miércoles

¿Qué apostamos?

En verano, como no hay colegio, en casa se cena mucho más tarde, los niños se acuestan (al menos los míos) algunas horas después de lo habitual y eso hace que estén aún levantados cuando empieza la programación “de noche” de las televisiones. A fin de evitar contenidos problemáticos para los 4 años de mi hijo pequeño, en varias ocasiones me encontré haciendo zapping entre disparos, muertos y tacos, para detenerme, al fin, en un programa que nunca me ha divertido ni entretenido pero que, al menos, no parece ofrecer conflictos para su visionado en familia: “Qué apostamos”.

Y he aquí el motivo del post. ¿Os habéis fijado en las pruebas que realizan los concursantes? Si os paráis a pensar un poco, eso de que unos tíos hechos y derechos salten sobre un trampolín para dar un mortal sobre una viga de madera mientras al mismo tiempo con un martillo remachan un clavo fijado en la viga que debe, al traspasarla, hacer explotar un globo. O bien que un tío alemán reconozca la canción que están escuchando sus compañeros por unos auriculares solo con el ritmo que estos le marcan con sus músculos pectorales. O aquella en que una pareja de “góticos” reconocían la “marca y modelo” del pienso para perros que les presentaban solo con el tacto. O ese otro que…

Bueno, da igual. Cualquiera de las pruebas ya fuesen de habilidad, memoria, etc., supone un desafío ya solo para concebirla. ¿Cuán retorcido hay que ser para planificar esas cosas? Pero sobre todo lo que me alucina es ¡que lo consiguen! ¡Y eso exige ensayos, mucho tiempo de ensayos! ¿Cuántos botellines habrá intentado descapsular el tío aquel con la motosierra? ¿Cuántos piensos habrán comprado y toqueteado los góticos para adivinar la marca de la comida perruna? ¿A cuantas modelos habrá metido mano ese señor que al tacto adivinaba marca, modelo, gramaje y no sé que más de las medias que vestían? ¿Cuántos saltos habrá tenido que dar el chaval que se lanzaba con una bicicleta, y desde distintas alturas, sobre las latas de refresco? Y así, el catálogo de pruebas es inmenso.

¿”A qué dedica el tiempo libre”? preguntaba Perales. Pues si se lo cuentan le va a dar un pasmo, porque la cantidad de horas que han pasado estos concursante ensayando esas “virguerías”, es impresionante. De verdad ¿no hay nada mejor que hacer? En fin, allá cada uno con sus gustos pero, si lo piensas, es alucinante. ¿Cuántas veces tienes que repetir cada acción para que te salga perfecta y te animes a presentarte a un programa de TV? Y por cierto, ¿cómo le cuentas a tus amigos que no puedes ver el partido con ellos porque tienes que ver cómo tus compañeros mueven sus pectorales? ¿Cuánto dinero se han gastado los del pienso comprando todos las marcas del mercado hasta que se han aprendido sus características? Y esos chavales de una clase que se pasaban cartas "boca a boca", todos puestos en fila ¿cuándo estudiaban?

De todas formas yo al programa solo me podría presentar a ver cuántas cervecitas con tapa me puedo tomar. Y si no gano, eso que me llevo puesto.

2 comentarios:

Montse dijo...

Genial!!! Rubrico todo lo dicho por ti magistralmente!!!

Añadiría dos preguntas. A esta gente como se les ocurre eso????? Un buen día se levantan y deciden ser especialistas en detectar distintas marcas de pienso...., por el tacto adivinar la marca de unas medias, etc., etc.,??

Yo es que por la mañana antes del café y la ducha no soy nadie. Luego a trabajar y cuanto tengo un rato libre, prefiero pasarme por unos cuantos blogs y reirme a mandíbula batiente como hoy.

Enhorabuena y besitos encanto

Kupfernikel dijo...

Yo también me pregunto lo mismo. Hay que estar muy aburrido para ponerse a hacer esas cosas. Recuerdo a cuatro tíos que movían un avión... ¿cómo ensayarían? ¿Se irían al aeropuerto y les dirían que si les dejaba uno prestado?

No sé... grandes misterios