos, del tipo de ruidos y de demandas y multas por ruidos. Sin embargo a mí lo que me ha llamado la atención es el tiempo. ¿De verdad a nadie le choca que la juerga comience todas la noches a las 12 y dure hasta las 2 o las 3 de la mañana? Vamos a ver, estoy seguro de varias cosas:

- Lo primero: Estos no están casados ni de coña, vamos
- ¿Todos los días 3 horas? Tienen una imaginación impresionante
- Sueño, también deben de tener muchísimo sueño porque ¿cuándo duermen?
- “Suena como si a los dos les doliera muchísimo”. No, señora, es más bien de puro agotamiento, seguro.
- “Caroline grita como si la estuvieran matando”. Sí, como a las cucarachas, no te jode. ¡Que mala es la envidia…!
- “Ha probado a colocarse una almohada en la cabeza, para no molestar a nadie" ¿Durante tres horas? ¿Y ha sobrevivido? Pues no quiero imaginarme por donde respiraba…
- “Ha intentado dejar el sexo sólo para las mañanas” ¿Pero por la mañana siguen? ¿Y qué comen estos tíos? (Yo quiero de eso…)
- ¿Les han dado ya el título de campeones del mundo?

Y que en los comentarios nadie venga a decirme que de qué me extraño, que es normal o tonterías así. ¡Fantasmas no, por favor!

martes

Sentir los años

Me hicieron llegar ayer, supongo que por los comentarios sobre la edad al post anterior, un enlace a este artículo: Los dinosaurios. En él se defiende, y muy bien, las capacidades de la gente mayor de 50 años, su valía y entusiasmo y la bondad de contar con ellos en el mundo empresarial. Insisto en que está muy bien argumentado.

Sin embargo, es curioso. No me siento identificado con este post. Eso está escrito por alguien que se siente viejo y cree que tiene que justificarse. Y yo, personalmente, no me siento así (ni por supuesto me han cedido el asiento en el bus -para evitarlo, no lo cojo-). No siento esos achaques al levantarme, ni me he planteado qué cosas no puedo hacer. Al menos, no me lo he planteado en serio. Me encanta sacar el tema de la edad, de la diferencia de edad, para que me digan que no importa. Y no me gusta el número, es cierto, pero no me tengo que defender ni justificar de nada.

Sucede que vas creciendo y cuando eres pequeño crees que un día te despertarás y serás mayor y sabrás hacer las cosas de mayores. De repente, un día, te das cuenta de que no es así como funciona. Que los años pasan y tú te sientes internamente igual. Vas siendo algo mas experto (no sabio, experto) algo más desconfiado a veces, y vas aprendiendo a disimular mejor tus carencias. Pero por dentro, y ante las mismas situaciones, eres el mismo niño muerto de miedo, pero con la experiencia para saber salir de ellas y el aplomo para que no se te note. Y sigues creciendo y te sigues sintiendo igual. Ves que, a ese que se asoma al espejo por la mañana contigo, le salen canas y arrugas y piensas "pobrecito" está muy currao. Pero tú, no. Tú te sientes de puta madre. Vas viendo que el contador pasa, pero no para ti, pues te apetece hacer las mismas tonterías de siempre, se te ocurren las mismas ideas de bombero y hasta te gusta la fanta de naranja de cuando eras crío. Salvo por los Reyes Magos de Oriente, y por la pasta que te cuesta, todo sigue igual. Los demás se van haciendo mayores, tus hijos crecen y por referencias piensas que tú también, pero no lo notas. Hombre, cierto que la rodilla derecha, esa que te operaron, a veces cruje, pero eso no es la edad. Es la rodilla.

Cada equis tiempo, el contador externo alcanza una cifra redonda. Y debes aprendértela mentalmente porque si no , te equivocarías al responder. Y prefieres empezar tú mismo a decir que eres viejo antes de que te lo digan los demás. Porque duele menos. Pero es mentira y tienes que tener cuidado para no perder las referencias y hacer lo que se espera de ti. A ver, jamás mirarle las tetas ni el culo a una tía que tenga menos años que tu hija, por ejemplo. ¿Que miss mundo tiene menos años que tu hija? Da igual. Hay algunas referencias que tienes que observar para que los demás no te vean ridículo. Porque tú no te acuerdas de la edad que tienes. Esa edad no la sientes como tuya.

De repente el médico te habla de hacerte unas pruebas. Por la edad. ¿Pero qué dice ese imbécil? Eso es para los mayores, no para mi. Y él te recuerda el contador externo y tú piensas "Debe de estar mal ese contador".

Son los demás los que te hacen mayor, los que te ven mayor. Si me preguntarais cuál es mi edad, sin darme tiempo a pensar, respondería sin dudar, 37. Porque son los que siento. Porque son los que tengo, diga lo que diga el calendario.

domingo

Evocación

Hay canciones que evocan recuerdos. Recuerdos en general. Otras te transportan a lugares y sitios concretos y algunas consiguen traer al presente rostros olvidados durante mucho tiempo. A veces, ciertas personas están unidas tan firmemente a una canción que, indefectiblemente, una te lleva a la otra.

