lunes

Cada mañana

Casi todos los días llevo a mi hijo pequeño, al "peke", al colegio. Nos tragamos un buen atasco que hemos aprendido a rentabilizar. Él desayuna en el coche (también merienda) y comentamos lo que dicen en nuestra radio favorita. Nos reímos juntos y, cuando está suficientemente espabilado, también jugamos a las "palabras encadenadas" o los "números enlazados" que son dos de sus distracciones preferidas para esos ratos que intentamos que no sean perdidos. También me cuenta lo que hace en clase, lo que le pasa... la verdad, son ratos muy agradables.

Pero tenemos que madrugar. Compatibilizar nuestros horarios me obliga a dejarle en el colegio de los primeros, cuando no el primero de todos, una hora antes de comenzar las clases. A él el colegio le encanta. Le gustan sus compañeros, sus amigos, su profesora, la comida y sobre todo, los interminables partidos de fútbol que en cualquier recreo disputan. Luego, es capaz de contarte todas las jugadas con pelos y señales... y algo de imaginación pues siempre es más protagonista que su nivel real de juego :) Pero él es feliz así.

Todas esta obligaciones hacen que vaya cargado como un mulo. Por una lado, la mochila con la agenda, deberes, material de escritura, etc. Por otro, una segunda mochila con todo el equipamiento deportivo correspondiente a ese día. Y por supuesto, el balón. Inseparable balón. Pero como digo, va contento, feliz, ilusionado.

Sin embargo, a esas tempranas horas de la mañana, cuando le dejo solo en el colegio, cargado, caminando hacia su "patio" no puedo sentir un puntito de nostalgia, de culpabilidad, una pequeña sensación de tristeza pues parece tan pequeño, tan desvalido...

Supongo que son los fantasmas de un padre baboso y las pocas ganas de que crezca. Y esa sensación (errónea, lo sé) de querer protegerle de todo. Pero te queda un regustillo amargo, algo irracional, pero...

1 comentario:

Conxa dijo...

entra dentro de lo normal, si no te sintieras asi, fallaría algo ¿no crees?

Y no crea que sea super protección, sino que nos sentimos mal porque a fin de cuentas el es la consecuencia de nuestra falta de tiempo y vida ajetreada....c'est la vie.

Disfruta de esas conversaciones y que ya sabes que luego se van,al menos por una buena temporada.