sábado

¿A quién adoras?

En la sección de cartas al director de un diario gratuito, el 10 de octubre D. Juan Gómez Vadillo firma la siguiente carta:

“Muchos sonreirán al leer que una niña de seis años haya sido proclamada diosa en Nepal. Pero no son pocos los que consideran muy válido a un Dalai Lama elegido de modo parecido en el Tíbet. Y más curioso todavía es que sean aún más los que sonríen con aires de superioridad antes esa elección, tras reñida competición, de una niña de seis años, sana y guapa, viva y actual, que quizá pudiera algún día ayudarles en algo, pero no dudan en tener como divinidad a algún muerto de hace muchos siglos o incluso milenios. Es el clásico ver más la paja en ojo ajeno…”

Y no han acusado a los nepalíes de pedófilos de milagro. Pero en cuestión de dioses mejor no meterse.
Al Sr. Gómez, firmante de la carta, le deben haber declarado anatema en ciertas páginas con algunos de cucurucho blanco y cruz ardiente buscándole y tal vez se habrá emitido ya una fatwa, con su condena eterna, por el ayatolá de turno.
Puedes convertir en tu dios el dinero, el éxito, la droga, la imagen, las mujeres (u hombres), el sexo, o el rock & roll. Puedes adorar a la estrella de cine o de la música que esté hoy de guardia pero no puedes elegir, ni democráticamente, a una diosa de seis años. Quizá por que está en Nepal.
Por cierto, sobre el Dalai Lama hay una entrada muy interesante en El retorno de los charlatanes

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