miércoles

En la oficina.

Olvidándonos del momento de crisis, de que es una suerte tener trabajo y de todos esos aspectos ciertos y realistas, ¡que jodido es trabajar!

Comienzas con el despertador, que suena siempre en los mejores momentos de sueño (suene a la hora que sea, esos cinco últimos minutos serán siempre los mejores) Café acelerado y al autobús, metro, tren, coche…, atasco, malas caras, sueño, gruñidos y, a pesar de que todos nos duchamos a diario (al menos de cara a las encuestas) un olor a humanidad que desdice esa falaz afirmación. Si encima llueve, el aroma de los abrigos húmedos, de los zapatos chorreantes me recuerda a cuando mi perro se moja: apesta. Y encima el suelo resbala y las varillas de los paraguas buscan tus ojos con sadismo. Pero vamos a suponer que no llueve. Llegas a la oficina y sin saber cómo, has cumplido como todos los días: unos minutos tarde, lo que hace que ese señor con mala leche que han puesto allí para fastidiarte (que tú conozcas nunca ha hecho otra cosa. Su única función es amargarte el día) y al que llamas jefe te eche una mirada intentando fulminarte y te recuerde “fulanito, pásese después por mi despacho, tenemos que hablar”. Uff, tú ya sabes (experiencia de casado) que eso de “tenemos que hablar” no presagia nada bueno, pero nada bueno.

En fin, para descargar tensión y despertarte un poco te vas a la máquina del café en dónde coincides con otros oprimidos y podéis consolaros mutuamente. Si el grupo es de sólo hombres se puede comentar, además, las últimas putadas de las respectivas y el momento, siempre interesante, de la liga.

Cuando ya hasta los posos se han enfriado, vuelves a tu sitio y enciendes, al fin, el ordenador. Abres el correo y lees los últimos chistes, reenvías las chorradas más graciosas (mientras lo haces te esfuerzas por poner cara de aburrimiento para que tus compañeros, que están haciendo lo mismo, no se percaten de tus quehaceres). Abres el bloc de notas y haces una lista de las cosas importantes que tienes pendientes: hacer la quiniela con la peña, echar la primitiva y la bonoloto, comprobar los cupones de la ONCE que no te habrán tocado (¿alguien conoce a algún ganador del gordo de la ONCE?) pedir hora para la revisión del coche, comprar tabaco (que luego en el bar es más caro), llamar a Pepe, comprobar el tiempo para el fin de semana… joer, se te acumulan las cosas. Y eso sin tener en cuenta lo que te ha encargado tu mujer que compres de vuelta a casa. Haces otra lista, esta vez en Excel, con los encargos de tu parienta.

Al acabar, y para preparar convenientemente tu siguiente reunión, examinas las últimas novedades a fin de no quedarte obsoleto y llevar siempre al día la información: es decir, te lees el periódico online para que no quedarte fuera de juego en el desayuno.

Aún no has acabado la sección de cotilleos, cuando recibes una llamada de tus colegas. Son las 10,30 y es hora de desayunar. Rápido que son sólo 20 minutos y pasan rápido. Hay mucha cola en el bar. ¿Por qué todo el mundo quiere desayunar a la vez? Cuando al fin os hacéis un hueco, un pinchito de tortilla, la cañita y un cafelito después. Como siempre, media hora más para que Manolo, el camarero, te cobre (¿dónde aprenderán a pasar veinte veces por delante de ti sin verte ni oírte?) Al fin a las 11, 25 lográis entrar de nuevo a la oficina.

Te sientas en tu mesa, observas alrededor, calculando por dónde continuar y tu mirada se dirige, al fin, al reloj. Bueno las 11,30 h.; ya es una hora adecuada para llamar por teléfono y cumplir con las tareas pendientes: telefoneas a tu madre, que te pone al día de sus males y de lo que han hecho esas arpías del tercero izquierda, llamas a tu amigo Andrés, que está teniendo un día muy duro en la oficina (la máquina del café se ha estropeado y están a palo seco), llamas a tu amigo Pepe, para ver si podéis coordinaros bien y este fin de semana os vais juntos al campo de fútbol y de paso cotilleáis sobre la moda (la que llevan tus compañeras en la oficina, claro) y de lo buena que se está poniendo la mujer de Ramón desde que se ha operado…

