Entrada impopular

Si, sé que lo que voy a decir no es como para ganar un concurso de popularidad y además, es políticamente incorrecto.
Pero es un peso que poco a poco me va abrumando: La solidaridad.
O la forma de intentar apelar a tu solidaridad o su manera de intentar “vender” su causa. Justa, cierta, digna, merecedora de atención, respeto y esfuerzo, pero…

No me llaméis insolidario, por favor. No lo soy. Me ha tocado nacer hombre, blanco, occidental, español y de clase media. Y simplemente por estos datos ya me tengo que disculpar.
¿Que por qué?
Por muchos motivos que, sin orden ni concierto, según se me ocurren a vuelapluma, expongo:

Por el cambio climático, porque tengo coche y utilizo la electricidad para mi casa y el gas para la calefacción.
Porque hay hambre y violencia en África y yo puedo comer como todos los días.
Porque hay niños trabajando en el sudeste asiático y otras partes del mundo y mis hijos están estudiando.
Porque hay emigrantes que vienen en pateras con riesgo de muerte y yo nací aquí.
Porque hay violencia machista y soy hombre.
Porque las mujeres trabajan igual y cobran menos y yo tengo empleo.
Porque hay regímenes totalitarios donde existe la censura, la tortura, la muerte y yo puedo escribir esto aquí.
Porque el Amazonas está desapareciendo y yo uso papel.
Porque las tribus indígenas de todo el mundo están siendo acosadas y destruidas por la economía y la codicia de la civilización y yo veo la televisión.
Porque las inundaciones, huracanes, tifones, terremotos, asolan el mundo y yo tengo una vivienda.
Porque cada fin de semana muere mucha gente en la carretera y yo también conduzco.
Porque hay animales maltratados y abandonados y despellejados y yo uso abrigo.
Porque existe la discriminación racial y yo soy blanco.
Porque existe el turismo sexual y yo estoy casado.
Porque hay lepra, sida, cólera, dengue y yo tengo gripe.
Porque no hay agua potable al alcance de mucha gente y yo tengo un grifo.
Porque existen campamentos de refugiados con todas las carencias y yo duermo en mi cama.
Porque hay multitud de conflictos y guerras en todo el planeta y yo escribo en un ordenador.
Porque se siguen cazando ballenas, matando focas, pescando con artes prohibidas y yo compro en el mercado.
Porque para conseguir el oro, las esmeraldas o el coltán se explota, expolia y mata a los indígenas y yo tengo móvil.
Porque hay ancianos abandonados, falta sangre en hospitales, mucha gente vive en chabolas,
Porque...

Cada campaña de concienciación, de consecución de afiliados o suscriptores, o de petición de fondos, parte siempre del mismo concepto: culpabilizarme, hacerme sentir responsable directo, remover mis entrañas, para conseguir mi colaboración.
Y es un peso excesivo. Lo siento, ni soy Supermán y no tengo superpoderes, ni Jesucristo para hacer milagros. Yo no puedo salvar el mundo. Mis problemas son sólo míos, y a nadie le importa cómo me las componga para arreglarlos pero además, me dicen, soy culpable y debo solucionar todo lo demás. Hago lo que puedo, colaboro en lo que puedo, pero no es suficiente, nunca es suficiente y el bombardeo de culpabilidad continúa.
No creo que sea este el método, ni el sistema. Yo no puedo ser culpable de todo.