Esta canción, de 1974, mal envejecida por unos arreglos que se notan antiguos y un estilo desgarrado, típico italiano de la época (lo que debían de sufrir los pobrecillos...) siempre me ha gustado. Mucho. Forma parte de la memoria de mis primeros guateques y bailes "agarraos" (tan agarraos como te dejaran). En aquella época, una canción de éxito lo era durante meses, podía llegar al año sin dificultad en las emisoras de radio y ser pinchada en discotecas y guateques durante otros varios. No tenían una fecha de caducidad tan inmediata como ahora y quizá por eso, al oírlas durante más tiempo, se te quedaban grabadas con mayor facilidad y era sencillo unirlas a tus recuerdos. Me encanta lo que me recuerda esta canción.

Bella sin alma. Riccardo Cocciante


Letra:

Y AHORA SIÉNTATE
EN ESTE SITIO
SABES ESCÚCHAME
SIN INTERRUMPIRME
HACE TANTO TIEMPO QUE
QUIERO DECÍRTELO


VIVÍR CONTIGO
ES YA INÚTIL
TODO SIN ALEGRÍA
SIN UNA LÁGRIMA
NADA QUE DECIRTE
NI EN EL FUTURO
EN TU TRAMPA
TAMBIÉN HE CAIDO
EL AMANTE PRÓXIMO
TIENE MI SITIO


POBRE DIABLO
QUÉ PENA ME DA
CUANDO TE HAGA EL AMOR
TE PEDIRÁ MÁS Y MÁS
SE LO DARÁS
PORQUÉ LO HACES ASÍ
COMO DISIMULAS
SE TE HACE CÓMODO


Y AHORA SÉ QUIÉN ERES
Y NO SUFRO MÁS
Y SI NADA CREES
TE LO DEMOSTRARÉ
Y ESTA VEZ
TÚ LO RECORDARÁS


Y AHORA DESNÚDATE
COMO YA SABES TÚ
NO TE EQUIVOQUES
NO ME IMPORTAS TÚ
TÚ ME DESEARÁS
BELLA SIN ALMA…

miércoles

Vuelta de la Granja Escuela

El viernes pasado mi hijo Diego volvió de la Granja Escuela donde había pasado la semana. Le habíamos echado de menos y esperábamos con ganas su regreso. Su madre, imaginaba la escena del reencuentro de la siguiente forma:

La mamá aguarda la llegada del autobús consumida por la impaciencia. Al fin llega el autocar y se abren las puertas. El niño, aún sin descender, se asoma y la localiza rápidamente. Echa a correr Ella también (la imagen pasa a cámara lenta mientras la banda sonora sube el volumen) Ambos extienden los brazos mientras se acercan. Finalmente de un pequeño salto se funden en un gran abrazo mientras el niño exclama “te he echado mucho de menos, te quiero mucho mamá”. Fin.

A pesar de las advertencias, a pesar de ser ella misma consciente de que el momento no sería realmente así (¡¡cuánto daño ha hecho Jólivud, dios mío!!) se decepcionó. La escena real:

La mamá aguarda la llegada del autobús consumida por la impaciencia. Al fin llega el autocar y se abren las puertas. El niño, aún sin descender, se asoma y la localiza rápidamente. Espera. Se acercan a por él. Un beso rápido. “¿Me habéis traído merienda?” "¿Puedo ir a jugar a casa de Íñigo que tiene todos los Bakugan?". Fin.

Parecido, pero no es lo mismo.
De todas formas el niño volvió muy contento y entusiasmado de su semana en la Granja. Aunque lo mejor comenzó al día siguiente, con los correos que comenzamos a recibir de la mamá-delegada de clase. Os los resumo:

Mail día 1

- Los padres de Sergio han echado de menos en la maleta unas deportivas Nike nuevas.
- Yo tengo todo lo de Natalia, menos la esponja.
- Juanvi no ha traído el "regalito" del duende de la Granja, por si alguno trae dos.

Mail día 2

Voy a recordaros lo que se ha perdido en la Granja, a comunicaros las nuevas pérdidas y deciros lo que ha aparecido:

- A Sergio no le han venido en la maleta unas deportivas blancas NIKE, nuevas.
- A Juanvi le faltaba el regalo del duende de la Granja , pero Pablo tiene dos. Asunto arreglado.
- A Juanvi también le falta la capa del disfraz de Batman.
- A Lucía le falta el pantalón del chándal del cole.
- En la maleta de David han aparecido unos calzoncillos de Lucas.

Mail día 3

¡¡¡ATENCIÓN HAN APARECIDO las deportivas de Sergio , el regalito de Candela y el pantalón de chándal de Lucía !!! Sólo falta la capa de Batman con capucha, de Juanvi.

El Profesor tiene, además, algún calcetín y ropa interior (a quien le falte algo, que se lo pida).

Joer, claro que se lo ha pasado bien el enano, pero yo creía que le mandaba a la Granja y no a una orgía…