Joer, tanto hablar te ha dado una sed horrible por lo que, haciendo un esfuerzo, te diriges hacia la esquina con la máquina de café. Allí coincides con otros compañeros y os lamentáis conjuntamente de lo que ha perdido la oficina desde que quitaron la máquina con las cervezas: tanta cafeína no puede ser buena. Luego dirán que tenemos la tensión alta… Unos comentarios más, ahora sobre la programación de la TV de anoche (te quedaste dormido pero afirmas categóricamente que todo lo que ponían era una mierda) y algunos cambios de pareceres sobre los entrenadores de primera división que habría que cambiar, ya que todos son unos becerros que no tienen ni idea. Tamaña indignación ante la bobería de los entrenadores y presidentes de los equipos de fútbol, que no saben qué hacer con tus millones, te ha estresado y decides salir a la calle a echar un cigarrito. Desde que no se puede fumar en la oficina, es un coñazo. Subir, bajar, subir, bajar, ¡te hacen perder un montón de tiempo en los ascensores! Después de un par de pitillos y de charla con los sufridos fumadores con los que has coincidido, esta vez sobre el tiempo y la situación económicopolítica, empiezas a sentir el run run de cada día en el vientre. Aceleras el paso para llegar a tiempo al sitio de Fernández, que es quien, a esa hora, debe de tener el Marca, y armado con el periódico, te diriges al excusado para cumplir con tus obligaciones naturales. Eliges el baño de la tercera planta ya que por allí tu jefe no pasa nunca y además las señoras de la limpieza de la tercera son las más diligentes de todo el edificio (es importante tener siempre la información al día). Cuando has repasado todo el periódico (bueno casi todo porque el maricón de Rodríguez ya ha hecho el sudoku, aunque hoy te tocaba a ti, ya hablarás con él para dejar las cosas claras), vuelves a tu sitio. Miras los emails a ver si te han enviado algún chiste nuevo y antes de que te pueda localizar tu jefe, coges el montón de carpetas y dosieres que tienes preparado al efecto, y comienzas la ronda diaria de visitas de amiguetes. Bien planificado, comenzando por la planta superior para luego ir bajando, acudes al sitio de cada uno de tus conocidos; cinco o diez minutos de charla con cada uno para mantenerte al día (la información es realmente muy importante para ti). Vas descendiendo planta por plana mientras, poco a poco, empiezas a notar el gusanillo. Se va acercando la hora de la comida. Te acuerdas del jefazo que prohibió las salidas a la hora del vermú. Cada día peor, con menos derechos… ¡Si es que esto es como una cárcel! ¡Sólo currar y currar y ningún miramiento con los empleados! Con lo bien que vendría ahora una cervecita con unas bravas, que en el bar de la esquina las hacían estupendas…
Bueno, intentas apaciguarte y vuelves a tu sitio. Compruebas de nuevo los emails a ver si se ha acordado de ti. Lees los nuevos chistes y miras un power point muy bonito, pero como no tienes tarjeta de sonido en el ordenador, no puedes escuchar nada. ¡Si es que así, sin medios, no se puede trabajar! ¡Esta oficina es subdesarrollada! Sin sonido, no sirve de nada entrar a youtube ni a tantos sitios que ten han recomendado...

Miras la lista de pendientes que hiciste y te agobias. ¡No has podido hacer la quiniela! y si no la haces a tiempo la rellenará López, que es gilipollas y no tiene ni idea de fútbol. ¡Si jamás ha pasado de 7 aciertos...! Bueno, tu tampoco pero es por mala suerte, porque saber, sabes un huevo. En fin, mañana a primera hora la harás, que hoy ya no da tiempo a nada. Justo antes de salir recibes un nuevo email, esta vez de tu jefe, reclamándote un informe que te pidió hace quince días. Joder, ¡con la cantidad de trabajo que tienes y el negrero metiendo prisa! Miras la montaña de trabajo pendiente y te da la impresión de que cada día es más alta. Piensas que vas a tener que solicitar un becario porque cada vez tienes más trabajo. Y si es becaria y minifaldera, mejor.

Sales, te despides de tus compañeros que, agotados como tú, se dirigen al coche, al metro, al autobús… y es que esto de la jornada intensiva (¡¡ de 8 a 3!!) es terrible. Tantas horas seguidas, sin pausas para descansar y desconectar un rato, te dejan para el arrastre. Vas tan cansado que después de comer vas a tener que echarte una siestecita porque así no hay quien aguante…
Llegas a casa y tu mujer, después de un beso rapidito, te pregunta que tal el día. “Agotador” le respondes, “no he podido avanzar casi nada. Entre reuniones, desayuno de trabajo, todo el día hablando con unos y con otros, los emails que no te dejan un momento en paz, y encima el capullo de mi jefe con las prisas de siempre…”

Tu mujer pone cara de preocupación, temiendo que con tanto estrés, lo que fumas, y la barriguita cervecera que te ha crecido, cualquier día te de un infarto.

¡Y es que trabajar es muy duro!

Mañana vuelta a empezar… ¿Cuándo llegará el fin de semana?

4 comentarios:

Montse dijo...

Agotador, estresante a más no poder. Entiendo que deberías replantearte el futuro porque esa tensión diaria no puede ser buena, jejeje.

Me he partido!!!

En cuanto a los puntos de booster, has de entrar en tu "zona" y en el menú de la derecha, hay uno que se llama "Mis favoritos". Ahí estamos todos los que formamos parte de booster-blog. Cuando entras desde allí, en la parte superior de la página, aparecerá una barra con calificaciones, desde -5 a +5. Debajo justo de esa barra, verás que hay un corazón rosa, si lo clickeas, añadirás ese blog a favoritos y así desde tu lista, puedes entrar cada 24 horas a votar a tus favoritos.

Cuando votas y te votan, acumulas blogiz y con ellos puedes hacer más cosas, entre otras comprar la posibilidad de ver lo que otros votan por ti.

Hasta ahí te puedo contar porque solo me sé la "lesson one", a la "two" no he llegado por falta de tiempo y capacidad, jajajaja (que conste que lo que te he contado, me lo contaron a mi antes)

Besitos encanto y suerte con tus votaciones

P.D. Si necesitas más ayuda, me lo dices que trataré de ser más clara, pero si miras en tus estadísticas, verás al final quién o quiénes te han añadido como favorito y ahí mismo puedes añadirles a tu lista y votarles.

Kupfernikel dijo...

Jejeje. Sencillamente genial.

Anónimo dijo...

¡¡ Vaya por Díos !!
No sabía que me habías estado espiando.
Parece que me has descrito mucho mejor de lo que lo hubiera hecho yo mismo.
Y, después de leerlo, ¡me he echado a llorar! buaaaaaa buaaaaa
Un abrazo,
Esteban

Montse dijo...

Anda!! Qué sorpresa!!! He ido a votarte en Boosterblog y no aparece tu blog!!

Besitos encanto