jueves

Cariño, no es lo que parece.

Me encanta el revuelo que ha formado la publicación del estudio realizado sobre la “variante 334” por los suecos del Instituto Karolinska en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

De entrada, tiene mérito el que publicándose en esa revista se haya enterado alguien. Porque ¿cuántos suscriptores tiene esa revista? Si hasta la publicidad que lleva la tienen que pagar ellos... Pero está visto que todo aquello que tiene que ver con el sexo vende. Y mucho. Si además sirve como excusa para justificar una infidelidad ya no os cuento. Y encima una infidelidad masculina. Si vendieran raciones de la variante esa se iban a hacer de oro. ¿Quién te iba a poder echar la culpa? Tú eres genéticamente así y no puedes hacer nada por remediarlo. Si encima eres creyente…, bueno, ya la @#&%$; “La culpa es de dios, que me ha creado así”. ¿Y quién te va a argumentar contra eso? ¡Anatema sea! A partir de ahora nos podremos excusar con nuestra pareja, cuando te pillen en plena faena, diciendo aquello de “cariño, no es lo que parece, es que tengo revuelta la variante 334”. Hombre colar, no se si va a colar, pero desde luego suena mucho mejor, más argumentado y muchísimo más científico que cualquiera de las pseudoexplicaciones que se utilizaban hasta el presente.

Creo que si hubieran titulado el artículo como “patente de corso para poner los cuernos a tu pareja” hubieran estado más acertados, aunque no habrían alcanzado más difusión: es imposible.
Veremos, como decían por ahí, que en lugar del tradicional análisis de sangre de las películas americanas previo a la boda, se solicitarán análisis genéticos en busca del 334. El laboratorio del CSI se va a tener que reciclar y reconvertir en agencia matrimonial. Y los varones que no tengan esa variante van a estar cotizadísimos y muy perseguidos… con lo cual se van a poder poner las botas. ¿Y los portadores? Ni una rosca, vamos.

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