Hace pocas fechas, he empezado una etapa en mi vida, quizás temporal en mi intención, quizás definitiva en otras voluntades. Esto me ha supuesto un cambio de residencia, con lo que ello conlleva: mudanzas, novedades, despistes...
La casa a la que me he mudado, amablemente prestada por un familiar sin ningún tipo de condición (mi familia es la hostia, de verdad. Si os contara os moriríais de envidia) es la casa de mis sueños. Desde pequeño, cuando veraneé en ella los primeros quince años de mi vida, y cada vez que he vuelto a ella desde entonces, siento una sensación indefinible pero magnífica; de estar en el sitio correcto, al que pertenezco, de bienestar, de "ensanchamiento de pulmones", no sé explicároslo. Me carga las pilas y noto energía positiva circular por mi interior. Y allí estoy ahora.
Sin embargo la casa tiene ya sus buenos cincuenta años y lleva vacía durante los últimos trece, salvo un par de semanas en total. Y os podéis imaginar lo que esto supone. Todo ha envejecido, cosas que no funcionan, instalaciones que ni se soñaban hace esos años. Por no tener, no tiene ni antena de TV, ni calefacción, a pesar de estar ubicada en plena sierra (de hecho está más cerca de Segovia que de Madrid, en concreto a la mitad de distancia de una que de la otra).
La preparación de la habitabilidad, con reuniones familiares de apoyo incluidas y los primeros días, dan para unas cuantas anécdotas, que en breve os contaré.
Pero eso es otra historia.
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2 comentarios:
Delante de ti no sólo tienes un paisaje precioso si no que puedes dar rienda suelta a ese manitas que hay en tu interior... mooooooooooola... lo primero de todo una capita de barniz a las puertas y ventanas.
Y Muchas felicidades por esa familia que tienes
Las vistas de tu nueva casa son magníficas. Suerte con esta nueva etapa.
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